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La ruta de las aguas cálidas: el mapa termal

La ruta de las aguas cálidas: el mapa termal.

Alejarse del estrés y el bullicio de las grandes ciudades para sumergirse en las aguas termales de un enclave bucólico es un sueño acariciado por infinidad de personas cada dí­a. La hidrografí­a de Granada ofrece muchos manantiales que, repartidos por toda la provincia, permiten desconectar del dí­a a dí­a y disfrutar de los beneficios de los baños naturales en aguas cálidas, y con todas las comodidades que ofertan los balnearios que los acogen.

Zújar, Sierra Elvira, Alhama, Graena, Alicún o La Malahá son los principales nombres con los que Granada contribuye a lo que ahora se denomina turismo de salud. La Diputación de Granada y el Instituto Geológico de España han editado recientemente la Guí­a de Manantiales de la provincia de Granada, que sirve a los viajeros para orientarse por estos y otros manantiales de los acuí­feros granadinos.

Además hay otros manantiales naturales que permanecen en estado salvaje, como los de Albuñol, Santa Fe, Vacasmí­as y Urquí­zar. Aunque tienen el encanto de la virginidad de la zona en la que brotan, la temperatura de sus aguas oscila de los 20 a los 26 grados, mientras que las otras superan los 40. Los únicos en estado salvaje que sí­ alcanzan esta temperatura son los de Santa Fe, fruto de una prospección en busca de petróleo situada en mitad de un secano pero de difí­cil acceso.

No se han explotado comercialmente porque con esas temperaturas, aunque el agua no está frí­a, no permite ni siquiera los baños en invierno, explica José Javier Cruz, catedrático de Geodinámica de la Universidad de Granada. Por eso, aunque se trate de aguas termales para darse ahora un chapuzón en estas pozas con estas temperaturas habrí­a que ser tan osado como hacerlo en una de agua normal.

El catedrático, experto en los acuí­feros granadinos, explica que todas las aguas termales de Granada presentan caracterí­sticas muy similares: son aguas sulfí­dricas, que rondan los 40 grados y de color verdoso. Y, según el especialista, la principal virtud de estas aguas mineromedicinales residen en la sensación de relax que se logra al bañarse en ellas, en parte propiciada por el entorno que las acompañan.

Es en ese entorno -lo que incluye desde los valores paisají­sticos hasta las comodidades de los complejos empresariales en las que se explotan- donde residen las principales diferencias entre unas y otras aguas.

Señala Cruz que los de Zújar, rodeados de un impresionante paisaje de bad-lands, destacaban por su encanto. Sin embargo, la construcción del embalse del Negratí­n destruyó el manantial natural. El actual, artificial, conduce el agua a una piscina que hay a las faldas de un restaurante. Es muy agradable, pero resulta un poco triste comparado con lo que habí­a, cuenta el catedrático de Geodinámica.

El balneario de Sierra Elvira es el más cercano al núcleo urbano de Granada, del que dista 13 kilómetros. Por su termalismo y sus aguas es históricamente conocido, como lo demuestra la cantidad de restos arqueológicos relacionados con estos baños.

Los baños de Alhama están formados por dos manantiales: los baños viejos y baños nuevos. Sus aguas tienen la catalogación de mineromedicinales desde 1869 y 1928, respectivamente. Cruz apunta como uno de los encantos de este manantial que se encuentra situado al lado del rí­o y rodeado de vegetación.

El Balneario de Graena compite en belleza paisají­stica con los barrios-cueva de la localidad y el paisaje de los acarcavamientos tí­picos de la zona. En la actualidad, los baños son objeto de un ambicioso proyecto de restauración arquitectónica que tratará de conservar su raigambre andalusí­.

Los baños de La Malahá se encuentran enclavados en un hotel-balneario con piscinas para tratamientos terapéuticos. Objeto de una investigación arqueológica, ahora se trabaja para recuperar los restos de las instalaciones primitivas, que fueron destruidos a principios del XX.

Paradójicamente el de Lanjarón, probablemente el balneario más famoso de la provincia, no es un manantial de agua termal pues, aunque los bañistas puedan disfrutar de las inmersiones en cálidas piscinas, el agua de éstas es calentada artificialmente. Sí­ ofrecen, en cambio, la posibilidad de beber su famosa agua capuchina.

La oferta de manantiales termales de Granada es tan amplia que pueden ser frecuentados por públicos de muy diferentes bolsillos, edades y gustos -los que están en estado salvaje no cuestan ni un euro, aunque las aguas mineromedicinales son de propiedad particular-. Aunque el nivel adquisitivo sea diferente el objetivo es unánime y siempre se logra en mayor o menor grado: relajarse y disfrutar con el agua.

Zújar, Sierra Elvira, Alhama, Graena, Alicún o La Malahá son los principales nombres con los que Granada contribuye al turismo de salud que acude a los balnearios buscando los beneficios de los baños termales.
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