Las ánforas revelan las rutas de comercio del Mediterráneo
El investigador Paul Reynolds ofreció ayer un estudio global del comercio europeo en la época romana en la primera jornada del taller sobre cerámica
jorge pimentel
experto. Paul Reynolds se ha especializado en la última etapa del Imperio Romano y su comercio.
M. OLALLA
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granada. No me interesan las cerámicas en sí, me interesan por lo que tienen que decir de nuestra historia. Con esta rotunda afirmación abrió ayer el doctor Paul Reynolds su intervención en el primer Taller de Cerámica tardorromana y altomedieval que organiza la Universidad de Granada. Una esperada conferencia que contribuyó a demostrar el intenso flujo comercial de Europa durante la época romana y las intrincadas rutas que los pueblos del Mediterráneo utilizaron para relacionarse.
La cerámica fina, y en particular las ánforas, se utilizaba como continente de los materiales de intercambio entre países: salazón de pescado, vino, aceite bético, etcétera. Por ello, a los arqueólogos les sirven para conocer con qué se comerciaba y entre qué países, explicó el investigador del Museo de Beirut (Líbano) quien ha dedicado los últimos años a profundirzar en el estudio de las rutas comerciales en el Mediterréneo.
Quizá a la gente le sorprendería, pero España –Hispania para los romanos– mantenía frecuentes relaciones comerciales con Britania. Los barcos llegaban desde esta región con una periodicidad de un par de días, asegura Reynolds que utilizó el ejemplo del actual Reino Unido para demostrar la existencia de rutas comerciales desconocidas hasta ahora.
Otros de los caminos que las cerámicas halladas abrieron al comercio conducían a las galeras romanas hasta Beirut y otros puertos de Oriente. En la época tardorromana, la relación comercial entre el Oriente y el Occidente europeo fue determinante para una economía basada en la importación y exportación de materias primas, apuntó el arqueólogo tras señalar el papel de la península ibérica en las transacciones europeas.
Desde el 50 al 700 d. C., Hispania vivió una gran evolución en su comercio exterior que Reynolds ha podido reconstruir gracias a la cantidad y la calidad de las cerámicas encontradas en los yacimientos. Durante aquellos años, la península era una de las mayores exportadoras de aceite bético y de otras materias. Sin embargo, cuando el comercio se abre a Oriente, otros puertos como el de Túnez le arrebatan el monopolio y ciudades como Tarragona, Catagena o Alicante tienen que buscar nuevas rutas, señala el experto.
Todo un entramado económico sustentado en materiales que no podrían haber pasado de unas manos a otras a lo largo de kilómetros si no fuera por las vasijas, cántaros y ánforas que se fabricaban artesanalmente en las ciudades del interior. De ahí, la relevancia de estos restos arqueológicos que, además de a los numerosos especialistas invitados, han atraido el interés de 75 alumnos inscritos en el congreso.
Paul Reynolds es uno de los mayores expertos mundiales en el estudio de la cerámica mediterránea de esta época. Su aportación sobre las relaciones entre las ánforas y el comercio ofrecen una necesaria visión general del problema entre los siglos I y VII d. C., reconoció Antonio Malpica, uno de los organizadores del taller que mañana se trasladará al yacimiento de Medinat Ilbira –en Atarfe– para estudiar el enclave arqueológico y sus restos fósiles.