– Dos profesores de Educación se pelean ante los alumnos por un sillón y el espacio del despacho.
Los docentes se acusan de haberse usurpado materiales y la semana pasada protagonizaron varios episodios violentos
No corren buenos aires en el despacho 265D de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Granada (UGR). Las malas caras y la falta de entendimiento que en ocasiones se ponen de manifiesto en la institución universitaria, en este centro en el citado despacho del departamento de Didáctica y Organización Escolar han llegado y pasado el límite. Se han sobrepasado algunas barreras. La historia es rocambolesca y también grave.
Ayer era la comidilla en la facultad y en el resto de la comunidad universitaria, aunque los últimos hechos -ha habido más encontronazos- se produjeron al parecer el pasado día 10. Ese día hubo gritos y conductas poco decorosas -según varias versiones- en presencia incluso del alumnado entre dos profesores de este departamento.
La falta de espacio y de entendimiento ha puesto de los nervios al profesor y la profesora que comparten despacho. Que definitivamente, según un escrito que circulaba ayer -y al que este periódico tuvo acceso- no saben compartir despacho. Gritos, pataletas, encierros y acoso incluso de bullying. También hay que señalar que no es la primera vez que esta profesora tiene problemas con el compañero de despacho.
Un sillón
Según algunas de las versiones que circulaban ayer, la falta de espacio -general en la citada facultad de Cartuja- ha sido uno de los desencadenantes de la pelea, otra la pugna por un sillón y la otra la incompatibilidad de caracteres. Los hechos -siempre según la versión de la profesora R.A.-, que precipitaron el revuelo que se ha montado ahora en el centro, comenzaron el día 10 de enero a las 12.00 horas (aproximadamente) cuando la citada docente «se presentó en este despacho, en el momento en que el profesor A. R., estaba atendiendo a los alumnos, con la puerta abierta y sentado en el sillón, asignado por el departamento para su uso a la profesora. En ningún momento el profesor había pedido permiso a la profesora para usar ese sillón, ni la profesora había autorizado al profesor la utilización del mismo».
Aún hay más en esta rocambolesca historia. «Comprobando que el profesor no cedía su sillón a la profesora, ésta salió al servicio para darle tiempo al profesor de reconsiderar, por si mismo, su comportamiento. De vuelta al despacho 265D, la profesora pidió amablemente al profesor que le cediese su sillón. Él ignoró la petición de la profesora, siguió en la tarea que le ocupaba y todo en presencia de los alumnos que estaban dentro del despacho y fuera en el pasillo (como se ha menciona la puerta del despacho 265D estaba abierta)». Son algunos de los párrafos que se pueden extraer del citado escrito al que ha tenido acceso este periódico y en el que se relata como la disputa continuó incluso por la tarde.
En ese escrito también se solicita «que con carácter inmediato, sea asignado al profesor otro espacio de los muchos y variados que dispone el departamento de Didáctica y Organización Escolar, reservándose la profesora las acciones penales y civiles a que hubiere lugar en derecho, dado que el único interés que mueve a la exponente, es la reclamación de un espacio físico y emocional adecuado para el desarrollo de su trabajo, al cual dedica muchas horas diarias… Actitudes como las descritas en el presente escrito hacen peligrar los proyectos académicos y de investigación que en este momento desarrolla la profesora. Por medio de la presente se pone en conocimiento de la autoridad administrativa los hechos expresados y se solicita la adopción de medidas pertinentes para que no vuelvan a repetirse hechos de la misma índole».
Profesor retenido
Esta era una versión, aunque ayer circulaban versiones para todos los gustos. Bien es cierto que se está hablando de un tema de extrema seriedad, pero los comentarios eran para todos los gustos. También se dijo que la profesora había retenido al profesor y de paso se recordaron algunos otros episodios, incluso, de enfrentamientos cara a cara y de palabras mal sonantes y nada adecuadas, en ningún sitio, pero menos en un centro en el que se está enseñando y formando a los futuros maestros de escolares.
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