Rusiñol logró en Granada acercarse al máximo a su ideal artístico
g.h.
experta. Margarida Casacuberta, responsable de coordinar todas las actividades del Año Rusiñol.
J. MUÑOZ
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granada. El Ayuntamiento de Sitges recordará durante 2006 y 2007 a Santiago Rusiñol, artista polifacético, precursor del modernismo en España y un auténtico activista cultural de principios del siglo XX que vivió en Granada una de sus etapas creativas más importantes. La comisaria del Año Rusiñol, Margarida Casacuberta, explica cómo se ha preparado este aniversario y cómo piensan implicar a Granada en el mismo.
–A los 75 años de su muerte, ¿Qué aspectos son necesarios recordar sobre Santiago Rusiñol?
–Rusiñol es un personaje muy presente en Sitges y, en general, en Cataluña, quizás no tanto por su obra pictórica o literaria como por la fascinación que aún ejerce su imagen como artista, los valores e ideales que guiaron su vida y sobre los cuales se fundamentó su obra. Rusiñol, no lo olvidemos, es la cabeza visible del movimiento modernista, uno de los referentes más importantes de la modernidad en Cataluña.
–¿Qué se ha olvidado de su figura en este tiempo?
–Quizás su capacidad de relación y de diálogo, en general, con sus contemporáneos. A Rusiñol se le conoce, por ejemplo, como el caminante de la tierra, que es el subtítulo de una de sus biografías, publicada recientemente. Su viaje no es sólo un viaje individual sino también colectivo. Cuando llegó a Granada por primera vez lo hizo con un profundo sentimiento regeneracionista. España estaba enraizada en plena guerra de Cuba. Rusiñol, en la búsqueda de los jardines abandonados de España, encontró unos interlocutores importantes entre la intelectualidad regeneracionista de la Granada de la época: Francisco de P. Valladar, Nicolás M. López, José Ruiz de Almodóvar o el mismo Ángel Ganivet.
–Fue entonces fruto de una época…
–Evidentemente Rusiñol es fruto de una época, la misma que produjo un Pablo Ruiz Picasso o un Antoni Gaudí, entre otros y sin pretender compararlos más allá de su inquietud artística o intelectual y de su relación estrecha con Barcelona durante los años del final del siglo XIX, una ciudad lanzada de lleno a la aventura de la modernidad. Un aspecto importante de esta aventura tiene que ver con la identificación sistemática que hizo el modernismo entre regeneración y cultura.
–¿Se le recuerda poco como literato?
–Es posible. Hemos de tener en cuenta también que, desde 1981, cuando se celebró el 50 aniversario de su muerte con una gran exposición antológica, la producción pictórica de Rusiñol se ha ido revisando periódicamente. Me gustaría resaltar la importancia de la muestra que el Museu Nacional dArt de Catalunya (MNAC) y la Fundación Mapfre Vida propiciaron hace unos diez años y que se ha convertido en un punto de referencia, incluso canónico, para los investigadores. Seguramente es ésta la tarea que debemos emprender ahora con la producción literaria y dramática del artista. La obra literaria escrita por Rusiñol durante los diez últimos años del siglo XIX constituye, como ha demostrado Lourdes Sánchez Rodrigo, profesora de la Universidad de Granada, en su estudio sobre el libro Oracions (1897), uno de los hitos de la renovación simbolista en España. Incomprensiblemente, al margen de las obras completas de Rusiñol, el público no puede acceder fácilmente a la lectura de este libro de poemas en prosa. Si la organización consigue poner de nuevo en circulación estas obras tan importantes o sacar del limbo su producción periodística, el esfuerzo no habrá sido en balde.
–¿Qué iniciativas del programa considera más significativas?
–Lo más significativo y más importante del Año Rusiñol es la posibilidad de tender y estrechar lazos culturales –artísticos, patrimoniales y turísticos– entre distintas ciudades de Cataluña y España a partir del potencial que todavía permite la imagen de Rusiñol. Además de estas generalidades, me parece importante destacar las exposiciones que se están preparando sobre la pintura y sobre sus facetas más desconocidas (dibujante, coleccionista, excursionista, viajero, autor de vodevil, etc.), los itinerarios turísticos sobre sus viajes, las publicaciones de su obra literaria, la confección de una ambiciosa web (Biblioteca de Catalunya) donde se va a encontrar toda la producción literaria y artística, la bibliografía científica que ha generado y las anécdotas que se forjaron a su costa y que todavía perviven en el habla coloquial, o la celebración de un simposio internacional sobre el artista y el Modernismo.
–¿Qué propuestas tendrán a Granada como referencia?
–Todavía no se han concretado, pero vamos a plantearlas en el terreno de la música, de la pintura, del teatro y de la literatura. Por ejemplo, existen numerosos escritos de Rusiñol sobre Granada todavía enterrados en las páginas de la prensa periódica que nos proponemos rescatar y poner en circulación en forma de libro. Por otra parte, considero muy interesante la relación entre Rusiñol y el modernismo catalán con los intelectuales regeneracionistas granadinos, además de la relación de amistad y de colaboración que estableció el artista con los compositores Ángel Barrios o con Manuel de Falla, buenos motivos, ambos, para plantear desde un punto de vista académico las relaciones intelectuales y artísticas en España en el fin de siglo XIX.
–¿Han cursado la invitación a otras instituciones de la ciudad además del Ayuntamiento?
–Además del Ayuntamiento, que manifestó su adhesión al Año Rusiñol, estamos en contacto con la Diputación y esperamos que pronto podamos presentar un programa de actividades adecuado a la importancia que tuvo para Rusiñol el contacto con Granada, tanto con sus paisajes como con sus habitantes. Como sabe, Rusiñol encontró el tema por antonomasia de todas sus obras en el jardín de todos los jardines que fue para él la Alhambra.
–¿Cree que, para un viajero tan inquieto como Rusiñol, Granada fue un punto más en su vida?
–No, de ningún modo. Granada es un punto de referencia importantísimo en la trayectoria artística de Rusiñol, entre muchas otras razones porque recabó en la ciudad en un momento álgido en su evolución artística. Lo mejor del Rusiñol artista, desde mi punto de vista, son algunos de los jardines que pintó en Granada. Aquí encontró el paisaje y el leit motiv que más se correspondía con su experimentación en el terreno del simbolismo decadentista y en Granada parece que Rusiñol consiguió aproximarse al máximo a lo que fue su ideal artístico.