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Una biografía recupera la vida y obra del sevillano Alejandro Sawa más allá del personaje que inspiró ‘Luces de bohemia’

Una biografía recupera la vida y obra del sevillano Alejandro Sawa más allá del personaje que inspiró \’Luces de bohemia\’

La profesora de la Universidad de Granada Amelina Correa recupera en una biografía la vida y obra del escritor sevillano Alejandro Sawa, una bohemio que inspiró al personaje de Max Estrella en la obra de Valle-Inclán \’Luces de Bohemia\’ y que murió joven, a los 47 años, en 1909, por lo que el próximo año se cumplirá el centenario de su fallecimiento.

En rueda de prensa organizada para la presentación de dicha biografía, titulada \’Alejandro Sawa. Luces de Bohemia\’ (Fundación José Manuel Lara), Correa recupera la vida y la trayectoria literaria del autor sevillano, «de la que apenas se conoce nada», según destacó la autora, porque su figura ha quedado «eclipsada» por el personaje del esperpento de Valle-Inclán. «Sawa fue el prototípico bohemio del cambio de siglo», según condensó Correa, quien resaltó también la faceta más humana del escritor reseñando que «fue un desclasado que representaba los valores contrarios de la época que le tocó vivir».
El libro, de carácter biográfico, tiene su origen en la impresión que le produjo a su autora la asistencia de Valle-Inclán al velatorio de Sawa, episodio «definitivo» para que el dramaturgo y poeta gallego decidiera retratarlo en su obra \’Luces de bohemia\’.
«Sawa murió ciego, en la más absoluta pobreza e incluso al final de sus días perdió la razón», según recordó Correa, quien subrayó que fue «su amigo» Valle-Inclán quien hizo «todo lo necesario» para que se publicara \’Iluminaciones en la sombra\’, título póstumo de Sawa al que la profesora se refirió como «su obra cumbre, un dietario vital que sigue vigente en la actualidad y que posee el indiscutible valor literario del que carecen sus novelas».
En este sentido, relató que su primera etapa como escritor fue de un «naturalismo radical» que se alejaba de las tendencias cultivadas en la época por otros autores españoles como Emilia Pardo Bazán o Benito Pérez Galdós. «Luego se marchó a París, donde vivió sus años dorados, formando parte de los círculos literarios más renovadores junto a autores como Verlain, que fue su maestro, y el mismo Víctor Hugo», según explicó la biógrafa, quien agregó que lleva trabajando en la vida y obra de Sawa desde 1989, «hace ya 20 años».
«El libro es lo más riguroso posible, pero también está hecho desde la pasión porque he empatizado muy bien con Sawa», comentó Corra, quien dijo, con todo, que se trata de una obra «accesible» al gran público y que no está dirigido a una audiencia «académica o erudita», sino a cualquier interesado en informarse sobre este autor o su época, «o simplemente que tenga curiosidad por la literatura».
En cuanto al proceso de documentación llevado a cabo para su elaboración, «que podría haber dado lugar a un libro de muchas más páginas», desveló que una fuente de información fue el epistolario de Sawa que guardaba la viuda del nieto. En ese archivo se conservan cartas a Rubén Darío, Valle-Inclán o Verlain, además de misivas a su mujer y su hija que la autora ha reproducido pese a que, según reconoció, cuando las leyó tuvo «la sensación de estar violando la intimidad de Sawa, un hombre bohemio pero profundamente enamorado de su mujer», según destacó.
Por otra parte, explicó que fue Sawa quien hizo que Rubén Darío se diera a conocer en los círculos literarios de París y recordó que ambos mantuvieron «una amistad fraternal» que conservaron incluso cuando el sevillano abandonó París para regresar a España, en concreto a Madrid. A tal punto alcanzó su amistad que, según destacó la autora, «Sawa le sirvió de negro» a Darío realizando y firmándole con su nombre unos artículos para un diario de Buenos Aires cuando éste se encontraba ya desbordado de trabajo.
DISPUTA CON RUBEN DARIO
Ese episodio, según explicó, se convirtió finalmente en un motivo de conflicto entre ambos porque Darío no le pagó a Sawa por ese trabajo ni le respondió a las cartas «que una y otra vez» le envió rogándole que fuera a verlo cuando el sevillano enfermó y se acercaba al final de sus días. «Darío no le contestaba o le ponía excusas, así que Sawa le escribió con un tono muy cortante reclamándole las cantidades que le adeudaba», según indicó Correa, quien añadió al hilo que Darío, «tal vez porque tenía remordimiento de conciencia», accedió a elaborar el prólogo de \’Iluminaciones en la sombra\’.
Correa explicó que Sawa vivió sus últimos años «en la indigencia» y que en un periódico del día siguiente al de su fallecimiento se informaba de que la familia no tenía dinero para el sepelio, así que el féretro –según especificó la autora– «fue lo más convencional posible». De hecho, recordó que uno de los clavos del ataúd le rasgó al sien y que sus restos mortales no se conservan porque pasaron a formar parte del osario común del cementerio de La Almudena.
Amelina Correa es profesora de la Universidad de Granada (UGR) y miembro de la Academia de Buenas Letras dicha ciudad. Especialista en literatura española contemporánea, su labor se ha centrado en la recuperación del patrimonio literario de finales del siglo XIX y comienzos del XX. En este sentido, sus estudios superan los 150 entre capítulos de obras colectiva, ensayos en revistas literarias y artículos de divulgación, tanto en España como en el extranjero.
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