CÁCERES
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El ADN y los misterios de la historia
José Antonio Lorente, profesor de medicina legal, médico forense y colaborador del FBI, explicó ayer en Aula HOY algunas de los secretos que el código de barras humano permite descubrir
ANTONIO J. ARMERO/CÁCERES
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En 1917, los bolcheviques asesinaron al Zar de Rusia y a su familia. Unos cuantos siglos antes murió Cristobal Colón, que descubrió América pero no tenía ni idea de lo que era el ADN.
Esas siglas, que ninguno de los dos personajes históricos conocieron, permitirán averiguar datos sobre sus vidas, y sobre su muerte, que hace unos pocos años eran pura entelequia.
El Ácido DesoxiriboNucléico, que algunos traducen al lenguaje llano como el código de barras humano, fue el protagonista de la charla que José Antonio Lorente Acosta (Almería, 1961) impartió ayer en el salón de actos de Caja de Extremadura, dentro del ciclo de conferencias de Aula HOY.
La importancia del ADN
El profesor de medicina legal y médico forense desentrañó alguna de las claves que explican por qué el ADN ocupa, desde hace unos años, titulares de noticias en periódicos de todo el mundo, minutos en emisoras de radio o espacios televisivos en horario de máxima audiencia.
Algunas de las series que ocupan las parrillas de programación que las cadenas reservan para los minutos de máxima competencia no existirían, o resultarían por completo inverosímiles, si no existiera el ADN. En lugar de personajes estereotipados con placa en la chaqueta, la lección la impartió ayer un verdadero experto en la materia, director del Laboratorio de Identificación Genética de la Universidad de Granada, donde también imparte clases de criminología, y colaborador del FBI.
Durante algo más de una hora, José Antonio Lorente habló sobre la verdadera labor de los forenses – «la mayoría de nuestros trabajos son con personas vivas, en contra de lo que se cree», afirmó- y de las puertas que el ADN ha abierto a la investigación criminalística. «La criminalística -explicó Lorente- permite responder a dos preguntas claves: quién ha cometido un crimen y en qué circunstancias ha tenido lugar».
La saliva, las huellas dactilares o los pelos permiten obtener datos concluyentes, que ayudan a la justicia a resolver casos que sin el ADN tendrían un final más incierto. «Los pelos, por ejemplo -contó el profesor andaluz- son básicos en aquellos crímenes en los que ha habido un forcejeo entre agresor y víctima, una circunstancia especialmente frecuente en las agresiones sexuales».
Los huesos
Más datos aún proporcionan los huesos. La antropología acierta, a partir de un hueso, a detallar el sexo, la estatura y la edad en el momento de la muerte. El Ácido DesoxiriboNucléico permite, además, poner nombre y apellidos a los restos óseos. «En el campo legal -detalló José Antonio Lorente-, el ADN tiene aplicaciones en dos ámbitos: el Derecho Civil y el Penal».
En este último, las aplicaciones son múltiples. En el primero, los más habituales son los casos en los que hay dudas sobre la paternidad de una persona. A veces, incluso hay sorpresas. «Muy conocido -detalló- es el caso de aquellas dos mellizas que descubrimos eran de la misma madre pero de distinto padre». Misterios del ADN.