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El cine, un libro abierto

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El cine, un libro abierto
El director y guionista Enrique Urbizu revela las claves de su trabajo como adaptador cinematográfico, dentro del curso Literatura y cine
ANABEL PÉREZ//FOTO: CHEMA MENDOZA /GRANADA

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EL libro es mejor que la peli». Este pensamiento está bastante difundido. Muchas películas, como Lolita, My fair lady o Drácula, sólo son conocidas por el cine. Sin embargo, literatura y cine no son parcelas irreconciliables, sino que se enriquecen la una a la otra gracias al trabajo del adaptador cinematográfico. Un trabajo cuyas claves explicó ayer Enrique Urbizu en la Facultad de Filosofía y Letras con la conferencia titulada Sastre, fontanero, amante y traidor: el trabajo del adaptador cinematográfico, organizada por el proyecto europeo EUNITE, compartido con la Universidad de Granada y la de Lovaina (Suiza). Urbizu ha escrito el guión de películas como Todo por la pasta, Cuernos de mujer, La caja 507, La vida mancha o La novena puerta, esta última adaptada a partir de de la novela de Arturo Pérez-Reverte El club Dumas y dirigida por Roman Polanski.

Y es que el trabajo de adaptador cinematográfico tiene algo de artístico y artesanal al mismo tiempo, supone ofrecer una visión particular sobre una obra literaria. «Cuando adapto tengo en mente el concepto de encargo, soy como un sastre que corta y cose un traje para una persona determinada», destaca Urbizu. «Mi oficio también es similar al de un fontanero cuyo objetivo es conducir y encauzar las aguas que, para mí, representan la información y el relato del guión».

Pero el oficio de adaptador supone ser fiel o desleal con respecto a las obras literarias: «Es preciso tener una relativa falta de escrúpulos, traicionarse a uno mismo y, en ocasiones, traicionar las virtudes literarias del escritor». El adaptador ha de moverse en el escabroso terreno de hacerle justicia a una novela determinada o intentar superarla.

La literatura debe ser conocida y admirada por estos profesionales que «no pueden hacer cine sin leer. Mi máquina de engendrar ideas proviene de la literatura y el cómic. Mi gran suerte es haber estado sentado frente a los libros desde pequeño», apunta Urbizu.

De esta manera, literatura y cine se hallan hermanadas, aunque, posean técnicas diferentes: «Para el cine no resulta fácil entrar en el plano subjetivo de la mente o los recuerdos».

Gracias al séptimo arte pueden llevarse historias del pasado remoto a diferentes épocas y lugares. Así, la mítica Romeo y Julieta se insertó en una gran ciudad y en un contexto de peleas entre bandas de un barrio e, incluso, Hamlet se ha traslado a Japón por parte de Kurosawa. «El cine extrae el alma y la esencia de las historias y las traslada a distintos tiempos y espacios. Un ganadero de Texas o un campesino de Japón pueden entender igualmente historias donde los protagonistas sean el amor o la envidia».

La realidad es que no todas las obras literarias llegan al séptimo arte, ya que se adaptan aquéllas que «piden los productores. Lo normal es que uno de ellos venga con un best-seller para ti».

Adaptaciones españolas

El caso del cine español respecto a las adaptaciones es muy distinto al norteamericano, ya que en EE UU se escriben best-sellers pensados para ser llevados a la gran pantalla estadounidense. Es el caso de Tom Clancy, que «cuando escribe una novela sabe que será adaptada».

En España, el panorama varía debido a que hay menos escritores que trabajen con la vista puesta en que sus obras sean adaptadas. Se han trasladado al mundo del celuloide novelas como Plenilunio, de Antonio Muñoz Molina, que, según Urbizu, «es una adaptación de gran calidad». La adaptación de El club Dumas de Pérez-Reverte fue «un trabajo lineal sin muchos sobresaltos».

Urbizu cree que el Estado debería mejorar la educación y el acceso a la cultura de los ciudadanos para que el mundo del celuloide avanzara. «Hoy en día se paga más a los payasos que a los artistas», lamentó el director.
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