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La Catedral y su entorno, un símbolo político en piedra

investigación el conjunto catedralicio y su significado

La Catedral y su entorno, un símbolo político en piedra

Lugares que se barajaron para situar la Catedral

G. CAPPA
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granada. Los monumentos no hablan, pero pueden ser leídos. La Catedral de Granada y su entorno, además de dar cabida a las sandalias de los turistas y las ramas de romero de las gitanas, guarda en su corazón de piedra las claves de la evolución política en España desde finales del siglo XV hasta el siglo XVIII.
Construida en un proceso de casi dos siglos y medio, entre 1504 y el siglo XVIII, guarda una peculiar relación con la ciudad que se desparrama en torno suya. Esta interrelación la explica Ignacio Henares Cuéllar, director del departamento de Historia del Arte de la Universidad de Granada y autor del libro La Capilla Real, la Catedral y su entorno. La de Granada es una catedral que tiene una ciudad.

La Catedral Metropolitana definió todas las relaciones urbanas y simbólicas del conjunto urbano. Esta visión de Henares Cuéllar fue espontáneamente corroborada por Carl Schoerske, el máximo historiador del socialismo en Europa y el gran historiador de las vanguardias vienesas. En una visita a Granada, observando el conjunto desde la Torre de la Vela, el historiador se enconró con que tenía ante sus ojos un esquema muy similar al que se desarrolló en la Viena imperial.

La Catedral está unida a la ciudad por una serie de ejes simbólicos. Uno de ellos unía el edificio que estaba destinado a ser residencia imperial, el Palacio de Carlos V, a través de la Puerta de las Granadas, con la que había sido concebida como casa de la justicia del rey, la Chancillería.

De ahí, otro eje enlaza con la Catedral, el destino final del Emperador y donde estaba previsto que fuera enterrado. Justo enfrente se ubicó la primitiva Universidad de Granada, que se erigió por bula del papa Clemente en 1531, concebido como el templo donde tenían que formarse los administradores del Imperio. Todo un modelo de ciudad pensada para exaltar un nuevo concepto de sociedad moderna, resalta Henares.

Con todo, el Palacio de Carlos V quedó inconcluso y la Catedral nunca fue el destino del enterramiento imperial, aunque en la Capilla Real se encuentren los fundadores de la dinastía y los primeros Habsburgo. Para Henares, la Catedral es un proyecto triunfal único en su época, el lugar donde se ponen en práctica muchas de las ideas del Renacimiento italiano en una escala y calidad que no se da siquiera en la vecina península de Italia. Dentro de ese concepto triunfal, estaba prevista una gran fachada que, sin embargo, no se terminó hasta comienzos del siglo XVIII, siguiendo un proyecto de Alonso Cano de 1667 que seguía el modelo de León Baptista Alberti, el gran tratadista italiano del Renacimiento.

Este proyecto preveía dos torres y un inmenso arco triunfal entre ellas, siguiendo el modelo de San Andrés de Mantua. La torre de la izquierda debía tener un cuerpo de planta cuadrada, otro de planta octogonal, otro cilíndrica y coronado por una cúpula. La otra era resuelta con una modesta pero preciosa torre coronada con la imagen del arcángel San Miguel, explica Henares..

La Catedral es uno de los conjuntos que resume de manera más perfecta las principales etapas de la monarquía moderna y de la arquitectura, por los menos en España. De hecho, es uno de los símbolos de lo que fue la monarquía española entre finales del siglo XV y comienzos del siglo XVIII. Es una monarquía que tiene un corazón medieval, en este caso la Capilla Real, y un inmenso cuerpo político-administrativo moderno representado por la fábrica renacentista.

Precisamente, la historia de la sociedad del Antiguo Régimen es un conflicto entre fuerzas de orden medieval y tensiones modernos. Este conflicto tuvo a veces efectos paralizantes y otras, sobre todo desde el punto de vista artístico y cultural, de gran creatividad.

Respecto a la Capilla Real, las tesis más modernas hacen justicia a la importancia de este proyecto gótico tardío que se encuentra en el testamento de la Reina en 1504. Lejos de la historiografía tradicional, tanto Rosenthal, que estudió el documento fundacional, como José Luis Pita Andrade, han demostrado que es un proyecto de una extraordinaria envergadura que pertenece muy claramente a un tipo de fundaciones características de las monarquías nacionales de toda Europa.

El conjunto representa el momento en que, frente a la oposición de las fuerzas feudales, aparece el concepto de monarquía nacional. Para ello, los Trastámara se apoyan en la ciudades y en la burguesía emergente. Es un símbolo político que destaca una espiritualidad distinta y reformista, destaca el profesor.

La Capilla Real, por su parte, representa la primera época de la Edad Moderna en España, mientras que la Catedral es un monumento que va a constituir el punto de partida de una nueva época desde el lado de la historia, de la sociedad y la misma arquitectura. Para Henares, el recinto representa el final de las catedrales medievales y el inicio de las modernas. Es como una especie de pacto histórico entre las grandes instituciones que van a dominar la sociedad española: La Monarquía absoluta y la Iglesia.

En ese momento, la Iglesia vivía uno de sus mejores momentos históricos y pasaba por ser la institución más sana y poderosa del momento, empeñados en un proceso de reformas muy sincero. Esto, unido a la monarquía, desembocó en una Catedral que se concibe desde un espíritu de conmemoración y celebrativa de ser el enterramiento del emperador. Ahí se insertan los arcos triunfales, el elemento arquitectónico que más se repite en el conjunto. Está presente en todos los laterales de la planta basilical, en la Puerta del Perdón, en el proyecto de la fachada. La idea de triunfo es una idea vinculada al triunfo imperial y religioso.

Y alrededor, la zona de la lonja, la Alcaicería –no el pastiche que es hoy en día-, el antiguo cabildo, todos los colegios, la zona comercial… Todo está perfectamente unido sin los cortes que se produjeron en el siglo XVIII, dice Henares. De esta manera, la ubicación de la Catedral vino a asentar la vida de la ciudad además de la función simbólica que ejercía. Función simbólica que, hoy en día, sigue ejerciendo de forma imperturbable.

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