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Todo igual, nada es lo mismo

COMO sucede en la vida cotidiana, todo permanece igual aunque ya casi nada es lo mismo. El Auditorio Manuel de Falla ‘estrenó’ ayer su reforma y, a primera vista, poco ha cambiado dos años y cuatro millones de euros después. Al mismo tiempo flota en el ambiente una sensación de estreno. La primera impresión de cambio llega en el acceso, con las nuevas puertas de entrada. Ayer, el hall estaba plagado de fotografías del Festival de Música y Danza que hacían compañía al busto de Manuel de Falla, que permanece en el mismo lugar y que no ha necesitado reforma alguna. Pero la sensación de estar estrenando llega al de probar los nuevos asientos, acabados con una funda textil confeccionada con tapicería ignífuga. Algo duros pese a los 500 euros que costó cada uno.

Entre los asistentes estaba Salvador Mas, director de la Orquesta Ciudad de Granada (OCG), que se mostró «muy orgulloso de volver a casa». «Esto es un impulso de entusiasmo y optimismo tanto para nuestro querido público como para la orquesta», dijo el director catalán antes de adentrarse en el patio de butacas. «Escuchar el concierto con público es la prueba de fuego para comprobar la acústica tras la reforma», continuó Mas. También asistió el alcalde de Granada, José Torres Hurtado, con su equipo de gobierno casi en pleno. Algo más tarde llegó Enrique Morente y su familia, atrapados en un atasco en la ciudad. También quisieron arropar la reapertura del auditorio Antonio Martínez Caler, presidente de Diputación; Juan Cruz, subdelegado del Gobierno; Francisco González Lodeiro, rector de la Universidad de Granada; Enrique Gámez, director del Festival Internacional de Música y Danza de Granada y Francisco Cuenca, delegado de Innovación de la Junta de Andalucía.

Pero si había alguna estrella indiscutible en la noche, ésa era la Morente, que apareció en el escenario con una falda de vuelo, una chaqueta negra entallada, pañolón blanco y un colgante asomando por el bolsillo en forma de estrella plateada. Su preciosa actuación fue seguida desde uno de los palcos del auditorio por su padre, Enrique Morente: serio, casi sin pestañear, aunque con un enfado creciente por los problemas de sonido que se empeñaron en enturbiar la actuación de su hija junto a la OCG.

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