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La UGR invierte 10.000 euros por alumno frente a los 150.000 de Harvard

El estudiante sólo cubre un 14% del coste, lo que obliga a las arcas públicas a financiar 8.600 euros por cada uno. La UGR trata de poner cerco al absentismo

Tras tres años de crisis económica, con la máxima del ahorro y la contención del gasto, las universidades españolas han tenido que afrontar una remodelación de su sistema de financiación sin precedentes y la de Granada no se ha quedado atrás. Aunque la recesión no da tregua, muchos analistas se preguntan si con la reducción de los presupuestos se puede aspirar a una mejora de la calidad de la formación universitaria. Los números dan una pista: el presupuesto que le dedica la UGR a cada estudiante ronda los 10.000 euros al año, mientras que las punteras como Harvard o Princetown superan los 150.000 euros.

El informe La Universidad en Cifras (2010) elaborado por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) arroja algunas luces a este debate. Cifra en un 31% el ahorro interno de las universidades en los dos últimos años, la mitad del cual proviene de los ingresos por actividades contratadas para desarrollar servicios científicos técnicos, consultoría e investigación aplicada. Pero también advierte que se ha anotado un descenso de los ingresos procedentes del pago directo por los alumnos de los servicios docentes (lo que se conoce como tasas académicas), que «han pasado de representar el 12% al 6% del total de la financiación neta universitaria de la última década.

Tal y como advierte el rector de la Universidad Carlos III de Madrid, Daniel Peña, con este panorama es muy difícil que las universidades españolas logren escalar puestos en los ranking internacionales. Si las de Harvard o Princeton, líderes en investigación en EEUU, tienen un presupuesto medio de 150.000 euros por estudiante al año; las de Oxford o Cambridge, punteras en Europa, rondan unos 50.000 euros por alumno al año. Y las de países emergentes como Brasil, China o Corea del Sur, unos 25.000 por estudiante. Mientras que la granadina destina una media de 10.000 euros para cada estudiante al año, más o menos la media española. Es verdad que las hay peores que la UGR, por ejemplo la de Extremadura, que dedica 3.893 euros a cada uno de sus alumnos, pero esto sólo indica que la financiación de una universidad española depende mucho de su localización, advierte Peña.

«Por cada 10.000 euros que invertimos en un estudiante, éste sólo paga 1.400 euros, apruebe o no», anota el gerente de la UGR, Andrés Navarro. El responsable de las finanzas de la UGR advierte además que en España existe una gran diferencia en el gasto entre las universidades más jóvenes y las más antiguas, como es el caso de la granadina. «Algunas como la Pompeu Fabra, por ejemplo, al tener un profesorado joven y unas instalaciones relativamente nuevas, se ahorran los costes por antigüedad de su personal o por la rehabilitación de las instalaciones y renovación del equipamiento», explica Navarro.

La UGR continúa buscando fórmulas que le permitan aumentar su índice de ahorro sin mermar la calidad de su enseñanza. Muchas universidades europeas están a favor de subir las tasas académicas para mejorar la calidad de la educación y facilitar el acceso a la universidad de estudiantes con menor nivel de renta (siempre que esos ingresos se reviertan en un mejor sistema de ayudas al estudio). La CRUE insta a una reflexión: o se opta por una gratuidad total de la matrícula en su primera formalización, como piden los estudiantes; o incrementar la diferenciación de los costes.

Para colmo, la oferta de enseñanzas oficiales de grado ha experimentado un crecimiento de más del 43% en las universidades españolas, siendo la UGR una de las pocas instituciones que ha disminuido los títulos hasta en un 23% (de 75 títulos a 58 grados). Este dato contrasta con una disminución generalizada de la demanda de estudios superiores, que en España ha sido de más del 15%, pero que en la UGR ha experimentado una subida del 20%.

Según el estudio de la CRUE, Extremadura es la comunidad que más ha incrementado su oferta, hasta un 165%, a pesar de haber experimentado una ligera disminución de su demanda (1,9%). Por ramas de enseñanza, sólo la de Salud ha registrado un aumento de la demanda de sus enseñanzas, el resto ha sufrido una disminución considerable, sobre todo las experimentales y las técnicas.

Aún así, la eficiencia académica del sistema de educación superior en España es mejor que la media de los países europeos. Según el informe nacional, el mejor es Japón, que consigue que 93 estudiantes de cada 100 de los que ingresaron en sus universidades obtuvieran un diploma; el mejor país europeo es Dinamarca, con 82 de cada 100 y España consigue un honroso puesto con 79 de cada 100. La UGR se propuesto reducir como sea la tasa de abandono de sus estudiantes, que se ha llegado a fijar hasta en un 30% y para ello ha regulado por ley un seis convocatorias al año como máximo para los estudios de Grado, se presenten o no a los exámenes.

Por ramas de enseñanza, la mejor tasa de rendimiento académico la presentan las titulaciones de Salud, en torno al 75%, siendo la peor las técnicas, con un 54% de media.

Aunque la afirmación pedagógica más extendida apunta que el mejor rendimiento académico está ligado a una práctica docente con pocos estudiantes en el aula, laboratorios y talleres, que es precisamente lo que propugna el Plan Bolonia, las conclusiones de este informe plantea dudas. Pues los estudios de salud, que captan los estudiantes más brillantes y más motivados en bachillerato, obtienen un rendimiento académico un 19,24% superior al de la media del sistema. En cambio, los estudios de humanidades y experimentales, que gozan con un tamaño de grupo en la impartición de docencia muy reducidos, lo logran mejores rendimientos académicos que la media.

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