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La ‘delicatessen’ motrileña

– La delicatessen motrileña.

El Centro de Desarrollo Pesquero y la Universidad elaboran un estudio de los marcadores genéticos e identificación de esta especie para establecer los elementos diferenciadores de la quisquilla de Motril.

Si hay un producto pesquero por excelencia que caracteriza a Motril es la quisquilla, un pequeño crustáceo que si bien se puede encontrar en diversas zonas marítimas, goza de un especial renombre si procede del litoral granadino.

Su producción no suele ser masiva, lo que unido a su especial sabor garantiza que su cotización en el mercado alcance altos niveles. Durante el año que acaba de terminar la quisquilla de Motril destacó por su escasez, aunque los expertos la atribuyen a circunstancias coyunturales que no necesariamente tienen que repetirse en años próximos. De hecho, la intención es apostar a futuro a esta delicatessen de la Costa Tropical, con el fin de poner en valor las características que la hacen tan peculiar.

Llamó especialmente la atención que a finales de 2007, y en unas fechas señaladas para su consumo como las fiestas navideñas, la recogida de quisquilla alcanzara unos índices muy bajos. Los pescadores llegaban a puerto con muy pocas cantidades, lo que llegaba incluso a duplicar su precio de mercado, que habitualmente ronda los 150 euros el kilo cuando se compra en lonja. Sin embargo, esta situación no sólo se hizo patente con este producto, sino también con otros crustáceos como la gamba o la cigala, y también con pescados generalmente abundantes como la sardina o el boquerón.

Los conocedores del mundo marino de la comarca costera no ven motivos para preocuparse por una posible disminución en la población de quisquillas u otros productos pesqueros de la zona. Según el biólogo marino José Juan Nogales, puede ser algo coyuntural, por los ciclos biológicos de abundancia y escasez que hay en el mar, o bien puede ser algo más generalizado, acorde a lo que pasa con otras especies, que a raíz de los cambios climáticos se redistribuyen de manera diferente, como ha ocurrido a lo largo de todas las eras geológicas. También considera que la sobreexplotación puede estar empezando a pasar factura, ya que no sólo hay escasez de quisquillas, también la hay sardinas o de boquerones, e incluso añade que se pueden dar todas estas circunstancias al mismo tiempo.

En la misma línea, el director del Centro de Desarrollo Pesquero -dependiente de la Diputación Provincial-, Rafael Jiménez, asegura que no hay estadísticas sobre la evolución para poder decir que la especie está desapareciendo, porque pueden haber circunstancias puntuales. Pese a reconocer que últimamente la captura de quisquilla ha sido escasa, señala que ha habido muy mal tiempo en la mar en los días previos a la Navidad, lo que ha provocado un desabastecimiento en el mercado, pero también lo ha habido de gambas, de cigalas y de otros productos.

Lejos de ser pesimistas ante una posible regresión de este preciado producto, las instituciones apuestan por él y preparan acciones para ponerlo en valor. Aunque se trata de un proyecto muy incipiente del que no han querido dar más datos -ya que además está pendiente de una serie de ayudas-, el Centro de Desarrollo Pesquero y la Universidad de Granada trabajan en un estudio de marcadores genéticos e identificación de especies con el fin de buscar los elementos identificadores de la quisquilla de Motril. Es un marisco que le está dando nombre al municipio y a toda nuestra franja costera. La producción es pequeña y está toda vendida, afirma Jiménez, para quien se hace necesario saber determinar que esa quisquilla es de Motril y no de otro lado, porque cada vez hay más mariscos de importación y entonces hay que diferenciarla, tanto por el precio como por el producto.
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