La profesora de Derecho Penal de la UGR, Inmaculada Ramos, alerta en el IES Generalife de los peligros que acechan a los jóvenes cuando cuelgan datos personales en internet
El acosador primero trata de entablar una amistad con el menor a través de una red social o de una dirección de correo electrónico. Luego obtiene sus datos personales. Con el tiempo le pide imágenes o fotografías de sí mismo. Más tarde llega el chantaje, le amenaza con difundir las imágenes o cualquier información clave entre su familia o en la red. Y, por último, le hace nuevas peticiones de imágenes sexuales o le exige un encuentro personal con el fin de abusar sexualmente del menor.
Éste es el proceso más común del child grooming (seducción, ganarse la confianza), un fenómeno que se ha acrecentado en la última década con el auge del uso de las nuevas tecnologías por los jóvenes y que fue descrito en una charla, ayer, por la profesora de Derecho Penal de la Universidad de Granada, Inmaculada Ramos Tapia, ante casi un centenar de alumnos de primero Bachillerato del instituto Generalife. El objetivo de la conferencia, que forma parte del ciclo organizado por la Cátedra Francisco Suárez de la UGR, era informar a los jóvenes de la protección legal que tienen los menores frente al acoso sexual en internet. El Código Penal español, que data de 1995, fue reformado precisamente el año pasado en este punto, en el relativo a los delitos sexuales, para adaptarse a las directrices europeas. Y es que los delitos que se producen a través de las nuevas tecnologías no suelen realizarlos una sola persona, según advirtió la experta, sino más bien redes transfronterizas.
«Los acosadores son miles en todo el mundo y se dedican horas y horas cada día a captar víctimas -explicó la docente-; van a las redes como las abejas a la miel». Para Ramos, «las redes sociales son la puerta de entrada de miles de abusadores y acosadores». Y entre las redes sociales, Tuenti es el mayor caldo de cultivo para este tipo de delitos, porque es el favorito de los adolescentes. El caso más reciente en España se destapó el pasado 7 de marzo y lo recordó ayer Ramos: «Un joven pederasta de Viator (Almería) que había coaccionado a más de 600 adolescentes de entre 8 y 12 años para que posaran desnudas ante el ordenador».
El Código Penal español entiende por abuso sexual a «la participación en una conducta sexual con un menor». Distingue si es menor de 13 años, en cuyo caso «siempre se considerará abuso sexual y, por tanto, delito»; y si es menor de 16 años y mayor de 13, ya que entonces será considerado abuso sexual cuando la conducta no es consentida». El grupo de delitos sexuales abarca los abusos y agresiones sexuales, prostitución de menores, pornografía infantil, uso de menores en espectáculos pornográficos y explotación de menores. «Sus autores, los pedófilos, son considerados muy peligrosos, porque el trastorno que sufren, la atracción o enfermedad que padecen, no les impide sentirse amenazados por la pena de prisión. De ahí que, con la nueva reforma, estén sujetos a libertad vigilada una vez cumplida su condena», explica Ramos.
Las consecuencias para las víctimas son claras: grave perjuicio del desarrollo de la autonomía sexual del menor y su desarrollo psico-social. «Los menores no sois conscientes del peligro que corréis cuando colgáis en la red datos personales, como puede ser vuestra edad o qué aficiones tenéis», alerta Ramos. Así, si una joven dice, por ejemplo, que le gusta el teatro, el acosador tratará de hacerse pasar por un joven aficionado también al teatro.
Al principio, un menor no sospecha nada. La profesora de la UGR informa que se han hecho ensayos para saber en qué momento se da cuenta un joven de que le están captando y ojo al dato: 3 de cada 4 menores no se percata de que hay un abusador detrás. Para ilustrar esto Ramos citó el caso de un pedófilo peruano de 32 años que había sido descubierto con las direcciones de correo electrónico y las contraseñas de 741 menores de 14 años. Su método: colgar un vídeo de una joven quinceañera que escribía frente al ordenador mientras se comunicaba con ellas. «Las víctimas creían estar chateando con una chica y detrás les acechaba este pedófilo», explicó la ponente. En otras ocasiones cuelgan una foto que, con solo pincharla, se introduce un virus que les proporciona la contraseña de la dirección para poder colarse en su ordenador.
Qué hacer para evitarlo: no abrir los correos basura ni los de desconocidos y no colgar ni dar vídeos o imágenes en la red. Los padres: deben enseñar a sus hijos a decir que no y a que pidan ayuda antes de que sea demasiado tarde.