Miro la vida y la ciudad desde mi fascinación por la literatura
pepe torres
autor. El catedrático de Teoría de la Literatura de la UGR presenta mañana Los libros y los días.
BLANCA DURÁN
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granada. Francisco Villaespesa, Federico García Lorca y, por supuesto, Francisco Ayala. La vida de una ciudad está estrechamente vinculada a la literatura y a sus escritores, encargados de dibujar con palabras el paisaje de un tiempo. El catedrático de Teoría de la Literatura de la Universidad de Granada y especialista en la obra de Francisco Ayala Antonio Sánchez Trigueros presenta mañana en la Fundación Euroárabe Los libros y los días. El palco del hechizado, una selección de artículos periodísticos donde los hechos cotidianos de la ciudad se fusionan con pinceladas del buen hacer lingüístico.
–Los libros y los días es una recopilación de artículos sobre Granada y literatura. Del título parece evidenciarse que el transcurso del tiempo se contabiliza con libros. ¿Tan ligada está la vida a la literatura?
–Para mí, la vida siempre acaba desembocando en la literatura. Los libros y los días está formado por un conjunto de columnas periodísticas que fueron publicadas en el suplemento Arte y Letras del periódico Ideal. En ellas hablaba de los libros y de la vida, de la ciudad y de cuestiones cotidianas que nos atañen a todos, aunque siempre desde la fascinación por la literatura. Aludía a las cosas curiosas que cada día suceden en la ciudad y, lo cierto, es que siempre terminaban con referencias a libros o a escritores esenciales.
–En su libro aparece continuamente el hechizado, un personaje que, además de hacer un guiño a Ayala, en los últimos años se ha convertido en su interlocutor más leal, su confidente…
–Es curioso porque, cuando comencé a escribir los artículos, siempre hablaba directamente desde mi opinión y a veces podía dar la impresión de que yo era el hechizado, que en realidad no es más que un fascinado por la literatura. Entonces surge un nuevo momento en el que la voz comienza a desdoblarse y, a partir de ahí , nace el hechizado, un personaje con el que dialogo y converso.
–¿Qué ha aprendido en estos años del hechizado?
–Del hechizado he aprendido a ver las cosas desde diferentes perspectivas. Por ejemplo, cuando hablo sobre La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa, el artículo se convierte en un modelo de crítica dialógica: yo pienso una cosa, el hechizado otra y no existe un juicio final de la obra. En realidad, hay un juicio doble que trato de que sirva de orientación al lector.
–¿Los pequeños artículos literarios se convierten en la forma más adecuada de llegar al público que habitualmente no se acerca a los libros?
–La brevedad siempre tiene un doble atractivo, las cosas más prolijas y largas provocan cierto rechazo. Estos flashes literarios me permiten emitir juicios, orientar al lector, valorar la literatura, hacer sugerencias de lectura… y llegar a un mayor número de personas.
–¿El lector actual se deja aconsejar con facilidad?
–Creo que, en general, el lector tiene en cuenta los puntos de vista de quien sabe que le puede orientar. Las columnas y los guiños literarios que se hacen en ellas se pueden llegar a convertir en un maravilloso juego de complicidades con el lector.
–En Los libros y los días no faltan las alusiones a autores que el tiempo parece haber dejado perdidos en el olvido. ¿Existen culpables de ello?
–Todos somos muy dados al olvido, a veces es inevitable. La literatura universal y la granadina está llena de ejemplos de autores que no sólo no se deben olvidar, sino que deben convertirse en un referente. El recuerdo latente en los libros, los aniversarios o los acontecimientos que se iban sucediendo en la ciudad son las mejores excusas para no caer en estos olvidos.
–En varios pasajes de su libro, el hechizado le pregunta el motivo de su admiración por Francisco Ayala, un autor al que ha dedicado incontables estudios. ¿Qué convierte a Ayala en un escritor imprescindible?
–Francisco Ayala es un clásico contemporáneo. Su obra es una escuela de escritura, concentrada, precisa, de palabra profunda pero sencilla. Su trayectoria novelística resume lo que es la historia de la novela española del siglo XX y su preocupación por el hombre contemporáneo se pone en evidencia en su obra narrativa. Hay mucho Ayala en el libro.
–¿Qué lugar cree que debe ocupar la Fundación Ayala en la ciudad?
–La Fundación Ayala debe ser un referente importante dentro de este modelo de ciudad cultural que se viene hablando desde hace tiempo en Granada. La Fundación Rodríguez-Acosta es un referente artístico en la ciudad y la de Lorca será un centro poético y teatral imprescindible. Ante esto, la Fundación Ayala debe convertirse en un centro de referencia sobre narrativa española y narrativa del exilio.
–¿Qué está motivando el retraso del traslado al Alcázar del Genil?
–Estamos esperando que la consejera convoque una reunión de Patronato para firmar definitivamente la recepción y el compromiso de la Fundación Ayala con respecto al edificio. Ya se firmó el primer protocolo y actualmente queda la firma del convenio definitivo y el nombramiento de un gerente. Esa reunión debería ser lo más rápido posible para poder trasladar definitivamente todo el material y constituir sus distintos espacios.
–Ayala es uno de los grandes especialistas cervantinos que existen en el momento y uno de los mayores estudiosos de El Quijote. Las conmemoraciones, como la que se celebra este año, ¿ayudan a la creación de nuevos lectores o saturan al público?
–Creo que nunca se habla suficientemente de Literatura. Hay quien dice que ya está harto de El Quijote, pero creo que nadie puede estar harto de un libro así. Acontecimientos como el que celebramos este año siempre procuran lectores nuevos y animan a antiguos lectores a releer El Quijote. Al lector se le debe animar, abrir nuevas puertas y bombardear de información para que se dé cuenta de que tiene ante sí una de las mejores obras de la literatura universal. Los homenajes que se le puedan hacer a El Quijote y Cervantes no son sólo algo relativo a la cultura española, sino de todo el mundo. Dedicar un año en el siglo a no parar de hablar de El Quijote no es sólo algo justo, sino necesario.
–¿Recuerda la primera vez que se acercó a El Quijote?
–Comencé a leer El Quijote en el colegio. Esa experiencia que para muchos niños suponía un rechazo, para mí fue maravillosa. Después lo volví a leer en el Bachillerato, en la Universidad… y actualmente soy un lector continuo de El Quijote, en el que me sumerjo como por la Biblia, por cualquier capítulo y leyendo desordenadamente los pasajes.
–¿Qué ha cambiado en los lectores en los últimos años?
–Las preferencias de los lectores cambian continuamente, al igual que lo hacen los estilos. Se va decantando el interés por la mejor literatura y se van creando nuevos espacios literarios en todos los géneros. Existen clásicos que lo son porque ofrecen las claves y dan en el centro del ser humano y nunca perderán vigencia. Siempre nos movemos entre la tradición y la originalidad, manteniendo vivos determinados aspectos que aportándonos matices de la contemporaneidad.