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La fuerza de la juventud para un proyecto pionero

La fuerza de la juventud para un proyecto pionero

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En el Banco de Líneas Celulares de Granada, habilitado provisionalmente en el Hospital Virgen de las Nieves hasta que se construya su sede en el Parque Tecnológico de Ciencias de la Salud, no hay horarios ni sábados ni domingos.
La vocación de servicio y la ilusión por poner en marcha un proyecto pionero es compartida por los integrantes del equipo, una decena de jóvenes profesionales con una media de edad de entre 28 y 34 años. Aquí se trabaja a destajo. Los enfermos no esperan, afirma el director del Banco, Ángel Concha, que hace hincapié en que esa mentalidad es más llevadera con la fuerza de la juventud.

Pero también destaca la experiencia profesional de su equipo, formado por veterinarios, expertos en Inmunología Bioquímica, Biología Molecular, embriólogos, genetistas, técnicos de laboratorio, economistas y auxiliares administrativos, entre otros.

Su misión: el funcionamiento del Banco de Líneas Celulares, un proyecto que lleva la impronta de Concha y que ha bebido del banco celular de Londres, cuyo director, Glen Stacey, nos ha ayudado muchísimo para desarrollar una iniciativa pionera en España.

El Banco almacena material biológico, no sólo preembrionario, también células adultas. Los integrantes del equipo, que contarán con un libro de buenas prácticas, se encargan de su conservación, de descongelar el material, trabajar con él, vigilar los cultivos y registrar y analizar toda la información. Los preembriones descongelados la semana pasada estarán en esos cultivos durante al menos un año hasta derivar en líneas celulares que serán utilizadas por otros investigadores. Se toman medidas extremas de seguridad en su manipulación y se chequea constantemente su aspecto. Hay una sala sellada a la que se accede con trajes especiales para evitar la contaminación. Está vigilada por una cámara, entre otras razones, para comprobar si los investigadores tienen problemas durante su trabajo.

Pero el banco celular granadino no se limitará a esa labor asistencial. Cumplirá una función de formación –contará con becarios– y, lo que es menos común en este tipo de instalaciones, liderará su propio proyecto de investigación, una faceta prohibida en otros.

Este planteamiento agrada a su director, que precisa que también esa línea de investigación es generosa. El objetivo es que, con los años, se puedan obtener una célula que pueda ser trasplantada sin problemas. Trabajar para disminuir el riesgo de transmitir enfermedades e incrementar los mecanismos que impidan el rechazo.

No serviría de nada trasplantar células secretoras de insulina si provoca una reacción dramática en el paciente, explica Concha, que no ve un sacrificio en el ritmo de trabajo que ha llevado en los últimos años, con sólo un par de días de vacaciones. Y aunque asegura que ha disfrutado de sus aficiones –le gusta el fútbol y el montañismo; no se pierde un programa de Al filo de lo imposible–, admite que a veces el trabajo allí es una locura.

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