fanny rubio. escritora
Granada era el mundo de los poetas a comienzos de los setenta
Compartió pasillos e inquietudes en la Universidad de Granada a comienzos de los 70 con personajes como Carlos Cano o Joaquín Sabina. Pasado el tiempo, comparte prestigio con muchos compañeros de generación mientras prosigue una fluida carrera literaria. Su último trabajo ha sido colaborar de manera activa en el ensayo El Quijote en clave de mujeres.
bárbara alcalde
pensadora. Fanny Rubio participó en el Auna Abentofail de Guadix.
BÁRBARA ALCALDE
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guadix. Fanny Rubio, prestigiosa escritora jienense que compagina su labor como ensayista, poeta y escritora con la docencia en la universidad madrileña, visitó Guadix para asistir al Aula Abentofail, donde habló de El Quijote en clave de mujeres, una obra en la que ha colaborado activamente.
–Muchos jienenses ilustres han estudiado en Granada: Muñoz Molina, Joaquín Sabina… ¿Qué significaba esta ciudad por aquel entonces?
–En mi pueblo, Linares, todos los estudiantes que queríamos irnos a la universidad teníamos que irnos obligatoriamente a Granada. Yo tenía 17 años y para mí, Granada fue el momento de enamorarse, de tener amigos rojos… Era la Granada de 1969. Entonces era el final de la dictadura y descubrimos el mundo de la creación intelectual, del marxismo, de la poesía, el mundo de los estudiantes que pasaban muchas horas en el bar leyendo a Lorca, al Poeta en Nueva York.
–En aquella época se relacionó una generación que daría posteriormente de hablar…
–Era el momento. Hicimos Poesía 70 con Carlos Cano, Joaquín Sabina andaba con la revista Tragaluz. La poesía nos salvó y allí estaban Carlos Cano, Joaquín Sabina o Pablo del Águila, una de las figuras de Granada injustamente olvidada y tapada. Granada era el mundo de los poetas.
–¿Ha perdido la ciudad la vitalidad de antaño?
–Creo que está más seria, pero al mismo tiempo es una ciudad más iluminada, más escénica y teatral, menos moral que en aquella época porque entonces nos interesaba más el tema del compromiso. Ahora veo la ciudad más bonita, más maquillada, pero con unas palabras que todavía están abriendo un camino que ya hicimos otros. Lo ideal sería que esas palabras estuviesen en un estadio de pensamiento más arriesgado. Ahora las ciudades son más irresponsables y más bonitas.
–Pasado el tiempo. ¿Sigue teniendo para usted la escritura el mismo regusto?
–Decía una maestra mía, María Zambrano, que escribir es poner palabras al destino humano. Hoy escribir es crear realidades. Yo creo que hoy las palabras han perdido el sentido de la propuesta y de la iluminación salvo en la poesía. Escribir en novela sería rescatar ese ámbito prodigioso de la palabra que lo han perdido.
–¿Qué contenido tiene El Quijote en clave de mujeres?
–Ha sido una experiencia alquímica. Lo que se ha producido en este libro es que casi una veintena de personas, algunas del pasado y otras del presente, nos hemos situado en el mismo libro y hemos hablado de las 40 mujeres reales del Quijote, de las 39 de carne y hueso que hablan y actúan y de una invisible, Dulcinea a la que yo concibo como mujer orgánica.
–El libro no habla sólo de las mujeres físicas…
–Hay casi doscientas mujeres citadas en El Quijote, figuras alegóricas, figuras míticas, diosas de la antigüedad… Pero las que se mueven, las que hablan, las que actúan, las que aman, las que cuentan, las que lloran , las que ríen y las que caminan son 39 mujeres. Son 39 bellas mujeres que no son disgresiones, son la columna vertebral del libro. El Quijote se ha estudiado desde el pasado y el hablar nosotras de las mujeres es traer la novela a nuestro presente.
–¿Cuál es la estructura del libro?
–Contempla el rescate de cervantistas del pasado como Márquez Villanueva y un segundo capítulo de las pioneras que se acercaron a este mundo, como fueron Concha Espina, María Zambrano, Carmen Castro y Lidia Falcón. Después están las investigaciones contemporáneas. Eso es lo que produce el efecto alquímico, la reunión del pasado con las especialistas del presente.
–¿Hay una gran separación entre la mujer de novela y la que sale a la calle todos los días?
–Hay mujeres que aparecen como objetos, hay mujeres personaje que hablan desde sí mismas, desde sus sujetos, y luego también hay mujeres modelos para todos los tiempos que no existieron cuando el novelista las escribió, pero fueron un modelo para las generaciones siguientes.
–¿En qué genero literario se desenvuelve mejor?
–Empecé con la poesía, seguí con la crítica y avancé en la novela. Me encuentro mejor en lo que estoy haciendo en cada momento. Puedo confundir a la gente que piensa en Andalucía que soy poeta, en Madrid que soy novelista y en el extranjero que soy ensayista. En España hemos tenido una historia de la literatura que ha dado una sola cara de cada escritor. Yo quiero seguir el modelo de Humberto Eco. Para mí, la escritura es mi propia itinerancia como ser humano.
–¿Cómo vendería al gran público El Quijote en clave de mujeres?
–Primero hay que esperar a que se distribuya, y cuando haya tomado posiciones en las bibliotecas habrá muchos investigadores que lo reclamen. Éste es un libro muy sujeto, que va a formar y producir seres humanos mejores.