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La semilla de Toño Santos

La semilla de Toño Santos

El técnico que nos dejó ayer cumplió su misión para que el voleibol vuelva a germinar en Granada
Jesús R. Godoy / Deportes@granadahoy.com | Actualizado 31.07.2008 – 01:00

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TRAS unos días en Londres, ayer, al aterrizar en nuestra bendita tierra, recibí la mala noticia del fallecimiento de Toño Santos. Sinceramente, ni en ese instante que recorría los largos pasillos de aeropuerto, que recorrí con su equipo, ni en el que escribo estas líneas, soy consciente de que nos ha dejado. Toño me dijo hace unas semanas que cuando volviera teníamos pendiente una cerveza, o una sesión técnica, nombre que le dieron sus pupilos a esas tertulias en las que el deporte y la vida se mezclaban con un objetivo común: aprender jugando, y por qué no, divirtiéndose.

Hasta que llegué, en la carretera me pasó por la mente innumerables momentos en los que Toño me demostró ser alguien único. Su elocuencia era capaz de ganarse el respeto de alumnos, profesores, jugadores, técnicos, árbitros, periodistas…, pero sobre todo de amigos y de multitud de jóvenes que venían a la Universidad de Granada a estudiar voleibol con el precursor del cossío de este deporte.

Hace ya casi cinco años, desde que abrió esta casa, tuve la suerte de que en ella se apostara fuerte por el voleibol y la estrella de conocer de cerca de Toño, cuya primera impresión al tratarlo fue la de pensar que estaba loco. Él, desde primera hora, me tendió la mano y me dio clases en un deporte al que llegaba, primero con las nociones de mi profesor de instituto Justo Muñoz y, luego, tras engancharme con el Universidad de Granada de los subcampeonatos.

A lo largo de este tiempo, Toño me recordó una vez que no temía a la muerte, ya que a quien había que temer era a los vivos. Incluso, que no nos roba los seres amados, sino que nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. En cambio, me reseñó que la vida sí que nos los roba muchas veces.

Como dijo Tolstoi, la muerte no es más que un cambio de misión. Y tú, Toño, has cumplido la tuya dejando sembrada una semilla que volverá a germinar nuevamente en nuestra tierra con un deporte al que tuteaste y llamaste VO-LEI-BOL, y que volverá a llegar a lo más alto, en donde siempre estarás tú.
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