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Los misteriosdel cerebro

Los misterios del cerebro.

Un cerebro humano en formol llama la atención de los primeros pequeños en acudir al Parque de las Ciencias para conocer al órgano más complejo de todo el organismo. En ese momento, surge la primera pregunta. ¿Se puede tocar?. No, pero durante toda una semana se dejará explorar permitiendo conocer los misterios que guardan cada uno de sus pliegues.

La Semana Mundial del Cerebro tiene en Granada una cita especial. Aquí­, los niños no pueden tocarlo, pero sí­ descubrir los secretos del cable que nos conecta al mundo exterior. La explicación a su forma, compuesta por múltiples capas, la razón de lo fácil que resulta andar, sin que sea necesario pensar en poner una pierna antes que la otra continuamente, o las diferencias entre el cerebro de una persona y el de un animal son algunas de las cuestiones que se desvelarán.

El taller que organizan el Instituto de Neurociencias Federico Olóriz de la Universidad de Granada y el Parque de las Ciencias durante estos dí­as destapa sus enigmas a grandes y pequeños. En Explora tu cerebro los visitantes son testigos de una clase práctica que tiene como hilo conductor al órgano que rige toda la actividad humana y que interpreta cada una de las informaciones que llegan del exterior. El cerebro queda al descubierto a través de experimentos interactivos que tienen lugar no sólo en el taller, sino a lo largo de todas las salas del Parque, que ofrecen una visión particular desde la perspectiva del protagonista de la semana.

No obstante, el punto de partida se encuentra en el taller, donde una mesa posee todos los componentes para servir de introducción a las explicaciones del director del Instituto de Neurociencias de la UGR, José Manuel Baeyens. ¿Alguien sabe dónde está el cerebro?. Ayer, todos los niños señalaban su cabeza. Pero ninguno lo habí­a visto en vivo y en directo. La inauguración de la Semana les ofreció la posibilidad de mirarlo de cerca… Pero Baeyens les corrigió, está en la cabeza pero es capaz de mandar órdenes a todas las partes del cuerpo sin que seamos conscientes de ello.

n esa misma mesa, y ante la atenta mirada de los pequeños, el experto se ayudaba de un papel arrugado entre sus manos. Una bola de papel que simula un cerebro humano. Al desdoblarlo, se revela uno de sus misterios más ocultos. ¿Por qué esa forma con tantos pliegues? Porque si no fuera así­, necesitarí­amos una cabeza muy grande. La naturaleza protege especialmente al cerebro y lo recubre con una serie de capas que lo separan del resto del organismo, les dice a los niños Baeyens.

Este taller se hace para explicar para qué sirve nuestro cerebro a través de distintos experimentos -explica-. Lo importante es que sepan que nos sirve para sentir lo que hay a nuestro alrededor. Para ver, oí­r o tocar… y que es esencial para que respondamos o nos podamos mover. Para hacer que nos movamos si vemos que nos va a pillar un coche.

Junto a otros cuatro estudiantes de Medicina, Jonathan Estévez, es uno de los encargados de impartir el taller en el museo de las ciencias granadino. El módulo supone un auténtico viaje por la máquina más perfecta del cuerpo humano. Primero realizamos una introducción para que los visitantes sepan lo básico sobre el cerebro. Después de eso, vienen las explicaciones sobre la parte motora, los reflejos, la sensibilidad táctil o la coordinación entre la parte sensitiva y la parte motora. Otro curso se dirige a la parte de los movimientos. Unos son voluntarios pero hay otros involuntarios y que son esenciales para nuestra vida. Cuando tocamos algo que está quemando, rápidamente retiramos la mano.

Otra de las grandes enseñanzas con la que se encuentran los alumnos es que el cerebro es la máquina más compleja que tenemos en nuestro organismo y por tanto la que más fácilmente, advierte Baeyens, se puede alterar con golpes, con drogas y con sustancias quí­micas. Es lo más precioso y lo que más hay que preservar.
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