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Recordando a Saramago

NOS comprometemos con la tierra para seguir recordando a Saramago», es el lema que preside las jornadas organizadas por la Universidad de Granada y la Cátedra José Saramago. Un ciclo de conferencias oportuno y necesario en este momento. Especialmente cuando el mensaje que nos llega desde los poderes fácticos nos dice que todo lo que está pasando inexorablemente tiene que suceder así.

¿De verdad los principios que rigen nuestra vida son inamovibles? ¿No es posible otro mundo? «Otro mundo es posible», decían Saramago y los demás ilustres firmantes del Manifiesto de Porto Alegre, allá en enero de 2005, cuando la crisis del sistema capitalista estaba a punto de estallar. «Otro mundo posible -decía el Manifiesto- debe respetar el derecho a la vida de todos los seres humanos mediante nuevas reglas económicas».

Nuevas reglas económicas que por supuesto implican un cambio de mentalidad. Tuve la suerte de poder presenciar el miércoles pasado las intervenciones de los profesores Alberto Garzón y Carlos Taibo. Dos magníficos acercamientos y análisis complementarios sobre el estado de la cuestión. La cuestión es la crisis, mejor dicho, las crisis que nos atenazan, puesto que la crisis que padecemos no es sólo económica, como se suele resaltar, sino también social y medioambiental (el cambio climático, el encarecimiento inevitable a corto y medio plazo de la mayoría de las materias primas o la sobrepoblación de buena parte del planeta). Una situación delicada que exige un análisis apropiado y un esfuerzo por tomar decisiones que cambien la inercia que nos lleva hacia el desastre.

Es falsa la idea que se nos impone acerca de que el bienestar social va unido al crecimiento económico. Sostiene Taibo que el crecimiento económico no provoca necesariamente cohesión social y además suele originar agresiones medioambientales irreversibles y nos convierte en esclavos del consumismo, que falsamente promete más felicidad mientras más bienes de consumo podamos acaparar.

Taibo propone precisamente lo contrario: frente al crecimiento insostenible, piensa que será el «decrecimiento» (trabajar menos, pero todos, consumir menos) lo que nos llevará a un mayor bienestar social y felicidad. Sí, quizá ha llegado la hora de que nos lo replanteemos, de que cuestionemos esta dictadura de la economía, dominadora hasta tal punto que -como también el profesor Taibo sugirió- para seguir así tal vez deberíamos nombrar directamente presidente del Gobierno al señor Botín, y dejarnos de intermediarios.

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