Un paseo por todas las granadas
El arquitecto Fernando Acale publica un libro con el origen, la historia, las transformaciones y todas las anécdotas de las plazas y paseos de la ciudad
. 2. La Plaza Bib-Rambla, tras la colocación de la estatua de Fray Luis de Granada.
La ciudad que pudo ser y nunca fue
JESÚS ARIAS
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granada. ¿Por qué el Campo del Príncipe se llama así? ¿Desde cuándo existe la Fuente del Triunfo?¿La Plaza de las Pasiegas tuvo siempre ese aspecto? A ésta, y a otro ciento de preguntas responde el arquitecto Fernando Acale Sánchez en su libro Plazas y paseos de Granada: De la remodelación cristiana de los espacios musulmanes a los proyectos de jardines en el Ochocientos, que fue presentado ayer tarde en el Colegio de Arquitectos. A lo largo de 560 páginas, Acale analiza pormenorizadamente el origen, la función y la transformación de las diferente plazas que van jalonando Granada y que le han dado a la ciudad su fisonomía. Caminar por Granada es pasear por encima de la Historia.
Plazas y paseos de Granada, publicado por la editorial Atrio de la Universidad de Granada, viene a cubrir una profunda laguna que tenía la historia del urbanismo en la ciudad. Hasta ahora, dice Acale, no había ninguna historia de la plazas. La historia urbana de Granada es muy rica y muy compleja, pero ese hueco no estaba cubierto aún. Y creo que todavía hacen falta unos 15 libros básicos sobre la materia.
Fernando Acale se pasea por la memoria de Granada de los últimos 500 años y explica la transformación de su casco urbano y las razones de cada cambio. Siempre se ha hablado mucho de la Plaza Bib-Rambla, comenta. Se dice que allí había mercados, que se celebraban torneos. Es posible. Pero lo que hoy conocemos como Plaza Bib-Rambla es algo absolutamente cristiano. Es una plaza rectangular, amplia, que son dos características esenciales del urbanismo cristiano. Fue una de las primeras intervenciones que se hicieron. La primera de todas fue la calle Elvira, que sirvió como modelo para las demás.
A los recién llegados cristianos no le gustaba el urbanismo musulmán, que no tenía espacios públicos. Tal vez ésa sea la razón de que Granada sea la única ciudad del mundo que tapa sus ríos, como decía Antonio Muñoz Molina. Para los lugares de esparcimiento, los musulmanes utilizaban las entradas de la ciudad o bien pequeñas plazas con aljibes. Los cristianos querían plazas castellanas, rectangulares, grandes, con soportales, señala Acale. La del Campo del Príncipe, que se construyó entre 1513 y 1518, es una de las primeras. ¿Y por qué se llama esa plaza Campo del Príncipe? Acale responde: Estaba dedicada al príncipe Juan, hijo de los Reyes Católicos. Pero murió.
Otra de las intervenciones que trataban de unificar el criterio de remodelación de la ciudad bajo una nueva perspectiva fue la Plaza de los Lobos. Era otra plaza castellana, rectangular. Su nombre viene de que allí vivía un cazador de lobos que acostumbraba a colgar las cabezas de esos animales en su balcón. En la Plataforma de Vico, el primer plano que se hizo de Granada, ya se veía que el Barrio de la Duquesa ya estaba en ampliación.
La expulsión de los moriscos, a finales del siglo XVI, supuso un retroceso en la actividad económica de Granada y también en su edificación. Además de las plazas, en la época barroca comienzan a aparecer los jardines y las alamedas en Granada. También elementos religiosos en el espacio público. En 1628 se crea la Plaza del Triunfo con la imagen de la Inmaculada Concepción. Se levantó como desagravio a un pasquín blasfemo aparecido por las esquinas de Granada dentro de las disputas marianas que existían en la época. La escultura es de Alonso de Mena.
Veinte años después se ubicó en el Campo del Príncipe el Cristo de los Favores. Ambos espacios, la Plaza del Triunfo y el Campo del Príncipe evolucionaron paralela y escalonadamente, comenta Fernando Acale. Surgieron sobre antiguos cementerios musulmanes, que se había convertido en ejidos, en lugares que podía usar libremente toda la población. La Plaza del Triunfo era la entrada de la ciudad. Allí, a las afueras entonces, se construyeron el convento de La Merced y el Hospital Real.
¿Y cuáles son las plazas más interesantes de Granada? El arquitecto no lo duda: Bib-Rambla y Plaza Nueva. La transformación de Plaza Nueva es muy interesante. Se hizo de una manera cochambrosa. Al comienzo fue la plaza del mercado. Luego se construyó un trozo de plaza sobre el río en lo que fue un artificio ingenioso. La gran transformación vino en el siglo XIX.
Una de las cosas más llamativas es que Granada nunca se expandió, nunca salió de sus propios límites hasta el mismo siglo XX. Los límites dibujados en la Plataforma de Vico se mantuvieron hasta el siglo pasado, reflexiona Acale. Todas las construcciones que se hacían se realizaban sobre lo que ya existía. Un palacio renacentista se construía sobre una edificación musulmana. En cierto modo, la ciudad se autofagocitaba. No crecía hacia las afueras.
La intervención tal vez más traumática que experimentó Granada fue la Gran Vía de Colón, que supuso la destrucción de una gran cantidad de edificaciones nazaríes, pero también abrió la ciudad a la modernidad. Tal fue el auge de la industria azucarera y la riqueza de la burguesía que un edificio de la Gran Vía, el que hoy alberga una sucursal de la Caja Rural y que hace esquina entre Gran Vía y Reyes Católicos en dirección a Plaza Nueva, es una réplica exacta del edificio de la compañía de seguros Nueva-York en París. Los propietarios lo vieron en la capital francesa y encargaron uno igual para Granada. La ciudad, entonces, tenía cierto regusto parisino.
Otra de las curiosidades que aborda el libro es el barrio de Fígares, que surgió en 1923 de la mano de un alcalde, Germán García Gil de Gibaja. Planteó reformas menores, pero fue muy interesante. Quería construir casas baratas para obreros y hubo cierta polémica. Hoy, ese barrio, es uno de los más cotizados.
Otro alcalde, Antonio Gallego Burín culminó bastantes proyectos planteados en la República que quedaron paralizados en la guerra. La Plaza de las Pasiegas, tal como se ve hoy, es obra suya. Parece que estuvo siempre así. Por eso hay que pasear por la historia.