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Una nueva biografía profundiza en la figura de Alejandro Otero

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Una nueva biografía profundiza en la figura de Alejandro Otero

Enriqueta Barranco ha recopilado nuevos datos sobre el ex rector de la Universidad de Granada de 1932, un político preocupado por los problemas de salubridad en la ciudad

Juan ferreras/ efe
investigadora. Enriqueta Barranco con una fotografía de Otero.

ALFREDO MARTÍNEZ (EFE)
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GRANADA. La doctora Enriqueta Barranco ultima una biografía pionera de Alejandro Otero, relevante ginecólogo, rector de la Universidad de Granada en 1932, diputado constituyente de la Segunda República, vicepresidente del PSOE, subsecretario de Armamentos en la Guerra Civil y dirigente del exilio en México.
Otero destacó como médico –fue catedrático de Obstetricia en Granada con 25 años, decano de Medicina y reputado ginecólogo– y como político, faceta en la que fue diputado en las Cortes de 1931, presidente del PSOE granadino en 1932, vicepresidente estatal en 1938, responsable de la compra de armas para la República durante la Guerra Civil y administrador de bienes republicanos en el exilio.

En México impulsó la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles (JARE) y firmó la declaración de la Junta Española de Liberación, que defendió la legitimidad de la República frente al régimen de Franco en la asamblea constituyente de la ONU, celebrada en 1945 en San Francisco (EEUU).

Esta doctora no sólo ha recuperado la memoria biográfica de Otero, sino también los más de 1.500 volúmenes de su biblioteca en México D.F. y valiosos objetos históricos, como un busto de la artista Tosia Malamut, ubicado en la Facultad granadina de Medicina.

Ha investigado en una veintena de archivos de España, Francia y México, donde ha comprobado hechos relevantes como el fallido intento de negociación de Otero para entregar a Franco los fondos propiedad de la República a cambio de la libertad de los presos republicanos.

Otero formó parte de la pléyade de figuras artísticas y políticas coincidentes en la Granada de los años veinte del pasado siglo, laminada el 18 de Julio de 1936 y cuya huella histórica ha quedado oscurecida por la esplendorosa figura de Federico García Lorca.

Odiado por los conservadores, que jamás asumieron que un rector de Granada fuese presidente del PSOE e impulsara manifestaciones y huelgas, Otero también sufrió la desconsideración de obreros y campesinos socialistas que le denostaron por su adinerada condición. Regresó a la política municipal granadina en 1936, junto a Manuel Fernández Montesinos, cuñado de Lorca, efímero alcalde de Granada y que fue fusilado días después del 18 de Julio.

Otero logró huir de la ciudad pocos días antes del alzamiento, abandonando comprometedores documentos sobre la inclinación política de los mandos militares, que resultaron letales para los leales a la República y constituyeron la base de su procesamiento por espionaje en rebeldía.

En septiembre de 1936 reapareció en París, en la Comisión Técnica Española que creó el ministro de Defensa, Indalecio Prieto, para conseguir apoyos a la República, y en agosto de 1937 asumió la Subsecretaría de Armamentos de la República, en la que permaneció toda la Guerra Civil, protagonizando una labor que le convirtió en un hombre insustituible para la República según le definió el ministro de la Guerra, Juan Negrín.

Otero gestionó valiosas cuentas de la República en el extranjero, aunque Barranco matiza que, al igual que el oro de Moscú, sacado del Banco de España para pagar armamento ruso, no sumaron tanto dinero como se dijo y se destinaron a pagar compras reales, aunque defectuosamente contabilizadas.

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