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Anti-Bolonia y anti-sociales: entre la alternativa y el nihilismo

– Anti-Bolonia y anti-sociales: entre la alternativa y el nihilismo

A más de un lector de IDEAL se nos paseó un escalofrío por el espinazo cuando el pasado viernes día 30 de mayo, vimos con nuestros propios ojos en la portada del diario una fotografía heladora: un joven, grandote y patilludo, levantaba la mano amenazadora ante las mismas barbas (y nunca mejor dicho) del profesor González Lodeiro, rector de la Universidad de Granada. Decía el diario que «Un grupo de unos 50 estudiantes universitarios provocó ayer incidentes en Granada en su protesta por el Plan Bolonia, la reforma educativa que cambiará la estructura de las carreras universitarias». Y continuaba: «Los manifestantes increparon al rector, Francisco González Lodeiro, y agredieron al decano de Ciencias del Trabajo, Antonio Delgado Padial».

En las páginas 2 y 3 del mismo diario se ofrecía una información más extensa. Se nos dice que el rector de la Universidad decidió bajar a dialogar con los escasos pero ruidosos y violentos manifestantes. El rector reiteró su defensa de la universidad pública y los estudiantes le exigieron que convocara un paro académico para informar sobre el proceso de Bolonia.

Las informaciones orales, visuales o escritas que llegan a los ciudadanos a través de los medios de comunicación crean, con frecuencia, confusión. Los medios hablan de los universitarios, los jóvenes, la protesta universitaria. Incluso se ha difundo la noticia de que en la llamada Aula liberada de la Facultad de Ciencias del Trabajo ha aparecido una plaga de pulgas procedentes, sin duda, de los canes que acompañan a los encerrados.

Pero los medios de comunicación suelen superponer en sus crónicas dos términos que no son equivalentes y que deberían clarificar: anti-Bolonia y anti-sociales, la postura de los alternativos y la de los nihilistas. Por una parte, no hay duda de que el proceso de Bolonia y su desarrollo posterior puede (y debe) ser criticado: es una propuesta que ha salido de los ministros de Educación de casi toda Europa y está aún abierta en muchos aspectos. Hay una actitud anti-Bolonia comprensible y dialogante. Es más: grupos de profesores, alumnos y expertos han elaborado propuestas alternativas para que la universidad pueda ser realmente el espacio de debate y progreso de la sociedad. A muchos no les agrada que en el fondo del plan Bolonia exista una concepción mercantilista de Europa, según la cual la universidad suministra técnicos para que esté engrasada la maquinaria del mercado. Y frente a esta perspectiva (razonable y razonada) han hecho propuestas. De alguna manera, representan a aquellos que piensan que hay alternativa, que otra universidad es posible, y por ello plantean desarrollos alternativos, más sociales y humanísticos.

Pero no parece que los que levantaron la mano al rector sean de este grupo. Más bien son anti-sociales. Enemigos de cualquier intento dialogado de acuerdos en los foros que ya la sociedad democrática establece. Está cundiendo en la universidad (y tal vez entre sectores cada vez más nutridos de la sociedad de occidente) la postura anti-social: la oposición frontal, visceral y violenta a todo aquello que suponga una mejora del funcionamiento de la democracia. Y lo más peligroso es que este virus infecciona y avanza carcomiendo a las mentes poco críticas. ¿Qué formación ciudadana se está impartiendo desde las aulas universitarias? ¿Qué valores sociales se construyen en el campus? ¿Qué se aprende, además de conceptos para poder responder en los exámenes tipo test y aprobar?

La opinión que aquí se propone está muy condicionada por algo que al que esto escribe le sucedió esta mañana, domingo uno de junio. A las 7.30 de la mañana un grupo de jóvenes bien vestidos (debían venir de una fiesta) pero desaliñados y algo bebidos intentaron romper la parada del autobús junto al campus de Cartuja. Luego rompieron papeleras y atravesaron contenedores mientras subían hacia su residencia en el Campus. El que esto escribe salió a la ventana y les amenazó a gritos con llamar a la policía. Los presuntos estudiantes le increparon llamándolo rojo de mierda y comunista.

Me preocupa hondamente, más allá de la anécdota personal, esta postura que se extiende como la mancha de aceite y se hace antisocial y violenta. La postura de los que se creen con derecho a todo, no aceptan las reglas del juego democrático. Los que son incapaces de hacer propuestas alternativas a la sociedad que no les gusta y como única respuesta es un mal digerido nihilismo del que el mismo Nietzsche se sonrojaría. La oposición frontal a todo, la destrucción de cualquier intento de fundamentar en los principios de la racionalidad la convivencia ciudadana. Y todavía hay personas que creen innecesaria la Educación para la Ciudadanía.

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