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Las farolas contaminantes de la UGR tienen los días contados

Las farolas contaminantes de la UGR tienen los días contados

El ambicioso plan de ahorro energético que ha abordado la Universidad de Granada (UGR) hace ahora un año tiene en el punto de mira las luminarias contaminantes que hay en el campus de Fuentenueva y en el de Cartuja. La crisis económica ha mermado las aspiraciones ecológicas de los dos vicerrectorados encargados de este proyecto (Calidad Ambiental e Infraestructuras), pero están decididos a buscar financiación externa y abordar poco a poco la renovación de sus campus.

«Este mes hemos cambiado en el campus de Fuentenueva 23 farolas de mercurio por las de sodio de alta presión y alógenos», informó Antonio Espín, del Vicerrectorado de Infraestructuras.

La UGR se comprometió a eliminar toda las luminarias de tipo contaminante en sus campus y, aunque empezó a hacerlo, en el caso de Fuentenueva todavía está a la espera de que se firme el convenio con la Agencia Andaluza de la Energía. Espín estima que se necesitarán unos 400.000 euros para acometer su reforma.

El caso de Cartuja es diferente. Cuando el rector elaboró su programa de Gobierno electoral, tomó nota de las preocupaciones de los universitarios en relación a este campus, entre las que destacaba sobre todas ellas la falta de seguridad. «Es necesario corregir urgentemente la falta de iluminación en determinadas áreas y la escasez de seguridad», suscribía hace un año González Lodeiro.

«La iluminación de Cartuja es claramente deficiente», reconocía Espín. Pero el Plan General de Cartuja está paralizado. «Aquí nos tendremos que gastar por encima de 1.200.000 euros -apuntaba el técnico de Infraestucturas- pues precisa una solución urbanística completa».

Sin embargo, una vez realizadas varias auditorías por parte de la UGR y proyectado gran parte de las soluciones que aspiraban a poner fin al aislamiento de este campus, la recesión económica ha dado al traste con el plan. «No contamos con financiación para un plan general, pero vamos a atacar lo que no necesite reordenación alguna», explica Espín. En dichas auditorías la Universidad ha detectado también la necesidad de adoptar medidas sencillas pero que resultan muy eficaces. Como por ejemplo: una instalación de gasoil en la Facultad de Derecho que sólo ha precisado de 6.000 euros para su conexión, pero que evita la contaminación y favorece el ahorro energético (una de las principales preocupaciones de la UGR es la pérdida de calor en sus centros) y, por tanto, económico.

En Bellas Artes también han terminado de poner la instalación de biomasa en dos calderas, sólo a la espera de instalar el control vía red; en la Facultad de Ciencias se han cambiado equipos por un valor de más de 50.000 euros; y en el Hospital Real y en el Carmen de la Victoria han cambiado todas las lámparas de incandescencia por las de bajo consumo.
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