Alumnos de Informática no cambiarán de clase para hacer las prácticas
Toshiba y BSCH han donado cuarenta portátiles a la Universidad de Granada
J. P./GRANADA
PROBANDO. David Aguilar se interesa por los equipos. /R. L. P.
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La intención es buena, pero sólo con tiempo se podrá valorar su utilidad. Los estudiantes granadinos de Informática y Telecomunicaciones están, en principio, de enhorabuena. Desde ayer, en las clases prácticas que el profesor considere adecuado, podrán contar con un ordenador sin tener que desplazarse a un aula específica. Los ordenadores vendrán al alumno y no será el alumno el que tenga que ir hasta ellos. La Universidad ha conseguido cuarenta portátiles, por gentileza de Toshiba, con los que ha creado el aula Centrino, denominada de docencia móvil.
Realmente, por si alguien aún no ha caído en la cuenta, lo que llaman aula Centrino no son más que cuarenta ordenadores portátiles. Es decir, que no son mesas, sillas y paredes, sino sólo máquinas informáticas de quita y pon. Por tanto, en lugar de hablar de novedosa aula, se podría haber hablado de una simple adquisición, que no por ello menos prestigiosa, de aparatos informáticos móviles.
Iniciativas como esta, además de aumentar el prestigio a la educación universitaria granadina, contribuyen a que la docencia sea más didáctica y cómoda. El profesor, por ejemplo, puede orientar y colocar a sus alumnos de la forma que considere oportuna y no tener que ser esclavo de la distribución de enchufes, torres y pantallas.
Mega-Donación
Según asegura el director del Centro de Servicios de Informática y Redes de Comunicaciones, Antonio Ruiz Moya, los cuarenta equipos informáticos han sido donados por la empresa Toshiba y el Banco Santander Central Hispano, gracias al convenio de colaboración que mantienen con la Universidad. La inauguración de la no aula corrió a cargo del rector, David Aguilar, y representantes de Toshiba e Intel.
Las máquinas, con un valor aproximado en el mercado de 1.500 euros cada unidad, tendrán conexión a Internet por radiofrecuencia. Asímismo, serán distribuidas y recogidas por el personal de la Universidad al inicio y final de cada clase en la que sean utilizadas. Aparece aquí la duda: valorar si el tiempo invertido en la construcción del aula y el número de personas que tienen que encargarse de eso y de garantizar la seguridad de los aparatos, recompensa la estaticidad del alumno. Probablemente la respuesta sea sí, ya que contribuirá a una enseñanza más interactiva y práctica.
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