\’Un día en Mongolia\’, oriente lejano
El Crucero del Hospital Real acoge una muestra en la que pueden contemplarse objetos como el \’ger\’, la tradicional tienda-vivienda nómada que puede montarse y desmontarse en sólo un par de horas
J.A. / Granada | Actualizado 30.01.2009 – 05:00
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Una visitante contempla el 'ger', la tradicional tienda mongola.
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Algunos de los objetos ornamentales de la exposición.
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Mongolia. Un país tan aparentemente lejano y, sin embargo, tan cercano y fascinante. Ésa es la impresión que ofrece la exposición Un dia en Mongolia que, desde ayer, puede contemplarse en el Crucero del Hospital Real y que ha sido organizada por la Fundación La Caixa y la Universidad de Granada. A través de objetos artesanales, tiendas-vivienda (conocidas como \’ger\’) y diversos utensilios, el visitante puede conocer en profundidad la realidad de un país que tuvo una de las hegemonías más largas de la Historia.
«Centauros indómitos capaces de pasar días y noches sin bajar del caballo, alimentándose con la sangre de las cabalgaduras». Así es como el viajero Marco Polo definió a los ejércitos mongoles en su libro Il Millione y cómo describía el ardor guerrero de un pueblo que se lanzaría a la conquista de decenas de reinos en su entorno. Hombres nómadas habituados a vivir en el desierto de Gobi, en las duras estepas y en las condiciones más adversas. Hoy todavía mantienen muchas de esas costumbres.
En la muestra se puede contemplar una verdadera \’ger\’, una tienda-casa que se puede montar y desmontar en cuestión de dos horas y que es el verdadero hogar de los mongoles. En su interior guardan los cofres con sus pequeñas joyas y las camas familiares. La cocina y los comestibles se quedan fuera, a la intemperie.
Curiosamente, las \’ger\’, tiendas circulares hechas a base de celosías de madera cubiertas por pieles, están hechas de tal modo que el cono del techo puede abrirse para que sus moradores puedan ver las estrellas. El techo está, precisamente, alineado con la osa mayor. La estufa para caletar la vivienda se coloca exactamente debajo de esa abertura del techo para que, de ese modo, la estufa, que representa la tierra, y el techo, que representa el cosmos, estén en contacto.
«El imperio mongol fue el imperio más grande en extensión de todos los tiempos», explicó ayer Luis Reverter, un alto responsable de la Fundación La Caixa. «La cultura mongola siempre ha mantenido su esencia de cultura del desierto. Es una sociedad que fue capaz de conquistar a sociedades aún más avanzadas. Ésta, sin embargo, no es una exposición sobre el imperio o sobre Gengis Khan, es una exposición sobre la vida cotidiana en la cultura mongol de hoy».
Reverter incidió sobre ciertas curiosidades en la cultura mongola: pese a profesar distintas religiones, que van desde el chamanismo hasta el budismo, los mongoles jamás han disputado por cuestiones religiosas y ha convivido armónicamente en paz entre ellos. Eso tal vez tenga su razón de ser en la necesidad de la supervivencia viviendo en unas condiciones tan adversas y a la suerte de las inclemencias del tiempo.
La muestra está dividida entres aspectos temáticos: la forma de vida en un \’ger\’, las tradiciones, a través de la indumentaria y la estrecha relación que mantienen con los animales, y las formas de vida religiosas.
El visitante puede contemplar, por ejemplo, la manera artesanal en que los mongoles producen la mantequilla o cómo hacen fermentar la leche de yegua para que produzca defensas en el cuerpo. Otro de los apartados es el de la ornamentación: todos los objetos y utensilios don de gran sencillez, pero ricamente adornados por dibujos o figuras. Uno de los objetos más llamativos en la exposición es un juego de ajedrez tallado con soberbia exquisitez y un enorme buen gusto. La exposición podrá visitarse hasta el próximo día 15 de marzo. Será una forma de adentrarse en un mundo distante, ajeno, para tan próximo en el fondo.
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