DESPUÉS de que Angela Merkel viniera la semana pasada a pasar el algodón por la economía española, si a algún joven preparado y parado le quedaban dudas de que en Alemania está su futuro profesional, tras saber que existen entre 500.000 y 800.000 empleos esperándole, comprenderá que allí está el nuevo paraíso laboral.
Aunque no tan nuevo… Ya en los años 70 se hizo famosa la importante emigración de españoles a Alemania con la comedia de Pedro Lazaga ¡Vente a Alemania, Pepe!, con Alfredo Landa y José Sacristán; no obstante, ahora en aquel país no se demanda mano de obra básica, sino profesionales especializados y cualificados, como ingenieros de telecomunicaciones, industriales, informáticos, arquitectos y demás profesiones técnicas.
Por ello las academias de alemán están empezando ya a hacer su agosto, tanto que ofertan el aprendizaje del difícil idioma germánico orientado exclusivamente al trabajo, ya que se exige poseer un nivel medio de conocimientos.
La falta de oportunidades en España, la terrorífica tasa de paro, la precariedad de los contratos y las malas condiciones salariales, cuando se tiene la suerte de poder trabajar, son los motivos principales que impulsan a los jóvenes a emigrar a Alemania, y nuestra ciudad, Granada, no se escapa de esta nueva emigración, ya que muchos jóvenes formados en la Universidad de Granada también se están apuntando al carro laboral alemán. Esta tendencia está ya desbordando al portal de empleo europeo que no da abasto en la información a los interesados sobre sus posibilidades de trabajar en Alemania.
Y es que la calidad de vida en el país germano es mucho más elevada que en la crítica España, allí tienen estupendos salarios, que les dan para pagar holgadamente comida, vivienda y ocio -un arquitecto mileurista en España, no cobra menos de 4.000 euros en Alemania-, mientras que aquí muchos no tienen ya ni para una barra de pan y otros vivimos en permanentes números rojos a causa de la subida del IVA, de la luz, del gas, del transporte, de la bajada de sueldos ya escasos, de la congelación de ridículas pensiones, sin contar con lo que nos espera tras la jubilación…
Pero según los sociólogos esta nueva corriente migratoria está lejos de convertirse en una auténtica fuga de cerebros, ya que se trata de movilidades temporales, lejanas a la emigración de los pasados años 60 y 70, y esperemos que no se equivoquen, porque, tal y como está el percal laboral nacional, parece más oportuno adaptarse definitivamente a la vida en Alemania y olvidarse de trabajar en España. Y es que allí hay mucha más actividad, muchas más oportunidades y mucho más reconocimiento profesional, se apuesta de verdad por el talento y se valora el trabajo, y eso evidentemente prevalece frente a la desidia, el enchufismo, el pelotillero de turno, y el deporte nacional, la envidia.
En fin, está claro que, por ahora, quien quiera pan debe aprender alemán y marcharse a trabajar a esa tierra de oportunidades. Mucha suerte a todos…