xxiv feria del libro de granada
La Huerta de San Vicente acoge a sus hermanos de tragedia
El antropólogo Ángel del Río presenta la investigación El canal de los presos. Esclavos granadinos en el franquismo
G. CAPPA
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LA CRÓNICA
granada. Para encontrar esclavos en obras faraónicas no es necesario volver la mirada al Egipto de hace tres mil años. Basta con mirar a Sevilla en la década de los sesenta. En el Canal del Bajo Guadalquivir, millares de presos republicanos –entre ellos 161 granadinos– trabajaron durante más de veinte años (1940-1962) en condiciones infrahumanas. Esta historia está documentada en El canal de los presos. Esclavos granadinos del franquismo, que se presentó ayer en la Feria del Libro.
Su autor, el antropólogo Ángel del Río, habló sobre su libro con la misma pasión de quien tuvo un familiar en el Canal. Quizás sea verdad y perdió allí hermanos anónimos, como la mayoría de personas que tienen la capacidad de la memoria.
Lo que sí ha ganado es casi una abuela en la persona de Francisca Adame, hija, hermana y cuñada de presos políticos, además de Medalla de Andalucía por su labor de recuperación de la memoria histórica. Sentada en el escenario junto a Del Río, su butaca era compartida por todos los miles de hombres y mujeres que aún viven víctimas de la dictadura franquista, explicó el antropólogo. Durante el proceso de investigación, los ojos de aséptico investigador fueron dando paso a una total identificación en lo que es el movimiento para la recuperación histórica, sobre todo por una cuestión de ética y de compromiso.
La Huerta de San Vicente, sensible como pocas a las víctimas del franquismo, acogió a un buen número de personas reunidas para conocer la historia de las más de 10.000 personas que pasaron por los campos sevillanos de concentración de El Arenoso, La Corchuela o Los Merinales. Era una injusticia el olvido que sufrían estas personas y era una deuda de la democracia actual el recoger esa memoria dispersa porque, en gran parte, son los depositarios de la memoria democrática de este olvidadizo país.
El ambiente de emotividad denotaba que, a veces, el pasar página a los libros puede herir los dedos, hacerlos sangrar… Sus biografías están llenos de un dolor tremendo en el sentido de que son personas que perdieron a sus seres queridos, que estuvieron diez años en campos de concentración, gente que sufrió el escarnio y el estigma por pensar que otro mundo era posible, enfatizó el investigador. Estamos hablando de esclavos en el sentido más literal de la palabra, gente que trabajaba de sol a sol en una obra faraónica que posibilitó la puesta en regadío de 80.000 hectáreas de la mejor tierra de Andalucía.
La noche se iba haciendo en la Huerta de San Vicente mientras Del Río continuaba arrojando luz sobre El Canal de los Presos. Vengo de Mathaussen del sesenta aniversario de la liberación del campo y es alucinante la emotividad con que se está viviendo esta efeméride. Sabemos mucho de los campos de concentración nazi y de aquí no sabenos nada. Para la mayoría, Hitler tiene valoración ética y moral: es un criminal. Sin embargo, Franco ha perdido esa valoración.
Antes de este epílogo hubo más presentaciones de libros en el Parque García Lorca. Una de ellas, Detrás de la barra. 25 años de Tertulia, buscó su espacio natural y no se celebró en el lugar previsto, la Sala de Tertulias. Como no podía ser de otra manera, Tato Révora trasladó el evento al bar instalado en la Feria para hacer honor al título del libro.
A la misma hora, en la Huerta de San Vicente, Jacobo Cortines presentó Consolaciones ante un público en aumento donde se distinguía a Andrés Soria Olmedo y Rafael Juárez. Otro poeta, José Carlos Rosales, se encargó de las presentaciones y escuchaba circunspecto los versos de Cortines: Los comunes frutos salidos de una misma carne…. Terminó de recitar y el escenario fue ocupado por nuevos inquilinos aunque, entre el público, una persona permaneció en los dos actos. Era una de las azafatas que, de pie, seguía las presentaciones con profesionalidad.
El testigo en la Huerta lo tomó el libro Mundo árabe y cambio de siglo, de Pedro Martínez Montávez, ex-rector de la Universidad Autónoma de Madrid, escoltado por Rafael Peinado Santaella, director de publicaciones de la Universidad de Granada, Mercedes del Amo, profesora de Árabe y María José Osorio, vicerrectora.
Faltó Jerónimo Páez, director de la Fundación Legado Andalusí. Ha quedado atrapado en Barajas, le disculpó Peinado Santaella. Por su parte, Martínez Montávez afirmaba llevar Arabia en el corazón y en los ojos. Entre otros temas, el profesor afirmaba haber tratado el 11-S y el 11-M desde el punto de vista del impacto que tuvieron en el mundo islámico.
A las 21 horas llegó el turno de la presentación de No se trata de un juego, de Eduardo García, libro publicado en la colección Maillot Amarillo de la Diputación. Junto a Luis García Montero y Andrés Neuman, el poeta afirmó buscar el lado inconsciente de la personalidad fusionando la tradición romántica y simbolista con las aportaciones del realismo. Mientras, de fondo, Dj Toner aportaba música electrónica a la Feria.