La Universidad de Granada otorga el Doctor Honoris causa a dos científicos, Rui Reis y Juan Carlos Izpisúa, y a la historiadora Mary Josephine Nash, la segunda mujer en 55 años que recibe la distinción
Dicen que la grandeza de una universidad se mide por la talla de los académicos que la sostienen… la de Granada ha querido que sean dos científicos y una historiadora de renombre internacional los que amplíen este año el cartel de sus más ilustres. El ingeniero de tejidos humanos Rui Reis y el biquímico y farmacólogo Juan Carlos Izpisúa compartieron los honores por una causa con Mary Josephine Nash, la catedrática que ha dedicado su vida a repensar la historia en clave de género y que, con su sola presencia ayer, deja huella en la UGR.
La última mujer en incorporarse al selecto grupo de Honoris Causa de la UGR, la segunda en los últimos 55 años, período en el que esta distinción se ha concedido a 89 hombres, tal y como recordó ayer el rector Francisco González Lodeiro, agradeció públicamente el compromiso demostrado por la UGR con la igualdad de género. Tras la hispanista y arabista francesa Rachel Arie (1988), Nash Baldwin ha logrado este Doctor Honoris Causa por ser una de las primeras historiadoras que abordaron desde una perspectiva casi inédita e innovadora el estudio de la Segunda República, del movimiento obrero de entreguerras y de la Guerra Civil. «Nash nos ofreció nuevas respuestas sobre lo acontecido en España», dijo su madrina, la profesora de Historia Contemporánea Teresa María Ortega. La Historia de las Mujeres fue una línea de investigación que se convirtió en un hito en el país y que le valió numerosos reconocimientos.
No obstante, no quiso la homenajeada dejar escapar un aforo tan ilustre como el de ayer sin lanzar una demanda. «La paradoja entre los avances legales en los derechos de las mujeres y la pervivencia de prácticas discriminatorias visibles u ocultas ha caracterizado nuestra sociedad contemporánea (…). La Ley para la Igualdad efectiva de hombres y mujeres no ha podido erradicar prácticas discriminatorias ocultas que obstaculizan una igualdad efectiva en el mercado laboral. Hace falta crear los instrumentos científicos, políticos y culturales para desarrollar un nuevo pacto de género», concluyó.
Aunque si hay un centro que ha sido reforzado en esta edición de los Honoris Causa ha sido, sin duda, la Facultad de Medicina al incorporar a dos eminencias en el campo de la medicina regenerativa. El primero, Rui Luis Gonçalves dos Reis, fue propuesto por el catedrático de Histología Antonio Campos; y el segundo, Juan Carlos Izpisúa, por la catedrática de Embriología Antonia Aránega.
Con un impresionante currículum, dado su juventud, Rui Reis caló hondo con su discurso reivindicativo de la actividad investigadora que realizan grupos como el suyo, denominado 3B’s, que ha logrado excelentes resultados en la creación de nuevos tejidos artificiales, fundamentalmente en el área de los tejidos esqueléticos. «La ingeniería de tejidos humanos conseguirá un impacto revolucionario en la prestación de cuidados de la salud en las próximas décadas -dijo-. Y esta evolución creará la necesidad para la formación de nuevos científicos que tendrán que ser híbridos con capacidad de hacer investigación multidisciplinar».
Más precavido fue su homólogo Izpisúa quien, a pesar de hacer también una defensa abierta de la investigación con células madres, pidió mesura a los científicos en sus conjeturas. «Tenemos que evitar crear expectativas demasiado optimistas en los pacientes, público general, medios de comunicación y empresas patrocinadoras e incluso en nosotros mismos, los científicos», dijo durante su discurso. Éste bioquímico ha centrado su interés en el análisis de la regeneración cardíaca y ha publicado recientemente en Nature que ésta, en determinadas especies, está mediada por la desdiferenciación y posterior reprogramación de miocardiocitos maduros, lo que supone una aportación pionera en el esclarecimiento de los mecanismos moleculares involucrados en la regeneración de este órgano.
«Sueñen conmigo», pidió el portugués Reis en Granada; «la esperanza yace en los sueños», emuló el castellano-manchego Izpisúa; «apasionante camino», definió la irlandesa Nash. Es la simbología de una excelencia para los moradores de la UGR.