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La UGR dota de planes de evacuación a los últimos centros sin estas medidas

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La UGR dota de planes de evacuación a los últimos centros sin estas medidas
Educación y Arquitectura Técnica harán simulacros y Económicas recibirá 250.000 euros para despejar pasillos y colocar escaleras de emergencia

pepe marín
preparados. Los bomberos durante un simulacro de incendios el curso pasado en Psicología.
A. GONZÁLEZ
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granada. La Universidad de Granada cerrará este año su plan de emergencia en los centros académicos con dos simulacros de evacuación en la Facultad de Educación y en Arquitectura Técnica. Durante los meses de octubre y noviembre los centros pondrán a prueba sus sistemas de emergencia y su capacidad de respuesta ante cualquier catástrofe. Bellas Artes, Farmacia y el Instituto Andaluz de Geofísica fueron los primeros en desarrollar un plan de autoprotección a principios de 2004.

La actuación será también prioritaria este año en la Facultad de Económicas donde, según el director del Gabinete de Prevención y Calidad Ambiental de la Universidad de Granada, Pedro Espinosa, era muy necesario acometer reformas. Este año se invertirán en el centro unos 250.000 euros para adecuar espacios y garantizar la seguridad de la comunidad educativa. Con este dinero se instalarán escaleras de emergencia y en los pasillos de informática se habilitarán vías de evacuación, lo que supondrá una reorganización de espacios para evitar que estas salidas estén ocupadas por los alumnos.

La idea de la institución es que a lo largo de este año todos sus centros dispongan de planes de autoprotección, argumentó Pedro Espinosa. De hecho, el Gabinete de Prevención y Calidad Ambiental de la Universidad de Granada será este año el encargado de realizar el plan de autoprotección forestal en el pantano del Cubillas y de realizar una evaluación de riesgos de todos sus centros e implantar el sistema de gestión.

La Universidad decidió hace unos años desarrollar planes de emergencia en sus facultades ante la elevada concentración de alumnos que se reúnen a diario en sus dependencias. Hasta entonces no existía una norma que estableciese la obligación de disponer de estas medidas, a lo que se une el alto coste de la elaboración de un plan de emergencias, cercano a los 5.000 euros por cada facultad.

El plan de autoprotección con el que ya cuenta la mayoría de los centros tiene cuatro partes. La primera consiste en la evaluación del riesgo existente en cada edificio en caso de que se produzca un incendio, una explosión o un terremoto. Hay que detallar en cada caso si hay materiales inflamables y las personas que se congregan en cada facultad. Tras la evaluación hay que verificar que los edificios disponen de medios de protección y, si no es así, hay que dotarlos de ellos. El tercer paso es la redacción del plan de emergencia en el que se explicita cómo se van a organizar los recursos humanos y técnicos en caso de siniestro.

Finalmente se implanta el plan. Para ver si funciona se realiza un simulacro de incendio en el que participa el Cuerpo de Bomberos. Antes hay que formar a docentes, alumnos y personal de administración y servicios para que sepan actuar ante una situación de este tipo. Tienen que aprender desde cómo se propaga el fuego hasta cómo tranquilizar a la gente si sufre ataques de ansiedad. tro de otro de mayor calado, Topo-Europa, que pretende analizar la sismicidad en todo el continente y en el que están ya involucrados varios países y que está empezando a desarrollarse. Se trata de un programa similar al Earthscope (o visión de la Tierra) que Estados Unidos comenzó a desplegar hace unos años y que trata de analizar la geodinámica de todo el planeta para poder analizar su actividad.
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