Inicio / Historico

La UGR dedica una exposición al «gran embajador del arte granadino»

‘Miguel Rodríguez-Acosta. Arrayán y silencio’ reúne en el Hospital Real y La Madraza una selección de obras de los últimos 30 años del artista, referente de la abstracción

Resumir en una selección de obras treinta años de arte es el objetivo con el que la Universidad de Granada (UGR) inaugurará mañana Miguel Rodríguez-Acosta. Arrayán y silencio, una exposición repartida en una doble sede -Hospital Real y Madraza- del que es, sin duda, «gran embajador del arte granadino en el mundo».

La idea de la exposición, según contó ayer su comisario, el catedrático de Historia de Arte de la UGR Ignacio Henares Cuéllar, nació hace ya tiempo, y desde entonces el proyecto se ha convertido en «una oportunidad histórica y cultural» para devolver a la actualidad a uno de los creadores más singulares de Granada. «Miguel es representante de una poética abstracta de gran fidelidad y muchos quilates artísticos. Representa como nadie la veta más rompedora de la tradición artística de esta ciudad. Esta exposición no tiene muchos precedentes y va a desbordar la escala de muchos acontecimientos artísticos que se han podido vivir en esta ciudad», vaticinó ayer Henares Cuéllar.

La exposición muestra una extensa colección de obras del artista pertenecientes a las tres últimas décadas. En el Hospital Real se podrán ver un total de 42 óleos sobre lienzo que retratan no sólo su propia evolución plástica como creador, sino representaciones que sirven de testigo de los cambios de la sociedad y la ciudad. Así, por ejemplo, se pueden ver obras de principios de los años 80, como Espejo del alba (1983), entre algunas de sus creaciones más recientes, entre las que destaca Albaicín II (2011).

Por su parte, en el Palacio de La Madraza se podrá ver una selección de lo más heterogénea del resto de sus facetas artísticas, y que incluye una decena de collages; 23 gouaches realizados entre finales de los 80 y principios de los 90, como los de la serie Palíndromos; 16 dibujos -en su mayor parte de la colección Cuentos de la Alhambra (1987)- y 31 grabados en aguatinta y aguafuerte, con un espacio destacado para sus series Sonetos del amor oscuro (1980) y Diván del Tamarit (1998).

Precisamente, los grabados son una parte más que esencial en la trayectoria de Miguel Rodríguez-Acosta, ya que según confesó ayer, su «irrupción en aquel mundo» fue determinante en su forma de abordar el arte abstracto. «Estaba muy en contacto con lo que hacía en Europa y me fui acercando directamente a ese tipo de trabajos», contó Rodríguez-Acosta, quien se disculpó de su timidez aludiendo que lo suyo son «las rayas y las manchas más que las palabras».

La importancia de Miguel Rodríguez-Acosta. Arrayán y silencio reside, esencialmente, en otorgar el reconocimiento que el artista merece en su tiempo y en el panorama plástico nacional. «Nos hallamos en un momento histórico en el que el eje ha sido la artístico ha sido la abstracción; la esencia de la tradición moderna la constituye la abstracción, y Miguel Rodríguez-Acosta es símbolo de la abstracción más viva».

Descargar