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Vivir como un HOBBIT

¿Se imaginan un Hobbitón en Granada? Un pueblo de casas redondeadas, cálidas, con materiales como la tierra y la madera, unas edificaciones de construcción tan ecológica que raya la fantasía. Y, además de la originalidad de sus formas y su propuesta, es en esa parte técnica donde radica el mayor logro de su autor, el arquitecto Eduardo Canals, y donde se aplican las últimas investigaciones de la Universidad de Granada en el tema de materiales.

 

El demiurgo de ese universo es Canals pero el equipo de investigación de la Universidad que ha hecho posible el avance técnico que ha permitido abaratar los costes hasta llegar a los 50.000 euros para realizar una construcción de 100 metros cuadrados está dirigido por Ignacio Valverde. Él es el responsable de las investigaciones que han quedado recogidas en una tesis sobre una tierra mejorable con aditivos naturales. De esta forma, el departamento de Construcciones Arquitectónicas de Ingeniería de la Edificación ha conseguido una mezcla de cal, cemento, grava y una pequeña proporción de un elemento plástico, el polipropileno, que es un material resistente y que no se resquebraja.

«Es superecológico porque utiliza la tierra del lugar, que siempre se puede mejorar con algo de arcilla y arena», destaca el arquitecto catalán afincado en Granada, que descubrió la tesis del Departamento de Construcción investigando sobre materiales para los trabajos que estaba desarrollando en este sentido, pero que tuvo las primeras experiencias sobre este tipo de edificaciones. «Se llevaron a cabo hace ya más de 50 años en California, donde se aplicó el sistema denominado cal-earth que ha demostrado ser muy seguro, preciso y antisísmico».

Pero el invento de este material lo que ha hecho posible es mejorar el proceso constructivo en el que Canals llevaba trabajando desde hacía tiempo: un sistema de bóvedas que se levanta con una tecnología muy moderna. En concreto, un proyectador de alta potencia llamado gunitadora lanza sobre un encofrado que finalmente se elimina y se utiliza para otras construcciones.

La gunitadora ha abaratado la mano de obra que se necesitaba para colocar la mezcla de barro y hace posible no sólo el bajo precio de la construcción de este tipo de viviendas, también su rapidez. «En tres o cuatro días se construye la cáscara», cuenta el arquitecto, quien insiste en la importancia de este hallazgo porque «de una sola tacada solucionan muchos elementos constructivos: las cubiertas, los muros, los aislamientos o la impermeabilización».

Los muros, de 40 centímetros de ancho, consiguen ese aislamiento y en cuanto a estructura, Canals se inspira en las bóvedas de Dalí, un modelo arquitectónico constante tanto por sus curvas de catenaria en su obra como por sus formas orgánicas inspiradas en la naturaleza. Tan constante ha sido en su línea de trabajo que incluso el nombre de su estudio es una prueba de ello: Taller de Arquitecturas Orgánicas.

«Esas construcciones abovedadas se pueden hacer más o menos curvadas o mas o menos redondeadas, se pueden alargar, conectar varias o enlazar», detalla Canals, una cualidad que es lo que las hace similares a las casas de los habitantes de Bolsón Cerrado, ese sistema de cuevas redondas enlazadas por pequeños pasadizos.

Sin embargo, estas construcciones pueden ser también tan esbeltas y diáfanas como admitir hasta dos plantas dentro de cada bóveda.

«Depende de las calidades que se deseen, resultan más o menos económicas». Por ejemplo, si se quieren con las terminaciones que se anuncian en la publicidad elaborada por el estudio de Canals para comercializar estas viviendas, el precio es de 50.000 euros.

Ese precio incluye pavimentos de porcelánicos y tarima flotante, y la siguiente distribución tipo: el espacio diáfano estilo loft incluye dos dormitorios, uno en la planta inferior cerrado pero con ventanas al exterior y otro en la segunda planta que conecta con el salón-comedor, la cocina, un cuarto de baño y la terraza.

«Todas las estancias son muy amplias. Además la distribución se puede cambiar completamente, es más, la edificación de este tipo que ahora mismo he realizado con este sistema es un centro de salud de dos plantas», señala el arquitecto.

La casa piloto incluye también un gran ventanal que sí se puede proyectar orientado al Sur y que dota a la construcción de un sistema invernadero que le confiere el microclima de las cuevas, o en este caso de las viviendas de los hobbits: mucho más fresca en verano y más cálida en invierno, lo que fuera de la tierra media se traduce en un ahorro importante en la factura de Sevillana-Endesa. «Las casas construidas con este sistema quedan aisladas, bonitas y resultan muy ecológicas en su funcionamiento», insiste Canals.

Por este nuevo sistema ya ha construido un centro de salud en Castellón -aunque aún sin emplear el nuevo material ideado por el equipo de la Universidad de Granada- pero acumula ya una larga experiencia como arquitecto. Sólo en la provincia de Granada ha construido el Centro de Visitantes del Dornajo, el Hotel Cuevas del Tío Tobás, el Museo de Gorafe, el Centro de Visitantes de las Cuevas del Agua de Iznalloz, el Hotel Castillo de La Calahorra, el refugio de Postero Alto en Jérez del Marquesado o el Conservatorio de Motril.

En la actualidad vive a caballo entre Granada y Madrid, aunque ha desarrollado su trabajo en muy distintas ciudades. Licenciado en Arquitectura en su Barcelona natal, sus primeros trabajos fuera de Cataluña los desarrolló en la Expo 92 de Sevilla. «Luego me trasladé a Granada porque allí no había muchas oportunidades y aquí empecé a dirigir las obras del Mundial de Esquí. Luego supervisé las del Palacio de Deportes y los Cármenes», dice el arquitecto.

Su último proyecto es un ejemplo de la línea que siguen sus obras, tan alejadas del tópico de la arquitectura minimalista como de la más efectista, ideadas para una clientela con fantasía y amante del medio ambiente e ideal como solución en estos tiempos de crisis.

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