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La desaparición de especies en la Ría del Piedras moviliza a los pescadores

La desaparición de especies en la Ría del Piedras moviliza a los pescadores

Las asociaciones de El Rompido envían un informe a la Junta y alertan a las cofradías de Punta, Lepe, Isla Cristina y Ayamonte · El banco piscícola nutre de peces, crustáceos y mariscos el Golfo de Cádiz
Rafael Moreno / Huelva, pesca | Actualizado 15.11.2009 – 05:01
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Un barco pesquero descarga su pesca en el puerto de El Rompido tras sortear las decenas de amarres ubicados en la ría.
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Corren malos vientos para el futuro de la pesca en el Golfo de Cádiz. La reciente constatación por la Universidad de Granada de que el Guadalquivir se ha convertido en un río casi muerto en su tramo sevillano y onubense (Doñana) y las graves amenazas que sufre la Ría del Piedras, el segundo banco piscícola europeo, debido a la proliferación de puertos deportivos, amarres, dragados, obras y contaminación por el tránsito de embarcaciones de recreo están haciendo reaccionar al sector pesquero. Un conglomerado económico del que dependen miles de familias, muy rico en biodiversidad marina, costera, y refugio de parados en épocas de recesión, crisis y deflación como la actual.

El miedo a que el Golfo de Cádiz pierda su fama de despensa atlántica y desaparezcan sus criaderos naturales de pescado ha llegado ya a las cofradías de pescadores y colectivos vecinales.

Por eso la Asociación de Marineros y Armadores del puerto pesquero de El Rompido ha decidido enviar a las consejerías de Medio Ambiente, Obras Públicas, Agricultura y Pesca y a las cofradías de pescadores de Punta Umbría, Lepe, Isla Cristina y Ayamonte un informe que advierte que «las actuaciones llevadas a cabo en los últimos diez años en el río Piedras y que están siendo promovidas por el Ayuntamiento de Cartaya para beneficiar a promotores urbanísticos e inmobiliarios conducen a un desastre ecológico sin parangón». Los pescadores locales aseguran que la saturación náutica es la razón principal que está llevando a la desaparición de especies piscícolas comerciales. Una milla y media de fondeos en el río, 2.535 atraques clavados en el fondo, y miles de viviendas nuevas, hasta 7.000, solamente en El Rompido Este (Urverosa-La Galera) «están destruyendo lo que la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Educación (FAO) califica como el banco piscícola más rico de España y el segundo de Europa por su importancia para la conservación de la biodiversidad en el Atlántico andaluz».

La Asociación de Marineros asegura en su estudio que los fondeos están colmatando el río y contaminando las aguas a través de las mareas, que transportan los nocivos residuos de las pinturas antiincrustantes hasta los refugios de las algas y alevines. Estos restos de pinturas se cuelan así en marismas, esteros y caños donde peces y crustáceos realizan el desove para llegar después al Golfo, desde Ayamonte hasta Cádiz.

Desde las templadas y ricas aguas de la ría del Piedras salen cada temporada millones de alevines y eclosionan especies como el robalo, dorada, baila, sargo, lenguado, centollo, cañaílla, pulpo, choco, corvinata, mojarras, salmonetes, lisa, congrio, anguila, raya y langostinos. Además el río acoge la época de desove del ostión, almeja fina, longuerón (navaja) caballitos de mar, erizos, estrella de mar, berdigones, cangrejos de roca, rayas, cazón, boquerón, caballa y una larga letanía de especies sobradamente conocidas en las lonjas y muy apreciadas a la hora de su comercialización.

Toda está diversidad se ve amenazada y los pescadores mantienen que en los últimos años, en plena época de desarrollismo turístico y náutico, han desaparecido especies tan cotizadas como la langosta y otras como el cazón, chirla, camarón, corvina, baila, caballa, acedía o rayas.

Las especies más afectadas por «este proceso imparable de esquilmación consentido por las administraciones», aseguran los marineros, son las que se refugiaban en las praderas de posidonia, plantas acuáticas muy comunes aquí y de notable importancia ecológica.

Los pescadores insisten en la colmatación del río. En el muelle del Terrón, hace 20 años, había en bajamar 2,40 metros de agua. Hace tres años los barcos ya no pudieron pasar hacia la Ribera de Cartaya porque no había agua a un kilómetro de El Terrón. Una zona en la que se construían barcos de hasta 19 metros de eslora. El río ha perdido tres metros de calado.

Los marineros recalcan que entre Aguas del Pino y la casa de Las Veguillas, tramo que ocupa la Asociación Náutica San Miguel, existe «un rosario de praderas de posidonias ricas en zooplancton donde se crían especies únicas» y exigen que la Junta de Andalucía proteja este tesoro de biodiversidad marina.
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