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Lanjarón, el pueblo que nació del agua

Lanjarón, el pueblo que nació del agua

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El Viajero Apasionado, huyendo del mundanal ruido, ha tomado el desvío hacia Lanjarón de la carretera Bailén-Motril, para relajarse, descansar y coger fuerzas en mitad de la Alpujarra granadina. El agua mineromedicinal de uno de los balnearios más famosos de Europa es la senda a través de la cual ha alcanzado ese anhelado desahogo de las tensiones cotidianas. Un camino que ya han recorrido sabios como Virginia Wolf, Bertrand Russell, Manuel de Falla o Federico García Lorca.
El Balneario de Lanjarón es ese ilustre rincón que permite cuidar cuerpo y mente o lo que, según cuentan los tópicos modernos, se conoce como turismo de salud o turismo de belleza. Pero el centro de aguas no sólo permite relajarse y disfrutar de los tratamientos estéticos más modernos, también oferta una un amplio programa de actividades culturales.

Desde que a mediados del XVIII se conocieran los valores terapéuticos de las aguas de Lanajarón, el líquido vital se ha convertido en el eje sobre el que gira un municipio convertido en una auténtica villa termal. Diez hoteles de muy distintos estilos completan la oferta turística y permiten a los visitantes hospedarse en función de sus gustos, necesidades y posibilidades económicas, porque en el balneario no se puede pernoctar.

Aunque los principios curativos del agua de Lanjarón se proclamaron oficialmente en la segunda mitad del XVIII, el balneario actual data de 1928. Las últimas décadas del XIX y las primeras del XX representan los años dorados de los balnearios, por lo que el edificio posee todo el encanto del lujo de época. Reformado para adaptarse a las comodidades y gustos de los nuevos tiempos, el edificio conserva el atractivo de las construcciones sociales de aquellos años, como teatros y casinos.

El director del balneario, Luis Espínola, recomienda a los que quieran descansar en un hotel que trasporte al mismo tiempo al misterio de la decoración de época, que se alojen en el Hotel España. Los que prefieran hacerlo en un hospedaje que les evoque el embrujo de la serranía alpujarreña en la que está enclavada Lanjarón, pueden pasar la noche en Alcadima, que ofrece una estética de cortijo andaluz.

Una vez elegido el hospedaje, el visitante tiene que hacer un único esfuerzo: decantarse por alguno de los tratamientos del amplísimo programa que oferta el balneario.

Para Luis Espínola el rasgo más distintivo del centro de Lanjarón es la calidad de sus aguas, que determinan los tratamientos que ofertan a la clientela. En primer lugar, los visitantes de este centro pueden beber el agua de sus seis manantiales, algo no muy común en los balnearios españoles.

De cada uno de los seis nacimientos brota un tipo de agua distinta que, en función de sus características diferenciadoras, ofrecen una heterogénea serie de aplicaciones para la salud. Espínola explica que, del manantial Capuchina, brota un agua tan rica en minerales que un litro aporta la cantidad de calcio o magnesio que necesita una persona al día. Bicarbonatada, clorurada, sódica y cálcica, presenta unas altas propiedades depurativas.

Además de éste, que es el más famoso, de los otros emanan aguas que facilitan la digestión o estimulan el apetito, y el manantial Salado ofrece un agua para baño que posee propiedades estimulantes.

La riqueza mineromedicinal del agua posibilita que el balneario oferte a sus agüistas tratamientos para el aparato digestivo y hepato-biliares, pero también para el reuma y problemas traumatológicos, afecciones respiratorias y de los sistemas circulatorio o digestivo, así como para mejorar el aparato locomotor. Incluso están indicados para mejorar trastornos psicológicos como depresiones, neurosis, estrés o agotamiento.

La combinación de baños de inmersión, de burbujas, masajes subacuáticos, chorros, duchas, inhalaciones, vaporizaciones, masajes manuales y mecanoterapia (empleo de aparatos para provocar movimientos activos o pasivos del cuerpo), posibilita el amplio espectro de beneficios terapéuticos.

Pero además de darle al cuerpo y al alma su bien merecido descanso, la oferta de ocio permite cultivar el espíritu con cursos organizados por el Centro Mediterráneo o la Consejería de Educación. Del 17 al 21 de julio se desarrollará el de Establecimientos balnearios: historia, literatura y medicina. Del 28 al 1 de septiembre se celebrará el de Agua y cultura, coordinado por los profesores de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada Antonio Carvajál y Juan Alfredo Bellón.

Además, el salón del balneario acoge numerosos conciertos y también recitales poéticos. A todo ello hay que sumar que los aficionados al deporte disponen de pistas de tenis o voleibol.

Pero Lanjarón, enclave privilegiado que fue elegido por romanos y árabes como asentamiento, o por los viajeros románticos para hacer parada y fonda en sus rutas, encierra a los visitantes muchos más secretos que los de sus aguas medicinales. Desde los restos del castillo árabe; pasando por su casco histórico de calles estrechas y pendientes completado con frondosos jardines, hasta adentrarse por los senderos del Parque Natural de Sierra Nevada para llegar a otros pueblos de la Alpujarra granadina, el abanico de itinerarios que presenta es tan amplio que el Viajero Apasionado ha llegado a la conclusión de que en Lanjarón hay mucho tiempo para relajarse pero ninguno para aburrirse.

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