Memoria interruptus
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Leo, con alegría y mal disimulado orgullo en el Granada Hoy del miércoles, que unos compañeros del Departamento de Fisiología de la UGR han evaluado un test de memoria. Siempre me ha atraído la mal llamada multidisciplinariedad, de modo que, ni corto ni perezoso, he decidido volcarme al proyecto. Sugiero como primera pregunta del test, la siguiente: ¿Recuerda usted cómo se dice test en español?.
La consulta no es baladí, ya que el vaticinio de Alfonso Guerra, hecho realidad, a raíz de la primera victoria electoral del PSOE de 1982, contundente e indiscutible, de que a España no la reconocerá ni la madre que la parió se aplica, como es natural, a la lengua castellana, alias española. Evidentemente, al ocurrente político hispalense le sobraba razón, como cualquier ciudadano de mínima capacidad cognitiva en el año citado podrá atestiguar.
En efecto, a partir del primer mandato del PSOE las cosas empezaron a cambiar. Afortunadamente. Pero, me da que los socialistas sólo aportaron el andamiaje organizativo de lo que no tenía marcha atrás tras cuarenta años grises, a pesar de los esfuerzos sobrehumanos de Fraga y otros franquistas formados por él (como Josemari) por frenar el desarrollo social de España.
La noticia en cuestión incluye varias expresiones extrañamente inquietantes; inquietantes por incomprensibles. Ya saben, la ignorancia es la causa principal del miedo. Pero en la Edad del Google, podemos romper con facilidad barreras enigmáticas como la fluencia verbal semántica y el cribado de demencia. El peligro que corremos es que a veces el Google de las puñetas nos lleva a más peligros, como el minimental de Folstein y otras lindezas. Empero todo sirve, por lo visto, para entender mejor por qué el abuelo chochea o, en este caso, si va a chochear.
Pero la cuestión léxica es interesante. ¿Qué pasaría si el sujeto entrevistado manejase a la perfección un vocabulario premultinacional? ¿Qué nota de chochez relativa sacaría si en vez de test, entendiera prueba, tal como se decía cuando el castellano no era tan guay, cuando era mucho más expresivo, preciso y, si se me apura, más científico. ¿Es importante estar puesto en las traducciones mecánicas, es decir, las hechas por ordenador, que nos echa la tele para que no te den de baja por demencia senil?
Entre las incontables aportaciones a nuestra sociedad que nos están aportando los inmigrantes latinoamericanos, hay una que, en mi opinión, sobresale. Consiste en hacernos recordar cómo era la lengua española de aquí, de España, antes de lanzarnos sin vergüenza a abrazar todo lo que venía de fuera. El tópico del dequeísmo y otros deslices tradicionalmente atribuidos a los latinoamericanos, no es más que una manifestación de un complejo de superioridad lingüística para nada justificado.
La gente arriesga sus vidas por estar aquí; muchos se mueren en el intento. Conviene no olvidar este hecho porque en gran medida el futuro socio–laboral estará cada día más en sus manos. Ellos no lo olvidarán jamás, no necesitarán una ley de memoria.
 
						 
					