Entre el pleno empleo y el paro sólo hay un paso, por ejemplo el que lleva a un estudiante a elegir una carrera u otra. Los que estudian Medicina tienen un 92% de posibilidades de estar trabajando al año de licenciarse. Mientras que, de los que optan por Filosofía, sólo un 18% puede aspirar a encontrar trabajo en el mismo periodo.
Éstas son algunas de las conclusiones que se desprenden del informe anual de los egresados de la Universidad de Granada que ha realizado el Observatorio Ocupacional del Centro de Promoción de Empleo y Prácticas del Vicerrectorado de Estudiantes por tercer año consecutivo y que se presentó ayer en el Hospital Real.
Según este estudio, que se basa en la experiencia de 16.361 egresados, la primera generación de estudiantes que se licenció en la Universidad de Granada tras estallar la crisis económica internacional, la de 2007-2008, es la que más está sufriendo las consecuencias de la recesión. Hasta el punto de que, sólo un 51,58% de los egresados de 2008 se encontraban ocupados un año después de haberse titulado, mientras que, de los de la promoción 2006-2007, dos años después estaban trabajando algo más del 56,15% y de la de 2005-2006, lo hacían un 56,72% tres años después.
Por titulaciones, la tasa ocupacional de los egresados en 2008 es muy dispar. Casi en el pleno empleo están, además de los de Medicina (92%), Ingeniería Electrónica (89%), ADE-Derecho (88%), Ingeniería de Telecomunicación (86%), Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos (83%) y Odontología (82%). Y casi en el paro, los de Filosofía (18%), Historia del Arte (20%), Historia (21%), Filología Francesa (22%) y Filología Hispánica (23%).
«Sin embargo, y a pesar del deterioro generalizado en la calidad y cantidad del empleo, se observa un incremento de las oportunidades y de las condiciones laborales de estos egresados conforme transcurre el tiempo desde la finalización de los estudios», explicó ayer el responsable del informe Francisco Valero Osuna.
Basado en datos primarios, extraídos de registros administrativos de la UGR, del Servicio Andaluz de Empleo y de la Seguridad Social, este estudio revela que el promedio de días cotizados en la última promoción analizada (2007-08) asciende a 226 días (unos 7 meses y 25 días) en el año posterior a su egreso. Además, el 60,75% lo hizo al menos durante tres meses.
Pero las tasas de paro más elevadas también se observan entre los egresados de esta promoción, afectando a casi 15 de cada 100 personas (14,33%), lo que supone un incremento de 5,13 puntos con respecto a los que terminaron un año antes (2006-07).
De nuevo en esta edición se ha observado que las mujeres vuelven a presentar mayores problemas de empleo que los hombres en cuanto a los porcentajes de paro registrado un año después del egreso, con un 71,29%.
Es significativo que sólo el 7,9% de los que se licenciaron en la promoción 2006-07 se establecieron por cuenta propia como autónomos. Y que seis de cada diez egresados tienen que desplazarse de su domicilio de residencia hasta el centro de trabajo (60,45%).
Además, es más importante saber que únicamente tres de cada diez egresados de la última promoción, un 31,03%, ha podido ocupar un puesto de trabajo acorde a su nivel de cualificación académico en el primer contrato obtenido durante el año posterior al egreso.
En el informe se refleja que los egresados del curso 2007-08 han tardado de promedio diez días más (4 meses y 13 días) en obtener su primer contrato que los que finalizaron el curso anterior (4 meses y un día de promedio).
Entre las áreas Técnicas, Experimentales y Sanitarias del curso 2005-06, la tasa de inserción basada en la cotización es superior al 70%, lo que significa que más de 7 cada 10 de estos egresados se encontraban insertados en el mercado laboral tres años después de licenciarse.
Y la calidad de las condiciones laborales del primer contrato, según revela el estudio de la Universidad de Granada, también ha disminuido en 2008 con respecto al 2007, tanto en el porcentaje de contratos indefinidos (del 11,72% al 8,7%) con 3 puntos porcentuales de diferencia, como en los contratos a jornada completa, con una disminución de casi 7 puntos porcentuales (del 60% al 53,18%).