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García Rúa revisa la idea del hombre como espectáculo en el cine anarquista

García Rúa revisa la idea del hombre como espectáculo en el cine anarquista

El catedrático de la UGR reflexiona sobre el cine como propaganda durante el seminario La Guerra Civil española setenta años después que continúa hasta junio

maría de la cruz
innovador. José Luis García Rúa, minutos antes de su conferencia.

MANUELA DE LA CORTE
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granada. El hombre como hombre. Despojándolo de lo que tiene de normal y buscando lo que tiene de espectáculo. Es una de las grandes características que afloran en el cine anarquista que empezó a hacerse con la Guerra Civil. Es innovador. Mira en el entorno del hombre, profundizando en cada rasgo y descubriendo el interés que tiene como ser humano… Sin clases, sin razas. Son palabras de José Luis García Rúa, catedrático de la Universidad de Granada, que el jueves introdujo la tercera sesión del seminario de análisis fílmico La memoria en imágenes I. La Guerra Civil española setenta años después. En esta ocasión, la producción anarquista estuvo representada por el Reportaje del movimiento revolucionario en Barcelona y Aguiluchos de la FAI por tierras de Aragón.
El primero es el primer documental que hace la CNT a través del SUEP (Sindicato Único de Espectáculos). Aquí se presentan los hechos inmediatos: la liberación de presos, los aplausos de la gente a esta liberación, los destrozos de la guerra, los incendios de las iglesias…, explica García Rúa. Mientras que en Aguiluchos… se narra la marcha de la columna de Durruti hacia el frente. La Columna Los Aguiluchos de la FAI fue la última de las grandes columnas anarcosindicalistas catalanas y aquí aparece la marcha de los milicianos en autobuses hacia la toma de algunos pueblos. Se demuestra que Durruti tenía un concepto claro del ejército, no como disciplinado, sino como autodisciplinado.

La revolución de 1936 es auténticamente proletaria en palabras del catedrático. La posición confederal es que la Guerra Civil no fue sólo un enfrentamiento entre democracia y fascismo ni la antesala de la gran guerra, sino una verdadera revolución… incluso la primera revolución de occidente. El cine que emerge de esa situación –prosigue García Rúa– es un cine revolucionario no sólo en la forma de concebir la colectivización sino en la voluntad de la creación de un cine nuevo en formas y contenidos.

En este sentido, es el primer reportaje que se rueda y que recoge los efectos inmediatos de esta revolución. Un cine espontáneo e inmediato que no se olvida de lo cotidiano. El trascender las formas tópicas de los filmes puramente comerciales lleva a una concepción de este tipo de cine como descubrimiento del hombre como espectáculo.

Al mismo tiempo, la producción más novedosa es la del documental, relatar el hecho concreto a través del cine de investigación, como recuerda el secretario de la CNT y miembro destacado de los círculos anarquistas en el ámbito internacional.

Por su parte, películas de ficción como Barrios bajos (1937), de Pedro Puche, o Aurora de esperanza (1937), de Antonio Sau, serían películas de ficción, con un tono de ingenuidad y destellos de arte fulgurante. Sin embargo, tanto en las de tipo documental como en las de ficción aparece el actor anónimo.

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