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Picasso rejuvenecido

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Picasso rejuvenecido

Una restauradora de la Universidad de Granada desarrolla un minucioso proceso de conservación para evitar el deterioro de treinta libros ilustrados por Pablo Picasso. Durante seis meses, estos valiosos ejemplares que se custodian en la Fundación de Málaga han sido sometidos a un exhaustivo análisis

JORGE MUÑOZ
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granada. El papel es un material con vida, por lo tanto también envejece con el tiempo. El tono amarillento que toman las páginas de los libros con los años sería algo similar a las canas que se le manifiestan a las personas mayores. Cuando esto ocurre en un volumen que está ilustrado por uno de los artistas más importantes del siglo XX, se plantea la necesidad de realizar un tratamiento para detener este envejecimiento. Pero detrás de esta actuación, además del uso de una minuciosa técnica, hay también una importante combinación de variables que implica desde el control de humedad hasta la forma de colocar el volumen sobre la estantería.
En estos últimos días de enero concluye el proyecto que la joven restauradora Noelia García ha realizado durante seis meses con los libros ilustrados de Pablo Picasso que se conservan en la Casa Natal del artista. Se trata de un trabajo que comenzó en agosto para preparar algunos ejemplares de cara al Octubre Picassiano y que se ha convertido en un preciso trabajo de conservación preventiva.

Además de detener el proceso natural de envejecimiento de un conjunto de 30 libros ilustrados, esta actuación deja establecido un protocolo para su uso y conservación de gran utilidad para los técnicos en documentación.

Según explica Noelia García, los libros no se encontraban muy deteriorados pero presentaban algunas alteraciones que hacía recomendable su actuación. A ello ayudaba el que no fueran muy antiguos, entre 70 y 80 años.

Pero restaurar un libro ilustrado por un artista como Picasso presenta unas particularidades que no se plantean con otros ejemplares, incluso de mayor antigüedad. Para empezar, el conjunto no se podía trasladar a uno de los talleres especializados que realizan estas labores, ya que el seguro sólo los cubre en el lugar en el que se conservan; en los armarios especiales que tiene la biblioteca de la Fundación Picasso en la tercera planta de su sede.

La solución que se planteó fue la de realizar el trabajo en una sala contigua y traer a la especialista para que operara allí. Todo ello con las pertinentes cautelas que requiere un trabajo de este tipo.

Se habilitó una sala para que yo pudiera trabajar y se pusieron todos los medios posibles para que los productos que se usan en este proceso no supusieran ningún riesgo para las personas que trabajan allí, yo misma trabajaba con mascarilla, detalla la restauradora.

En primer lugar, Noelia García realizó un examen visual previo para poder interpretar el manejo de los libros de manera que no se produjese una alteración mayor. Posteriormente pasó a la fase de identificación fotográfica de cada una de las alteraciones. Una vez analizadas gráficamente realizó un informe individual para cuantificar y cualificarlas, algo que sirve a los restauradores para elegir el mejor tratamiento de conservación.

Noelia trabaja con un precepto muy claro: realizar la mínima intervención en el proceso, elegir el tratamiento menos agresivo y mantener el máximo posible de la obra original.

He intentado buscar un producto nuevo que facilite su intervención porque algunos libros presentaban un nivel de acidez elevado y hasta ahora lo que se utilizaba para estos casos era el baño de cal, que a mí me parece un tratamiento demasiado agresivo, dado que los libros tienen poco tiempo. Hacerle un tratamiento de ese tipo es mejor cuando ya se les vea con una degradación más severa, explica la restauradora.

Cuando pasó a la intervención directa sobre las obras, aplicó de forma selectiva un tratamiento para cada ejemplar que iba desde la medida del Ph para determinar el grado de acidez del material hasta la desadificación, el secado y el alisado. En algunos casos incluso fue necesario desmontar la encuadernación.

También analizó si había solubilidad de tintas, reparó los cortes y los desgarros y realizó reintegraciones de zonas perdidas en otros volúmenes. La especialista determinó que no era necesario realizar una desinsectación o desinfección y procedió a una limpieza mecánica para eliminar la suciedad superficial en los libros que requerían este tratamiento. Pero todo este trabajo podía resultar inútil si no se apoyaba con otras medidas complementarias.

Se han desarrollado labores de conservación preventiva relacionadas con la temperatura, la humedad y todo lo que pueda ser malo para la obra. Es importante saber cómo deben están colocados y guardados, ya nadie puede tocar los libros sin guantes, parece una tontería pero las manos tienen grasa que puede acabar impregnada en el papel, precisa Noelia.

Ahora los treinta libros ilustrados de la fundación se encuentran en la casa natal del artista completamente restaurados, como esos pacientes que superan alegremente una operación de cirujía. Y es que hasta han tenido el quirofano en casa.

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