– El hachís es uno de los principales desencadenantes de la esquizofrenia
Un equipo de psiquiatras investiga en 120 pacientes de Granada y Jaén los factores asociados al inicio de esta enfermedad mental.
El consumo de hachís y de cocaína es uno de los principales desencadenantes de la esquizofrenia en jóvenes. Así lo asegura el psiquiatra Miguel Ruiz Veguilla (Sevilla, 1969), que dirige un trabajo de investigación para identificar los factores asociados al inicio de esta enfermedad mental. Aunque las causas de esta dolencia -descrita por primera vez en el siglo XIX como demencia precoz- no son bien conocidas, parece que es fruto de la coincidencia entre un determinado perfil genético y ciertos factores ambientales. Además del consumo de drogas, los investigadores analizan la influencia del entorno familiar, las carencias afectivas y alteraciones en el cerebro en la gestación, el parto y los primeros meses de vida.
Ruiz Veguilla recibió en enero una beca de la Fundación Astra-Zéneca y la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental para su proyecto Factores genéticos y ambientales asociados a la psicosis no afectiva de inicio en la infancia y adolescencia. También cuenta con financiación del Plan Nacional Sobre Drogas, la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía y la Fundación para la Investigación Biomédica en Andalucía Oriental (FIBAO).
Su proyecto implica la evaluación y el seguimiento de 120 pacientes tratados tanto en el Hospital Clínico de Granada -en el que trabajaba antes- como en el Complejo Hospitalario de Jaén -donde lo hace en la actualidad-, en colaboración con los profesores Cervilla, Gutiérrez y Gurpegui, de la Universidad de Granada. Ruiz Veguilla subraya que lo más novedoso de su investigación es que está realizada por clínicos -es decir, por profesionales que tratan a los enfermos-, en este caso, seis médicos y psicólogos. A finales de este año contarán con unos 150 pacientes en estudio.
«De droga blanda, nada»
El psiquiatra asegura que un consumidor de hachís tiene un riesgo de padecer psicosis entre tres y cuatro veces mayor que un no consumidor. Y si ese fumador de cannabis procede de un ambiente social y familiar conflictivo, el peligro es mayor. Además, asegura, se ha comprobado que usar esta droga antes de los 15 años aumenta mucho las probabilidades de sufrir esa dolencia.
Otra hipótesis que maneja es que las personas que fuman porros habitualmente y consumen de forma puntual cocaína tienen un riesgo comparativamente muy elevado de padecer este trastorno. «La mayoría de la gente que consume cannabis no va a tener psicosis -puntualiza el especialista-. El problema es que no sabemos quién sí. El consumo de drogas actúa como desencadenante si hay unos factores genéticos predisponentes. Además, se asocia a que la enfermedad aparezca antes».
La posibilidad de que el TDH (principio activo del cannabis) produzca psicosis es una predicción válida a nivel estadístico o de salud pública, pero no a nivel individual. «Si vas de Granada a Jaén todos los días en coche tienes más riesgo de morir en el camino que el que va andando al trabajo. Pero la mayoría de la gente que va a Jaén no muere», explica como ejemplo.
La solución, advierte, no es que los jóvenes se hagan un análisis genético y, en función de sus polimorfismos (las diferentes formas de expresión de un gen), «se pongan hasta arriba de hachís y coca, se metan sólo un poquito o no los prueben». «La gente -concluye- tiene que conocer los riesgos. El hachís, de droga blanda, nada».
Neuroimagen
No obstante, una de las líneas en las que investiga este equipo consiste en analizar los casos más precoces de esquizofrenia, en los que parecen pesar más los factores genéticos que los ambientales. Ruiz Veguilla pretende completar su trabajo de evaluación y seguimiento de esos pacientes menores con un estudio de neuroimagen, en colaboración con la Universidad de Oxford y el Hospital Virgen de las Nieves de Granada.
«La esquizofrenia es una enfermedad del cerebro», justifica. El psiquiatra explica que en la adolescencia se produce la llamada poda neuronal, una «reestructuración» de este órgano que implica la reducción de la sustancia gris y el crecimiento de la sustancia blanca. En los adolescentes que ya han padecido alguna crisis psicótica, sin embargo, esa poda es bastante mayor.
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