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‘El Albaicín es un barrio fósil monumentalizado’

«El barrio está destrozado. Las casas vecinales se han perdido y hay poca relación entre nosotros. Yo era artesano y trabaja la madera, pero actualmente no se hace nada por recuperarla». Quien así se expresa es Manuel Cambil un hombre de 82 años que ha vivido en el Albaicín toda su vida y que este miércoles dejó su silueta en el mural que un grupo de estudiantes de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Granada (UGR) hizo en San Miguel Bajo. Juan, estudiante, pensaba que: «Le sobran los museos, pero le falta vida». Por su parte, Matthias, un estudiante Erasmus: «Tras vivir una semana en un hostal quedé enamorado del barrio». Clemente, un turista de 33 años, percibe «falta de actividad vecinal: Un barrio fósil monumentalizado».

Poco a poco los vecinos, turistas y algún colegio llegado de Santa Fe se acercaron a ver qué pasaba en una plaza en la que hace años los niños del barrio jugaban toda la tarde al fútbol y en la que ahora se pasean los turistas o toman algo en las terrazas, pero no hay mucha más vida en común. Es una plaza en la que los vecinos no hacen vida, según explicaban Sebastián Rueda y Antonio Justicia. Son alumnos de cuarto de Arquitectura que fueron los encargados de iniciar una jornada en la que diferentes grupos hasta las doce de la noche le dieron vida a un barrio histórico, pero al que «le falta pulso urbano».

El profesor Ramón Fernández-Alonso, la asignatura la imparte también con Eduardo Martín, se pregunta por qué el Albaicín no puede integrarse en la ciudad. «Hay que mover ciudad. Descentralizar y que la ciudad vaya a los bordes y no se olvide la deuda histórica», dijo Fernández-Alonso. En su opinión, el Albaicín se ha convertido en «una ciudad dormitorio» y se cuestiona por qué «no se puede hacer viviendas o un supermercado, dotaciones deportivas…». Además, habló de la «restrictiva normativa».

Si en esta primera acción los vecinos participaron sin poner impedimentos, el grupo ‘capitaneado’ por Rebeca Vega tuvo algún contratiempo. Ellos lo que hicieron fue poner unas cortinas simulando unas tapias. «A unos vecinos les ha parecido bien, pero otros han puesto el grito en el cielo. Y nos han dicho qué cómo se puede interrumpir la calle». Hasta uno de los representantes vecinales participó preguntándoles qué estaban haciendo. Los estudiantes iban con su permiso por si a caso iba la policía local. Por un momento, les habían hecho pensar a los vecinos sobre su barrio.

Plaza San Nicolás
Como también les hizo un tercer grupo que en la plaza de San Nicolás acotaron el espacio con unos papales para hacerles ver la geometría y cómo un espacio con vistas tan bonitas -la Alhambra al fondo- está ocupado por los coches. «No estamos en contra de los coches, pero es una plaza que podría ser utilizada por los vecinos para hacer vida común», señala Víctor Ibáñez, uno de los estudiantes que llama la atención, además, como el colegio que hay en la plaza tiene la salida incluso por otra calle en la que circulan más vehículos.

La plaza se ha convertido en un parking y podría ser un espacio público por y para los vecinos. Además, lanza la idea de que ese mismo ‘parking’ podría estar debajo de la plaza. Eso sí, admite, que es una idea porque después habría que ver con qué requisitos legales y de protección se encuentran.

Por la tarde continuaron las instalaciones o ‘performances’ en distintos puntos del barrio para provocar reacciones en vecinos y turistas. Lo consiguieron. Los vecinos fueron los que dijeron más. Los turistas no tanto. Los estudiantes que propusieron las acciones cursan la asignatura ‘Proyectos IV’, que dirigen los profesores de la UGR Ramón Fernández-Alonso Borrajo y Eduardo Martín Martín, quienes destacaron que esta actividad pretende «recuperar distintos espacios del Albaicín para sus vecinos, y acercar al mismo tiempo este barrio a la ciudad de Granada». También se habló del Milenio y el significado de este barrio en él. Es el punto de partida.

Tarde
Por la tarde también hubo un río artificial en medio de una calle y hasta las doce de la noche estaba previsto que hubiera acciones en este emblemático barrio de Granada, declarado en 1994 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Las escaleras de la calle Álamo del Marqués también sirvieron como auditorio improvisado para un concierto de guitarra y flauta al aire libre, mientras que en la zona donde se ubicaba el antiguo zoco los estudiantes de la UGR simularon jugar una partida de bingo. Eso «en una clara crítica a las autoridades baleares que recientemente han requisado los bingos de los hogares del jubilado por competencia desleal. Queremos reivindicar que en el Albaicín, donde a sus vecinos se les prohíben tantas cosas, no pueda ocurrir lo mismo en un futuro», señalan sus autores.

Acciones y actuaciones que pusieron en blanco sobre negro la belleza de un barrio histórico y también sus miserias. Las espléndidas vistas de la Alhambra y la cacas de los perros en sus calles. La soledad de muchas calles y los carmenes, aljibes y monasterios de una belleza incomparable. Eso es el Albaicín.

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