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Medicina dice adiós a Guirao

«Me interesa el hombre como una criatura de origen físico y químico, igual que una nube, un río o un árbol», dijo Miguel Guirao hace unos años a este periódico durante una entrevista. Apenas unas horas tras su fallecimiento, sus palabras son recordadas en un claro homenaje a quien ha sido sin duda uno de los profesores de mayor prestigio en la historia de la Universidad de Granada.

Catedrático de Anatomía de la Facultad de Medicina, «don Miguel», como le llamaba todo el mundo, ha dedicado toda su vida a explicar el cuerpo humano, pero ha sido también un apasionado del Universo, donde «está el origen y el destino del ser humano».

Aunque una larga enfermedad acabó con su vida a los 86 años, la fortaleza de este hombre se ha traducido en un prolífico legado académico y cultural. Su vida profesional la desarrolló en Granada (donde nació en 1924), pero se formó en París, Bruselas y en el Instituto Nobel de Estocolmo, donde obtuvo en 1956 la plaza de catedrático de Anatomía y Técnica Anatómica.

Durante su carrera universitaria ha compaginado su labor docente con la investigación en el área de la embriología y la patología congénita.

Casado con María Elisa Piñeyro, este catedrático tuvo seis hijos y casi una docena de nietos. En su familia se han llegado a fundar cinco organizaciones no gubernamentales, aunque él estuvo al frente de una por encima de todas: Ofecum (Oferta Cultural de Universitarios Mayores). Con esta ONG Guirao ha conseguido que casi un millar de mayores en Granada puedan compartir experiencias a través de la cultura.

Profesor honoris causa de la Universidad de San Marcos, en Lima y de la de Recife, en Brasil, fue también profesor emérito de la Universidad de Granada. Su trayectoria profesional destaca por multitud de iniciativas, una de las primeras fue la de poner en marcha la Facultad de Medicina de la Universidad de La Laguna (donde fue nombrado decano honorífico), la Escuela de Enfermería y fundar y dirigir el Hospital Clínico de la isla. De Tenerife se llevaría además la medalla de oro de la ciudad, concedida por el Cabildo.

En Granada sacó adelante la Escuela de Estomatología (más tarde Facultad de Odontología) y, años más tarde, el Aula Permanente de Formación Abierta de la UGR. En 1974 fue nombrado presidente de la Diputación, una incursión política que no acabaría ahí, pues poco después fue diputado de las Cortes Españolas.

Montó tres museos con donaciones propias, incluido uno de etnología en Vélez Rubio (Almería). Fue, por encima de todo un amante de la cultura y defensor nacional del arte basura por la que obtuvo muchos reconocimientos. Fue un maestro en recuperar objetos de desecho y realizaba, junto a pinturas heredadas de la familia, unos originales ‘collages’.

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