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Crónica de una vida en andaluz

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Crónica de una vida en andaluz
El libro Carlos Cano. Una vida de coplas, de Antonio Ramos y José Téllez, recorre la trayectoria personal y artística del cantautor granadino
BRÍGIDA GALLEGO-COÍN //FOTO: GONZÁLEZ MOLERO / GRANADA

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LA portada es verde. Como la bandera de Andalucía a la que tanto cantó. Un verde con matiz aceituna sobre el que aparece la cara de soñador, de pensador, de profeta y de poeta de Carlos Cano.

Con la mirada baja, los ojos de Cano parecen escudriñar en el fondo de su alma, mientras un foco luminoso le rompe la cara en dos mitades: una se queda en la sombra, enigmática, la otra aparece bañada en luz. La memoria de Carlos el amigo, el artista, el comprometido, flotaba ayer en el aire. Con mucha intensidad. Golpeando los corazones y la memoria.

La facultad de Sociología acogió la multitudinaria presentación del libro Carlos Cano. Una vida de coplas, escrito por los periodistas Antonio Ramos y Juan José Téllez. La cita congregó a muchos amigos. Entre ellos, el Defensor del Pueblo andaluz, José Chamizo, y Juan de Loxa, que recorrió con Cano el camino de la canción protesta. Granadinos anónimos, nostálgicos de su voz y de su palabra, demostraron con su asistencia que llevan a Carlos Cano dentro de su alma.

La Cátedra Federico García Lorca de la Universidad de Granada y la Fundación José Manuel Lara apadrinan la edición del libro. «Una vida de coplas no es estrictamente una biografía; es una crónica. Y nuestro objetivo final es situar a Carlos en su faceta de trovador, de cronista del mundo que le rodea, y como cantor de un pueblo. Y en esa faceta, Carlos tiene el lugar reservado a los grandes trovadores. Violeta Parra, Bob Dylan, Lluis Llach, Joan Manuel Serrat . Carlos, sin duda, está a esa altura y tiene ganado ese puesto en la historia de los cantautores», explica Rafael Espejo, coautor del libro.

Deuda para un amigo

Esta obra se debe a «un deber de amistad, de responsabilidad y de deuda para un amigo, un hombre que ha sido un ejemplo para todos aquellos que creemos en Andalucía como pueblo y en los valores universales de la libertad y la solidaridad», comenta Espejo.

El libro recorre la vida de Carlos Cano, ya desde antes de su nacimiento. Cuando un documento envuelto en tragedia anunciaba el fusilamiento del abuelo Emilio, capitán en la fábrica de pólvora de El Fargue y socialista. «En aquella Granada de silencios plúmbeos, nace José Carlos Cano Fernández, el nieto del fusilado, el 28 de enero de 1946. Crece entre dos amores de mujer: Mama Pepa, la abuela; y Mama Loiles, la madre», apunta Rafael Espejo.

Años más tarde, un amigo pone una guitarra en sus manos. En su camino se cruza Juan de Loxa, con quien comparte la aventura y el sueño de abanderar un movimiento por la vanguardia literaria y musical, llamada a remover los cimientos culturales de una ciudad. «Una vanguardia surgida de la imaginación de unos soñadores que quieren seguir la estela violentamente apagada de Lorca», dice Rafael Espejo.

Los próximos pasos de la escapada del artista hacia universos más amplios que el de su ciudad natal le conducen a Suiza, Holanda, Alemania o Barcelona. «Desde entonces experimentará en sus carnes la condición de andaluz expulsado de su tierra. A partir de ese pasaporte de emigrante, indignado por cada historia que vive o le cuentan, se sitúa en la ruta del trovador».

De nuevo en Granada, nace Poesía 70 y Manifiesto Canción del Sur, movimientos intelectuales abiertamente enfrentados al franquismo. Y ahí está Carlos, junto a otros artistas jóvenes, granadinos, transgresores y comprometidos.

El salto a París, donde se encuentra con Paco Ibáñez y Lluis Llach; conocer a la familia de Blas Infante, que le enseña la bandera de su padre, guardaba en un arcón, el nacimiento de su primer disco, A duras penas, y toda su trayectoria vital se extienden por las páginas de este libro.

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