Asunción Arco se levanta cada día a las cinco de la mañana. Lo hace para sacar horas a un día que se le hace demasiado corto. Estudia de madrugada, va a trabajar por la mañana y por la tarde asiste a clase. Asunción es una de los 1.297 alumnos matriculados este curso en la Universidad de Granada de 41 años o más. El suyo no es, por tanto, un caso excepcional, pero ayuda a ver las dificultades con las que se enfrenta este colectivo de alumnos.
La Universidad de Granada es cada vez más madura. Este curso cuenta en sus aulas con 13.575 alumnos mayores de 25, de los que 1.297 -o lo que es lo mismo, un 9,5%- superan la barrera de los 41 años. En el curso 2007/08, el número de matriculados que superaban la cuarentena era de 1.051, un 7,5% del total de los mayores de 25 años. En apenas seis cursos, el porcentaje de alumnos de más edad ha aumentado dos puntos con respeto al total de matriculados de más de 25 años.
El número de estudiantes que deciden iniciar una carrera o sumar una segunda o tercera titulación con más de 25 años -edad a la que se supone que la mayoría de los universitarios consiguen finalizar sus estudios y se incorporar al mercado laboral- ha crecido en los últimos años de forma constante hasta el pasado curso, cuando se experimentó un descenso de matriculados. Si en 2007/08 el número total de mayores de 25 años era de 13.910, en dos cursos creció hasta los 14.372, y en 2010/11 se llegó a la cifra más alta de los últimos siete años, con 14.691 matriculados. Este pico ha tenido un descenso en los dos últimos cursos, sobre todo en 12/13, con 13.575 matriculados. Sobre todo han descendido los alumnos de entre 25 y 35 años, con 806 matriculados menos que en el curso anterior.
El aumento de los últimos años puede explicarse, según el Vicerrectorado de Estudiantes, por las vías de acceso que se habilitaron en el Real Decreto 1892/2008 de 14 de noviembre. Ese texto reguló, por primera vez, el acceso a la universidad de mayores de 45 años que carecían tanto de titulación como de experiencia laboral como profesional. También fijaba el modo de acceso para a los mayores de 25 y 40 años. Este último grupo puede acceder a la Universidad acreditando una determinada experiencia laboral o profesional aunque no tenga titulación académica.
Por sexo, también se observa un ligero cambio en el perfil del alumnado en los últimos años. Hace siete cursos, ellas superaban a sus compañeros matriculados en 145 alumnos. Este curso, las mayores de 25 años siguen siendo más, pero las diferencias se han acortado a sólo 113 alumnos. Las mujeres superan claramente a los hombres en los grupos de más de 41 años y en el que va de 25 a 30 años, mientras que se produce un empate a 471 matriculados para los que tienen entre 36 y 40 años.
El grupo de más de 41 años es el que más ha crecido en los últimos años, mientras que el engloba a los estudiantes de entre 25 y 30 años ha mermado de los 10.594 alumnos hace siete cursos a los 9.228 de éste, lo que supone un 13% menos.
En cuanto las titulaciones que más eligen los estudiantes de más edad, las carreras técnicas son las que cuentan con más alumnos. Así, en Arquitectura hay 642 matriculados mayores de 25 años; en Arquitectura Técnica se contabilizan 557; Derecho suma 126 en el grado y otros 710 en la licenciatura; Farmacia, 670; la licenciatura en Administración y Dirección de Empresas, 385; y Relaciones Laborales, 372.
La vicerrectora de Estudiantes de la UGR, Rosa María García, explica que esta tendencia de más alumnos con más edad se debe «la fuerte influencia social de la crisis», que «ha convertido a la Universidad, por su capacidad formadora, en una respuesta para quienes, sin posibilidad de acceder al mercado laboral, buscan una salida de futuro».
No en todos los casos es así. Asunción Arco estudia el grado en Relaciones Laborales y Recursos Humanos porque «a mí, personalmente, me gusta». Otro caso similar es el de José Ignacio Vico, de 37 años, licenciado en Ingeniería Electrónica y embarcado en la aventura de sacar adelante la licenciatura de Física. «Ésa era mi vocación, pero vi que la Electrónica tenía más salidas y una vez terminada la carrera decidí matricularme». Compagina a duras penas las asignaturas de cuarto y quinto de carrera con su trabajo. «Es imposible, las carreras no se plantean pensando en la gente que tiene trabajo», critica.
En estos dos casos los estudiantes han decidido volver a las aulas para ampliar conocimientos. En este sentido, la vicerrectora de Estudiantes de la UGR explica que «la presencia en la Universidad obedece a un enriquecimiento personal», un motivo al que se une «las posibilidades que abre para la promoción profesional» completar estudios universitarios u obtener una segunda o, incluso, una tercera titulación.
La búsqueda de este enriquecimiento personal fue la primera motivación que llevó a Mari Carmen Ruiz a matricularse en el grado en Bellas Artes en la UGR. Una formación que le benefició por partida doble, pues además de adquirir nuevos conocimientos, al poco tiempo fue contratada en la Universidad como limpiadora. El de Bellas Artes es uno de los grados que más alumnos mayores de 41 años tiene, concretamente 46 -por cierto, la mayoría mujeres-, mientras que la presencia de estudiantes en una horquilla de edades de entre 31 y 40 años es de apenas 16.
Mari Carmen Crespo -que lleva tres años en la UGR- reconoce que estudiar el grado de Bellas Artes no era su primera opción. «Yo quería estudiar Filosofía», afirma, aunque ahora, confiesa, «lo que más me llena es el dibujo. Cada vez quiero dibujar más».
Jorge Marín también ha visto en la Universidad la posibilidad de ampliar horizontes. Tiene una empresa de construcción y, con la crisis, su empresa ha pasado de tener diez empleados a estar solo. Decidió matricularse en Educación Infantil porque ése es el trabajo de su pareja. Probó, le gustó y con 34 años decidió matricularse en Educación Infantil en la UGR. «Ahora aprovecho mucho más el tiempo, una hora de estudio es una hora en la que rindo al cien por cien», asegura.
En este aspecto coincide con José Ignacio Vico. «Soy capaz de optimizar mejor mis recursos», asegura este estudiante en la licenciatura de Física que también confiesa que se ha encontrado con varios cambios en su segunda etapa como universitario. «Ahora la gente estudia para sacarse el título. Tengo compañeros que me preguntan por qué estudio si ya tengo una licenciatura».