Rilke, adorador del arte
miguel rodríguez
su traductor. Federico Bermúdez-Cañete, gran estudioso de la obra de Rilke.
M. DE LA CORTE
@ Envíe esta noticia a un amigo
granada. Consagrado a la belleza del arte por encima de todas las cosas, Rainer Maria Rilke (1875-1926) se convirtió a través de su obra en un pequeño dios creador. Una muestra es El libro de horas que comenzó a escribir en 1899 y que publicó en 1905, donde el gran poeta del siglo XX toma lo religioso para hablar de temas profanos –algo que se convirtió en una moda literaria en el fin de siglo–. Pasa lo religioso auténtico a la religión del arte, y valora el suyo: la poesía, divinizando o endiosando la tarea del poeta.
Son palabras del profesor titular de Literatura española en la Universidad de Granada Federico Bermúdez-Cañete, que prepara en la actualidad un volumen sobre la vida y obras completas de Rilke que saldrá el próximo año: Un libro de conjunto, de estudio. El gran conocedor de la literatura del autor checo y traductor de varias de sus obras presentó ayer una nueva traducción del considerado primer libro de madurez de Rilke .
Editada por Hiperión y corregida sobre la primera traducción que ya hizo el profesor en 1989, esta obra está estructurada en forma de oraciones. Es un libro de oraciones formado por tres partes: El libro de la vida monástica – donde igual que el monje está concentrado y sin riquezas para adorar a un solo amor que es dios, el artista está concentrado y sin riquezas para adorar la tarea del arte. Una segunda parte sería El libro de la peregrinación, y la tercera, El libro de la pobreza y de la muerte.
En la etapa en la que escribió este libro, Rilke se vio especialmente influido por su amistad con Lou Andreas-Salomé (antigua amante de Nietzsche con la que sostuvo un apasionado idilio que duraría hasta 1899). Tanto que ella aparece en la primera parte unida a la devoción que el autor sentía por Rusia: Le inspira los dos primeros libros que forman El libro de horas. Rusia le ofrece un paisaje de grandes dimensiones y símbolo de lo divino. Abierto a lo divino y a la pobreza, que para él tiene que ver con el desapego del arte. La tercera parte, El libro de la pobreza y de la muerte, está inspirada en París, que le ofrece el esfuerzo técnico artístico. La perfección formal.
La actualidad de este título sigue, a juicio de Bermúdez-Cañete, en la necesidad de cambio. El lector tiene que conectar con una sensibilidad de hace un siglo, cuando había unos deseos muy grandes de cambio ante la entrada, entonces, del siglo XXI.
Y en el caso de Rilke, el paso a otro tiempo necesitaba de un cambio urgente en el que todo no fuera el consumismo, lo exterior, el ganar dinero… Él tenía muy claro que iba a dedicarse toda su vida al arte y no para ganar dinero. Hace una llamada contestataria, alternativa, revolucionaria y dice: Vamos al interior, vamos a la meditación, a la contemplación, al arte como belleza y como conocimiento de la intimidad. El gran autor propone una gran alternativa al consumismo que nos tiene dominados.
Tanto es así que, como explica el traductor, Rilke es uno de los poetas más auténticos por su entrega absoluta. Sin querer riquezas, ni fama. Solamente estar muy concentrado; hasta tal punto de que estaba dispuesto a sufrir mucho con tal de que la obra le quedase perfecta.
Bermúdez-Cañete pone un ejemplo: Lou Andreas-Salomé era una gran escritora pero creía que era más importante vivir que dejar unos papeles. Para él, era más importante que los libros le saliesen sublimes, aunque para eso él terminase machacado, sin amor.