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Factoría Pickman, lujos domésticos de la alta sociedad

475 aniversario cerámica pickman en la universidad

Factoría Pickman, lujos domésticos de la alta sociedad

REBECA ROMERO
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granada. En una sociedad sumergida en las profundidades de una gran hipoteca y unos pocos metros cuadrados, es casi imposible imaginar rincones domésticos en los que colocar o guardar las piezas de la colección de loza Pickman, más conocida como cerámica de La Cartuja de Sevilla, que se exhibe desde ayer en el Crucero del Hospital Real. La Universidad de Granada abre los actos conmemorativos de su 475 aniversario con una muestra que recoge cerca de doscientas piezas de los fondos de la colección custodiada por el Museo Nacional de Artes Decorativas. Se trata de cerámicas históricas de gran valor artístico y creadas en el siglo XIX y las primeras décadas del XX.
La colección de loza de Pickman llega por primera vez a Granada, el nuevo destino del periplo europeo y nacional de los fondos, que ya dura trece años y que abre una puerta a la historia del desarrollo industrial en Andalucía y de su aplicación a las denominadas artes menores.

Para explicar parcialmente el éxito de Charles Pickman, comerciante inglés fundador de la fábrica en 1841, hay que remitirse a sus habilidades para crear piezas del gusto de la aristocracia establecida en Sevilla y a la –relativa– popularización de un producto concebido para la alta sociedad. La Cartuja es proveedora de la Casa Real de España desde 1871, como recordó ayer Carlos Bayarri, comisario de la muestra.

La clientela monárquica supuso el paso definitivo de Pickman hacia la élite social y política, tal y como se reseña en una parte del discurso expositivo. Bayarri destacó como pieza soberbia el Jarrón Reina Victoria, una pieza de 1906 decorada con motivos clásicos propios del Renacimiento. Al valor artístico que puede tener este instrumento decorativo se le suma el histórico, pues fue el regalo oficial del enlace matrimonial de Alfonso XIII con Victoria Eugenia, en 1906. Éste es uno de los ejemplares más exclusivos de la exposición –declarada Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía en 1996–, si bien el comisario sumó otras piezas a la lista de las más importantes.

Entre ellas, el Tarjetero Villalobos, de finales del siglo XIX y con motivos similares al jarrón. Se trata de una pieza en forma de plato de más de medio metro de diámetro que, según el comisario, se colocaba a la entrada de las casas para que los invitados depositaran su tarjeta de visita. Difícil de imaginar en la actualidad.

Jarrones, vajillas enteras, banquetas para el jardín… Éstos son los elementos más abundantes de la muestra. Sin embargo, llama la atención una pieza que a priori parece colocada en la exposición equivocada. Se trata de la Cabeza Frenológica del doctor Cubi, realizada en cerámica y con una curiosa historia detrás.

También aludió Bayarri al denominado rinconcito, el sector donde se exhiben los distintos diseños de las vajillas de Cartuja. En la exposición, dividida por temáticas, se han instalado dos mesas rectangulares dispuestas para recibir a los comensales de la alta sociedad o la realeza. La parte de la cristalería corresponde a la colección de la Real Fábrica de Cristales de La Granja. Las vajillas Pickman y las piezas salidas de la Real Fábrica de Segovia –que comenzó a funcionar en 1727– han estado siempre presentes en las mesas y mobiliario decorativo de las familias españolas más acomodadas de la época.

Bayarri recordó la relación de la Fábrica de Cerámica de Pickman con el mundo de la Medicina en aquellos años. En este sentido, justificó la ausencia de tarros de farmacia y otros utensilios en favor de la presencia de la Cabeza frenológica, que se exhibe en público por primera vez. Junto a los objetos, pueden verse algunos bocetos de los diseños. Están hechos a plumilla y contemplan las escenas costumbristas que caracterizaron la loza sevillana en las primeras décadas del siglo XX.

Durante la inauguración, el rector de la Universidad, David Aguilar, destacó la labor de Charles Pickman en la unión de la tecnología, el desarrollo industrial y la innovación creativa: Tendemos a creer que es algo de la actualidad, pero tiene mucho tiempo.

La historia de Pickman es la historia de un comerciante inglés con ojo clínico para los negocios. Procedente del Reino Unido, llegó a Cádiz a mediados del siglo XIX con la idea de montar un negocio. El impulsor de la cerámica de La Cartuja terminó desplazándose a Sevilla, donde el público potencial era más numeroso. Aprovechando la Desamortización de Mendizábal –recordó el comisario– compró el Monasterio de la Cartuja y se instaló allí. Por eso se conoce popularmente a la fábrica como La Cartuja, aunque el nombre real es Pickman.

Cómo llegó el inglés a hacer famosas sus vajillas y objetos decorativos en todo el mundo se explica, entre otros motivos, a través de la popularización de las técnicas: Él trajo todas las técnicas de trabajo de Inglaterra a España y ocurre que las grandes reproducciones, piezas de grabados auténticos, son exactamente hoy igual a las de hace 160 años. Ése es su gran éxito, que de piezas totalmente elitistas, él hace series a las que el pueblo puede llegar.

Todas las piezas que se presentan en la exposición, abierta hasta el próximo 16 de abril, están pintadas a mano. Aunque no se habló de los autores durante la inauguración, el catálogo editado para la muestra sí ofrece una relación de los pintores ceramistas más destacados, como Ramón Alorda, Manuel escribano o Francisco Rodríguez de Zuloaga.

La Cartuja de Sevilla. Colección Pickman de los fondos del Museo Nacional de Artes Decorativas es una iniciativa de la Universidad de Granada, el Ministerio de Cultura, el Museo Nacional de Artes Decorativas y la Fábrica de La Cartuja. Está patrocinada por Caja Duero.

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