GRANADA
«Antes de prostituirme dejo los estudios»
Alumnas y alumnos critican que las estudiantes.británicas opten «por el dinero rápido» y dicen que .«antes me pongo a fregar escaleras o dejo la carrera»
ANDREA G. PARRA/GRANADA
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«Antes de prostituirme dejo los estudios». Tajante y firme. Así se muestra Saray Higueras, alumna de tercero de Relaciones Laborales de la Universidad de Granada (UGR), que no titubea ni un sólo segundo al preguntarle si estaría dispuesta a ejercer el oficio más antiguo para costearse la carrera tal como hacen algunas estudiantes británicas. En Granada eso de prostituirse no se lleva y son muchos los universitarios que se echan las manos a la cabeza cuando se les pregunta por esta alternativa. Dicen que «hay maneras más dignas de ganarse la vida», aunque sea echando más horas que un reloj en una hamburguesería o un pub.
Según un estudio de la Universidad de Kingston cada vez son más las británicas que optan por prostituirse para pagarse sus estudios superiores. Este tipo de prácticas ha crecido un 50% en los últimos seis años en el país vecino, pero en las escuelas y facultades granadinas parece que no se apoya mucho esta opción. Adriana Gómez, alumna de quinto de Biología, lo tiene claro: «Prefiero ponerme a limpiar escaleras antes que prostituirme». Para Rocío Navarro, del mismo curso, hay «trabajos alternativos -clases particulares, burguer…- con los que por lo menos mantienes tu dignidad». Lo tienen claro.
Tanto como Mercedes Tera, estudiante de tercero de Relaciones Laborales, que abandonaría la carrera antes de prostituirse, aunque duda de por qué un país como Gran Bretaña registra este incremento y sentencia: «Quizás porque sean más liberales y aquí estemos aún muy marcados por nuestro pasado». Mercedes no es a la única que le sorprende que sean las estudiantes inglesas las que se decanten por esta práctica. Andrea García Guillén, alumna de tercero de Ciencias Ambientales, califica como «curioso» que «hagan eso para pagarse los estudios. Eso dice mucho del sistema». En los últimos años el coste de las matrículas en Gran Bretaña han subido de los 1.500 euros a los 4.500 de la actualidad y los préstamos y créditos también se han encarecido.
Crítica absoluta
Tanto a Andrea García como a Andrea Moreno y Mariví López, también alumnas de Ciencias Ambientales, les parece «fatal» que se prostituyan las chicas británicas para pagarse los estudios. «No me prostituiría, antes dejaría los estudios y buscaría alguna salida en el mercado laboral. Si me prostituyera iría en contra de mi moral», sentencia Mariví. No obstante, en un momento de la entrevista las tres amigas llegan al extremo de que no verían con tan malos ojos la prostitución «en el caso de máxima necesidad y en el que haya hijos por medio y se hayan agotado todas las otras posibilidades existentes».
Andrea Moreno es mexicana y se está pagando sus estudios en la UGR con una beca del Ministerio y el dinero que le falta se lo da su madre con la que vive en la capital de la Alhambra. No comprende cómo sucede esto en Gran Bretaña y agrega que imagina que «debe ser por decisión propia porque no estamos hablando de un país tercermundista». Moreno recuerda que en México las universidades públicas están muy limitadas y que las privadas son muy caras, por eso estudiar en la UGR le parece «una ganga».
Ni Andrea Moreno ni Andrea García Guillén conocen a nadie que se prostituya y como comenta Juan Antonio Jiménez, alumno de sexto de Medicina, «si lo conociera no lo diría» y seguro que quien lo haga tampoco lo diga. Juan Antonio es otro de lo que se muestra contundente: nada de prostitución para pagarse los estudios. María del Mar Fernández, también alumna de sexto de Medicina, es más radical: «No es forma de trabajar -prostitución-. Es un dinero fácil y rápido», pero parece que poco compatible con la moral de los universitarios granadinos.
Los universitarios de Granada o de otras provincias que vienen a la capital de la Alhambra a cursar sus estudios echan mano de otros oficios para hacer frente a sus deudas. Mercedes Tera, alumna de tercero de Relaciones Laborales sabe de eso: «He trabajado en todos los sitios, menos en la prostitución», deja bien claro. Ha estado poniendo copas, en una hamburguesería, vídeoclub y en ciento y un empleo más. Este año Mercedes no trabajará en ninguno de esos oficios, simple y llanamente porque «tengo beca y me da para cubrir todos los gastos».
Además de la moral y todas estas cosas menos materiales, las becas y las familias son las grandes aliadas de los estudiantes españoles para hacer frente a los gastos estudiantiles. Cristina Gutiérrez -Almería- y Carmen Cañavate -Jaén-, alumnas de sexto de Medicina, tienen un presupuesto de unos 600 euros al mes -se gastan más de seis mil euros durante el curso- y se lo pagan todo sus padres. Aunque si su familia no se hiciera cargo de estos gastos dejan bien claro que «no ejerceríamos la prostitución para pagarnos los estudios». De matrícula pagan poco más de trescientos euros, pero es «porque somos familia numerosa».
Jorge, alumno de quinto de Biología, comparte gastos con sus padres. Es granadino y cuando puede trabaja en el verano para poder colaborar en el pago de sus estudios. Confiesa que nunca se prostituiría, aunque es de los pocos que dice abiertamente que «esto -echarse las manos a la cabeza cuando se habla de prostitución- es un problema de hipocresía». Y añade: «A lo mejor el problema es los prejuicios sociales». No obstante, Jorge cuando ha necesitado dinero ha trabajado en la obra, jardinería, cargando y descargando cajas de camiones o limpiando casas.
Los universitarios consultados por este periódico opinan todo lo contrario que algunas chicas que han participado en el estudio británico. Una estudiante prostituta que está haciendo un doctorado en política internacional declaró a The Sunday Times que «en lugar de trabajar en un MacDonalds o en una tienda por 12 euros la hora, es más fácil a veces trabajar en esta industria, porque te permite ganar mucho más dinero rápidamente, pagar el alquiler y disponer luego de más tiempo para estudiar». En Granada Adriana Gómez prefiere fregar escaleras, Jorge cuidar jardines o pintar casas y Mariví López abandonar los estudios si es preciso y buscar otra alternativa en el mercado laboral, pero nunca nada relacionado con la prostitución. Estos mismos confiesan que no conocen a nadie que se prostituya para pagarse sus estudios, aunque Jorge y Rocío Navarro reconocen que alguna vez que otra se ha escuchado algún rumor en la facultad.
Visto lo visto y escuchado lo escuchado, los alumnos de una Universidad centenaria como la UGR no quieren ser profesionales ni aprender nada de nada del oficio más antiguo.
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