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Desde ratas muertas a robots

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Desde ratas muertas a robots
La Estación Experimental del Zaidín, un palacio que un agrónomo belga regaló a su amada, cumple 50 años de investigación al servicio de la sociedad
ÁNGELES PEÑALVER //FOTOS: GONZÁLEZ MOLERO / GRANADA

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UNOS 300 apasionados científicos se dan cita todos los días en las habitaciones y jardines de un palacio que mandó construir hace un siglo un ingeniero agrónomo belga para su amante granadina. Los mejores investigadores andaluces deambulan por los pasillos de esa mansión desde hace años. Este palacete, situado en el Zaidín, está lleno de bacterias por culpa de varios catedráticos de la Universidad de Granada -Gutiérrez Ríos, Ángel Hoyos, Fermín Capitán…-, quienes hicieron su sueño realidad el 4 de mayo de 1955 al inaugurar en estas dependencias La Estación Experimental del Zaidín (EEZ), destinada al estudio de Ciencias Agrarias y Geológicas.

En cincuenta años, en este macrolaboratorio -el centro más grande de Andalucía- ha ocurrido de todo. Desde que un vecino se plante en la estación experimental para que analicen su rata doméstica muerta, hasta que los serviciales científicos publiquen sus trabajos de investigación en las más prestigiosas revistas internacionales. Esto mismo acaba de ocurrir en 2005, se jacta Juan Luis Ramos, director del centro: «En la célebre Enviromental Microbiology, tres miembros de la EEZ -Silvia Marqués, Antonio Delgado y Javier Medina- han explicado al resto del mundo que en las costas afectadas por el derrame del Prestige hay zonas donde tiene lugar la eliminación de residuos mediante una biodegradación natural llevada a cabo por ciertos microorganismos. Conclusión: si se transportan esos microorganismos -que se pueden encontrar en la arena- a los espacios aún afectados se consigue que degraden el petróleo restante.

En este recinto, como en el mar, también han desaparecido elementos. En los años 70, había vacas dentro del departamento de Nutrición Animal, que en la actualidad funciona a las afueras de la ciudad. Los tiempos han cambiado mucho y hoy -en la conmemoración del 50 aniversario de la estación- Carlos Martínez Alonso, presidente del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), y el profesor Federico Mayor Zaragoza inauguran una vaquería convertida en cafetería, un salón de actos con capacidad para 160 personas y un nuevo edificio de investigación de 2.600 metros cuadrados, donde se ubicarán unos 110 trabajadores del departamento de Agroecología y de Bioquímica.

Con esto se pone la guinda a más de tres millones de euros invertidos en los últimos cinco años. Queda por venir otra partida comprometida de Fondos Feder -3 millones- para ampliar la estructura del EEZ con un nuevo edificio en esta misma finca. Y el futuro es generoso porque, además, el CSIC ha asegurado otros 3 millones para remozar la casa roja, el edificio de investigación más antiguo del recinto.

Tecnología punta

Aunque hay cosas que no cambian. La Agricultura y la Geología -igual que hace 50 años-siguen siendo los ejes fundamentales de la investigación. Pero la tecnología punta -nuevos equipos de isotopía, un microscopio electrónico, un flamante equipo de rayos X…- ha invadido hasta el último rincón de este edificio dependiente del CSIC, que a su vez forma parte del Ministerio de Educación y Ciencia. «Tenemos un robot único en Andalucía que maneja muchas muestras en muy poco tiempo. Las labores que antes desempeñábamos en ocho horas el robot las hace en 45 minutos», narra el director del centro.

Los cerebros y las máquinas que se reúnen en el Zaidín a diario tienen el futuro por delante para seguir desentrañando la naturaleza. Aunque en el historial de la EEZ ya ha habido logros importantes: «En 1980, el reconocimiento del papel de los hongos micorrícicos -pueden facilitar la revegetación de terrenos degradados- se recogió en revistas muy importantes como Nature. En los 80 publicamos en Science trabajos de síntesis de minerales en condiciones de laboratorio. En 1995, en biodegradación, triunfamos- se hizo eco Nature Biotechnology- con un proyecto de construcción de bacterias que eliminan explosivos», enumera Juan Luis Ramos.

Gente joven

La institución cumple medio siglo, pero 110 trabajadores tienen la categoría de Personal Investigador en Formación, o sea, becarios, en lenguaje universal. Unos 50 miembros son técnicos de laboratorio contratados para proyectos específicos. En definitiva, menos del 50% de la plantilla son funcionarios del ministerio, de ahí que algunos cuerpos inclinados sobre el microscopio luzcan camisetas naranjas, símbolo de las reivindicaciones de los becarios de investigación, «exprimidos como las frutas».

A pesar de las quejas, en este rincón de Granada, uno de los organismos más importantes de los 126 que tiene por toda España el CSIC, se ha duplicado el personal en los últimos siete años. «Esto es fruto de captación de recursos -del Ministerio de Industria, de la UE, de Planes Nacionales, de la Junta de Andalucía- por parte de los investigadores del centro», explica Juan Luis Ramos, uno de los siete directores que ha habido en este palacio, fuente de conocimiento desde hace 50 años.

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