Un nuevo plan estratégico a tres bandas busca el impulso definitivo de la Zona Norte
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Granada
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C. RODRíGUEZ
GRANADA. A paso lento, pero firme se gesta un nuevo proyecto que podría ser el revulsivo definitivo que la Zona Norte reclama y necesita desde hace más de una década. No ser el primero que sale a la luz -dos planes de similares características que no fraguaron en la zona lo preceden-, puede convertirlo en el primero que tenga garantía de éxito en su aplicación. Y es que el llamado nuevo Plan Estratégico Integral de la Zona Norte conlleva dos aspectos que antes no estuvieron presentes: la implicación política, por primera vez, de las tres administraciones (Junta de Andalucía como impulsora, Gobierno central y Ayuntamiento) y, el elemento más importante, la participación ciudadana no como simples receptores sino como principales creadores. Serán ellos, los vecinos de los barrios los que con la ayudas establecidas tomen las riendas de su destino.
Noviembre de 2006 fue el punto de partida de un trabajo que se avista largo. Tanto, que responsables de la comisión de zona del proyecto formada por miembros del Consistorio y de la Junta datan una aplicación de ejecución a largo plazo que se puede prolongar de 10 a 12 años. Más cercanas se sitúan las fechas de arranque de la primera fase del plan y de las propuestas específicas que se van a realizar de manera paralela y que se enviaron la semana pasada a la comisión política provincial para su aprobación.
Será después de las elecciones cuando se ponga en marcha la fase informativa que supone garantizarse la credibilidad de los residentes de la zona (más de 35.000), que están cansados ya de ser objeto de diagnósticos y proyectos, y el compromiso de diversos sectores de la sociedad para que el trabajo sea estratégico. Esto es, conseguir que los empresarios colaboren en la construcción del tejido productivo y favorezcan la inserción social para que se reduzca la alta tasa de desempleo, que en el caso de las mujeres supera el 50 por ciento. Apostar por la colaboración sindical para que sean artífices de cursos de formación y empleo que den respuesta a la situación de aquellos jóvenes que abandonaron los estudios. Dentro de esta primera fase, también se solicitaría la ayuda de entidades como la Universidad de Granada y de las cajas de ahorros, como propulsoras de recursos formativos y financieros -microcréditos- que ayuden a las familias necesitadas.
La segunda fase del plan es la denominada de diagnóstico. Se trata de palpar la realidad más cercana, comentan desde la Delegación para la Igualdad y el Bienestar Social. Más que establecer programas y planes se preguntará directamente a los vecinos qué quieren y qué necesitan en el barrio de manera directa, para que sean ellos los que pongan las bases de los programas. En este sentido, programas paralelos como el que lleva a cabo la Oficina de Rehabilitación de Almanjáyar serán clave. La oficina tiene por objetivo la creación de cerca de 200 comunidades de vecinos -ya tiene constituidas unas 60-, y que serán los pequeños focos de intervención del resto de programas. Pretendemos que lo que se haga llegue a toda la gente y les afecte de manera particular, por eso los grupos reducidos serán nuestro destino. Con estos vecinos se pondrán en marcha terapias de choque que hagan ver a los residentes alternativas y propuestas que puedan mejorar su convivencia y vida diaria. Por ejemplo, tenemos pensado utilizar medios audiovisuales que reflejen lo cotidiano y se ofrezcan alternativas efectivas, comentan. Esta fase de diagnóstico está previsto que se ejecute entre 6 y 12 meses, lo que conlleva, que la tercera fase de ejecución teórica del plan propiamente dicho estaría concluida para finales de 2008.
Todas las estrategias y el estudio que salga durante el año de diagnóstico abarcará siete líneas de intervención: Educación, Salud, Empleo, Economía, Seguridad Ciudadana, Convivencia y Vivienda. En todas y cada una de estas líneas de trabajo se encuentran las raíces de los problemas del barrio que no se han movido y que hacen que los planes realizados durante años no hayan conseguido romper las fronteras del sur y del norte que existen en el distrito.
La realidad es que la Zona Norte sigue siendo el espacio urbano que tiene menor nivel de instrucción. El 47 por ciento de las personas no tiene estudios y un 14,2 por ciento es analfabeto, lo que supone que casi un 60 por ciento de las personas que habitan la zona es analfabeto funcional. Este dato lleva precisamente a un problema mayor que es el de las dificultades de escolarización de los jóvenes, la poca implicación familiar en la educación de los menores y los problemas de absentismo y abandono de los estudios que consecuentemente llevan a la nula inserción laboral posterior. Datos como estos, palpables e innegables en los barrios más afectados por la marginalidad, se suman a problemas de inseguridad ciudadana, de tráfico de drogas y a los determinados por la acumulación histórica de viviendas sociales.
Las barreras a superar están claras desde hace mucho tiempo para los equipos de trabajo que en menos de un mes se pondrán manos a la obra, ahora tan sólo hay que esperar que el primer intento común de cambio en la Zona Norte se convierta en unos años en la revolución definitiva.
Iniciativa. Impulsado por la Junta, el Plan Estratégico Integral de la Zona Norte, implica al Ayuntamiento
y Administración central en un proyecto a largo plazo protagonizado por los vecinos y que busca un cambio estratégico