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«De niño leí ‘Cuentos de la Alhambra’ y sentí una fuerte llamada por Granada»

MANUEL VILLAR RASO ESCRITOR Y VIAJERO
«De niño leí Cuentos de la Alhambra y sentí una fuerte llamada por Granada»
El finalista del Premio Nadal de 1975 ingresa esta tarde como supernumerario en la Academia de las Buenas Letras, donde rendirá homenaje a Ortega y Gasset
B. GALLEGO-COÍN/GRANADA
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En sus ojos existe el destello de los que sienten un amor profundo. Desde que viajó por primera vez a África en busca de los moriscos granadinos que se marcharon a Tombuctú tras la Reconquista, Manuel Villar Raso quedó atrapado por la belleza y la profundidad de este continente al que ha dedicado varias de sus novelas. Finalista del Premio Nadal con Mar ligeramente sur en 1975, miembro de la International Society of Literature & Theatre, profesor de Literatura norteamericana en la Universidad de Granada, Villar Raso ofrece esta tarde un discurso como supernumerario de la Academia de las Buenas Letras. Con sus palabras rendirá homenaje a Ortega y Gasset.

-Seguramente le parecerá que fue ayer cuando colaboró en la fundación de la Academia de las Buenas Letras de Granada.

-Aquella era una época magnífica. Una Academia de Buenas Letras nos parecía fundamental en una ciudad de la tradición literaria de Granada. Así que nos pusimos manos a la obra, entre otros, Francisco Izquierdo, Rafael Guillén y Arcadio Ortega.

-Y hoy ingresa como supernumerario rindiendo homenaje a Ortega y Gasset.

-Sí, porque creo que sus ideas sobre la novela no se han superado. Él decía que en la novela lo fundamental es el personaje, porque sin personaje no existe historia. Estoy completamente de acuerdo con Ortega. También pensaba así Henry James.

-Y de todos los personajes que ha creado, ¿con cuál se queda?

-Me costó mucho conseguir al personaje de Las Españas perdidas (1983), una novela que gira en torno a la expulsión de los moriscos de España a finales del siglo XVI. La historia narra la insólita hazaña de miles de moriscos granadinos y la de un almeriense de Cuevas del Almanzora, un hombre bajito y de ojos azules, llamado Yuder, que consiguió para ellos un imperio en el centro de África. Las Españas perdidas no es una invención. Mientras nuestros conquistadores corrían tierras americanas, estos 4.000 granadinos derrotados en la guerra de las Alpujarras cruzaban en 1591 el gran desierto del Sáhara, vencían a orillas del río Níger a un ejército diez veces superior y fundaban su capital en Tombuctú, entonces una ciudad tan mítica como Samarcanda, Atenas o Granada, y donde se habló español hasta finales del XIX. Eran exilados sin patria y Yuder les dio un imperio más grande que España, llamado el Sudán.

-De ese viaje a Tombuctú para documentarse surgió su fascinación por África.

-Sí, porque es un continente magnífico al que el mundo le ha dado completamente la espalda, algo que me parece muy injusto. Hay que ayudarlos en sus propios países porque África está a punto de desaparecer.

-¿Qué encontró en Tombuctú?

-A aquellos descendientes de granadinos a los que llaman los armas, muy conscientes de su pasado y muy orgullosos de su historia y de su linaje.

-¿Por qué un soriano como usted se decide a vivir en Granada?

-De niño leí los Cuentos de la Alhambra y sentí una llamada muy fuerte por Granada. Cuando pude venir, por fin, esa fascinación flotaba en el ambiente, en todos los rincones. Decidí quedarme y ya llevo 35 años aquí. Granada no me parece una ciudad cualquiera, me parece muy especial. Muchas de mis novelas giran en torno a Granada.

-También ha escrito sobre el conflicto vasco.

-Sí, Comandos vascos (1980) trata el tema del terrorismo, de quiénes son los terroristas y qué quieren.

-Y, ¿a qué conclusión llega?

-El gran problema del País Vasco es su autoaislamiento. Mientras el resto del país ha pasado por una vorágine intelectual y artística muy fuerte, Ilustración, Romanticismo, Vanguardias, etc., ellos han estado encerrados en sí mismos.

-¿Está de acuerdo con la ausencia del PP y de las víctimas del terrorismo en la manifestación de este fin de semana?

-Creo que Gallardón y Esperanza Aguirre deberían haber ido, pero entiendo la postura del PP y también la de las víctimas. No se puede dar la razón a un gobierno que quiere dialogar con terroristas, porque con los terroristas no se dialoga, la única postura con ellos es que actúe el peso de la ley.

-Si nuestros políticos tuvieran mayor formación intelectual, ¿el país funcionaría mejor?

-De eso no tengo ninguna duda. Los políticos suelen ser, intelectualmente, muy cortos de miras, pero creo que no se les debe tomar demasiado en serio, todos estos follones que se arman, por ejemplo, el de Carod Rovira, todo eso pasará poco a poco, porque el país tiene mucho más peso que ese tipo de situaciones.
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