entrevista
Espero que el premio me sirva para llegar hasta los lectores
pepe tello
ganador. Javier Rodríguez Alcázar, ayer, en Granada.
JESÚS ARIAS
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granada. Nacido en Granada, en 1965, separado y con dos hijos, Javier Rodríguez Alcázar es catedrático de Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Granada. Es la primera vez que se presentaba a un premio que tenía como jurado a Javier Calvo, Rodrigo Fresán, Javier Argüello y Mónica Carmona, que lo eligieron por unanimidad y destacaron la excelente la calidad literaria que sirve para construir una original e hilarante sátira, muy cercana a la escuela de J. D. Salinger o Michael Cabon. Es su primera novela.
–¿Cómo decidió presentarse al Premio Jaén de Novela?
–Bueno, yo soy un escritor novato en el terreno de la novela. He publicado libros sobre Filosofía pero desconozco el mundo editorial. Pensé que presentarme a un premio era una forma fácil de acceder a los lectores. Es un premio muy prestigioso. También era la primera vez que me presentaba a él.
–La deliberación de las groserías es un título curioso. ¿De dónde sale?
–Viene del Spanglish. Yo he estado bastante tiempo viviendo y estudiando en Estados Unidos. Hay una expresión, delivering groceries que quiere decir entregar mercancías. Una mujer allí me dijo que su hijo de dedicaba a deliberar groserías, es decir, que era repartidor. Lo saqué de ahí.
–¿De qué trata la novela?
–Parte de la idea de mi conocimiento de Estados Unidos y sus universidades. Yo estuve allí viviendo varios años y, aunque no es autobiográfica, sí describo los lugares en los que estuve y que conozco. He querido que la novela estuviese construida de una forma muy abierta, con una lectura a varios niveles, como proponía Umberto Eco. En un cierto nivel, los lectores pueden encontrar que es una sátira de la vida académica a través de los ojos de un pícaro que consigue entrar en una Universidad americana haciendo trampas. Pero, en otro nivel, puede entenderse como una historia de amor, o una reflexión sobre la vocación y la libertad. Narra la historia de un mal estudiante de una Universidad española que, exagerando sus méritos y mintiendo en su expediente, consigue una beca de CajaGranada para ir como lector a una Universidad americana y hacer el doctorado. Allí le suceden diversas peripecias, tiene una historia de amor… Le encargan que traduzca una obra llamada Delivering groceries y el lo traduce como La deliberación de las groserías. Mientras va traduciendo el libro de esa forma, empieza a pensar que todo lo que va leyendo le está ocurriendo a él.
–Al parecer, ha utilizado una estructura diferente a la de una novela habitual…
–Sí. A medida que transcurre la novela se van insertando textos de tratados, de informes académicos. La novela se lee como un libro de textos, en el que hay recuadros, ilustraciones. De la historia principal van surgiendo muchos otras historias, fragmentos de otros libros. Quise que la novela, de forma directa, no dijese mucho, pero sí mostrar ciertas cuestiones más profundas a través de la estructura. Forma parte de la sátira del mundo académico.
–¿Es su primera novela?
–Sí. He tardado 15 años escribiéndola en mis ratos libres. Ahora ya estoy trabajando en otra. Espero no tardar tanto…
–El jurado ha visto algo de la influencia de Salinger en su novela. ¿Es cierto?
–Yo tengo bastante afición por cierta tradición de la literatura norteamericana. Quizá haya influencias de Salinger, de Mark Twain, de Hemingway. Me gusta un estilo bastante descargado que combino con una mayor complicidad en el mensaje. Wittgenstein, un filósofo, decía que las cosas hay que decirlas a través de las estructuras. Que hay una diferencia entre decir y mostrar. No me gusta que la literatura diga mucho, sino que muestre cosas y que lo haga de las formas más sutiles.
–¿A qué piensa dedicar el dinero?
–Básicamente, a arreglar un piso que necesitaba reformas. El dinero del premio me llega justo para eso. Y es curioso: CajaGranada me da un premio que voy a invertir en pagar la hipoteca que tenía con CajaGranada. Al final, la banca siempre gana.