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Los profesores de la Universidad se resisten a jubilarse antes de los 65

– Los profesores de la Universidad se resisten a jubilarse antes de los 65

Únicamente 17 docentes de la UGR se acogen al Plan de Incentivación de la Jubilación Voluntaria, 28 menos que en 2007 · El proyecto de renovación generacional de la plantilla se estanca al segundo año de su implantación

El ambicioso proyecto de la Universidad de Granada que prevé la renovación generacional de su veterana plantilla de docentes en las próximas dos décadas ha pinchado al segundo año de su implantación. Sólo 17 profesores se han acogido al Plan de Incentivación de la Jubilación Voluntaria de los Cuerpos Docentes, lo que supone un descenso considerable respecto a 2007, año en que se prejubilaron 35 enseñantes.

La razón de este descenso radica en que la mayoría de los enseñantes que cumplen más de 60 años en las aulas universitarias trabajan por vocación, explica el vicerrector de Ordenación Académica, Luis Jiménez del Barco. Otro de los motivos señalados es la actividad investigadora, que mantiene a los docentes comprometidos con proyectos en los que han invertido mucho tiempo y esfuerzo como para desentenderse de ellos cuando estén produciendo los mejores resultados.

Los estatutos de la UGR contemplan una figura, llamada colaborador extraordinario, que permite mantener una cierta vinculación con la docencia, pero la labor ya no es la misma.

El incentivo económico no es el motivo por el que los docentes se aferran al púlpito, ya que el plan de la UGR, una de las pocas universidades de España que lo oferta, permite a este colectivo su retirada a partir de los 60 años cobrando íntegramente el sueldo durante cinco años como si estuviera en activo y luego acogerse a la jubilación estándar.

Este proyecto de incentivación, que podrían solicitar unos 246 profesores (el 15% del total), que es el número estimado de docentes que hay en la Universidad de Granada mayores de 60 años, se implantó en 2006 con la idea de evitar que determinados departamentos se quedasen vacíos por la marcha masiva de docentes que han cumplido la edad de jubilación obligatoria.

Si los más veteranos no dan paso a generaciones más jóvenes, la UGR se encontrará en los próximos años con una desbandada que provocará desajustes en los equipos de investigación.

Los profesores necesitan un tiempo para potenciar su formación y para que adquieran las competencias necesarias para abordar equipos de investigación que están sujetos a unas estrictas menciones de calidad.

Según la memoria de Gestión de la UGR de 2008, la proyección de jubilaciones obligatorias para la próxima década advierte de un aumento progresivo de las mismas. Así, para 2018, se espera que se produzcan cerca de 630 jubilaciones entre el profesorado de la UGR.

La proyección de la Universidad de Granada es que entre éste y el próximo año se jubilen obligatoriamente 88 profesores. Sin embargo, el Vicerrectorado de Ordenación Académica informa que en este curso sólo 15 enseñantes han puesto fin a su etapa laboral. Lo que significa que para 2009 deberán dejar las aulas más de 70 profesores.

El plan de incentivación de jubilación anticipada de la UGR deberá ser revisado este año, pues una de las disposiciones establecidas en 2006 fue que a los dos años de su implantación se sometería a examen.

Aunque no hay duda de la necesidad de mantener una estructura que equilibre las bajas en el profesorado de la Universidad, esta institución no es ajena a los cambios sociales y demográficos que, en el resto de Europa, está obligando a retrasar la edad de jubilación. Trabajar después de los 70 años es ya una realidad en países como Francia y lo será en España tras la reforma de la Seguridad Social el pasado año.

La esperanza de vida se alarga y aumenta el porcentaje de personas mayores que tienen una calidad de vida muy aceptable, tanto física como mental. Los procesos de especialización de los enseñantes son cada vez más largos y su incorporación al mundo laboral se retrasa cada año más.

Tener docentes con más de 60 años en las aulas ya no implica necesariamente que la plantilla arrastre más de 30 años de carrera en sus espaldas. Ahora que la Universidad debe revisar sus modelos de financiación para que sea más sostenible, la edad de sus profesores deberá ser puesto nuevamente a debate.
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