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La Ciudad Matrix

DISTRAÍDOS, perdidos, esclavizados. Felices en la ilusión de un mundo real. Deslumbrante. Lleno de efectos especiales y de marketing, pero vacío. Hueco. Sin contenido. Aparentemente real… Matrix. La comparación no es mía. La utiliza un amigo catedrático para ‘meterse’ con sus colegas de la Universidad de Granada, con los que necesitan ‘fichar’ para garantizar que cumplen con su trabajo, con los que viven en ese mundo feliz donde nunca pasa nada. Sólo trámites, papeles y burocracia. Escondidos, tal vez, tras ese velo que separa la conciencia. Al margen de conflictos. De espaldas a la sociedad. Al otro lado de todo.

La Universidad de Matrix es también la Ciudad Matrix. Analicemos si no el apasionado idilio que han vivido los empresarios granadinos, los de la Confederación y los de la Cámara, en los últimos años. Gerardo Cuerva y Javier Jiménez han sido inseparables. Incluso en temas tan polémicos como la campaña de apoyo a los vuelos baratos o el reflote del Granada CF han sido capaces de ir juntos. Inquebrantables. Como Zipi y Zape. Por eso es tan difícil de entender la turbulencia de las últimas semanas… Salvo que se haya reeditado la vieja consigna política que tantos titulares dio hace unos años cuando la CEA dio instrucciones para ‘hacerse’ con las Cámaras de Comercio. Que no es otra cosa que tener el poder, la representación, y también el dinero. No olvidemos que quienes manejan las cuotas y los presupuestos no están junto a Neptuno, sino en Luis Amador.

Si hay o no un trasfondo político, si hay una estrategia oficial o encubierta para llegar a una sinergia (digámoslo así) entre quienes ‘controlan’ una y otra institución, lo veremos en pocas semanas. Puede ser un camino de ida y vuelta como sostienen algunos; pero también puede ser una ‘OPA’ soterrada como temen otros. Todos aseguran que la figura de Javier Jiménez está al margen de las maniobras, pero es algo que sólo se podrá saber cuando los empresarios elijan, libremente, a sus 25 representantes para la asamblea. De existir una consigna, el mejor modo de proceder era atacando las bases. Y ahí estamos, con un directivo de la Confederación compitiendo con el presidente de la Cámara por ocupar un sillón.

El otro día decía Antonio Perera en la presentación del Círculo de Mecenazgo del Festival de Música y Danza que los empresarios granadinos han estado algo «adocenados». Término curioso y provocador, pero tal vez excesivo para lo que, a mi juicio, no es más que una cuestión de intereses e inquietudes: son sólo unos pocos los que medran, algunos más los que observan y muchos los que pasan. Por su propia seguridad… Sostenía Perera que había que despertar, que había que colaborar. Que había que participar. Ahí sí estamos de acuerdo. La cuestión sería cómo. Porque bien se sabe que en esta ciudad sólo se toleran las desgracias del otro. En caso de éxito, la hoja de supervivencia es bien clara: no existir. Y son muchos los que, con razón, militan en este partido.

Me pregunto si el temporal tiene algo que ver. Si los nublados, como advertía el otro día una psicóloga al analizar los efectos del temporal en los estados de ánimo, nos vuelve tristes y grises; si acentúan la mala uva de los granadinos (la que ya hay). Tampoco perdamos la perspectiva: no hay paz (real o aparente) que no termine sucumbiendo ante una lucha de poder. Ahora son las elecciones de la Cámara, en unos meses serán las de la Confederación y en poco más de un año las locales. Igual estamos ante la ‘tormenta perfecta’ que anuncian los meteorólogos. Física y psíquica. Tan perfecta como Matrix. Un mar de normalidad mientras se afilan los cuchillos. Por supuesto, no hablamos sólo de empresarios. Los políticos son unos expertos…
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